Miro y T¨¤pies, dos catalanes hacia las cavernas
Hace unos d¨ªas fui a Barcelona, para ver la magna exposici¨®n de Joan Mir¨®, Alexander Calder y Antoni T¨¢pies que tiene abierta actualmente la galer¨ªa Joan Prats: una muy bella galer¨ªa de arte que se ha transformado en eso desde su antigua condici¨®n de sombrerer¨ªa. S¨ª: el peculiar¨ªsimo sombrerero , promotor de empresas de arte barcelonesas ha sido exaltado y homenajeado. por sus amigos -especialmente, por los editores Muga, de La Pol¨ªgrafa, que han sido los transformadores de la tienda de sombreros en galer¨ªa de arte, aunque conservando el viejo nombre.. Pero, cuando uno est¨¢ en Barcelona, y situado precisamente en la actual galer¨ªa Joan Prats, en la confluencia, casi, de la Rambla de Catalu?a con Consejo de Ciento -lugar de enclave de muchas de las m¨¢s importantes galer¨ªas barcelonesas- no puede evitar el valorar la importancia de ese lugar. El encuentro de esas; dos calles barcelonesas y precisamente a causa de las galer¨ªas de arte y de su significaci¨®n, define, a mi modo de ver, uno de los parajes urbanos m¨¢s civilizados de toda Europa. Quien est¨¦ en Barcelona buscando lo que yo buscaba en ese momento, puede situarse all¨ª por largo tiempo, viendo exposiciones o dialogando con los amigos en las terrazas de los caf¨¦s que jalonan la calle. Por eso, yo, desde la exposici¨®n de Joan Prats, me fui aver la exposici¨®n de Dau al set. Dau al set es una galer¨ªa, relativamente nueva tambi¨¦n, situada en Consejo de Ciento, entre las galer¨ªas Gaspar y Ren¨¦ Metr¨¢s. Ciertas cosas hay que explicarlas aqu¨ª, en Madrid, donde es posible que se desconozcan. El nombre de esa galer¨ªa tambi¨¦n es un homenaje: un homenaje al grupo de artistas que, capitaneados por Tapies y por Tharrats, mantuvieron la revista de ese nombre para el cultivo de un arte de la imaginaci¨®n y de la ensonaci¨®n, al que luego, sin discriminar excesivamente, se le ha llamado surrealismo. Dau al set: es decir, el dado al n¨²mero siete -y qu¨¦ pobre suele resultar siempre toda traducci¨®n, lo que indica que, ya desde la titularidad del grupo y la revista, hab¨ªa un culto imaginativo a la l¨®gica. del absurdo... Lo cual no tendr¨ªa mayor importancia si no se tuviera en cuenta que aquello ocurr¨ªa en los ¨²ltimos a?os cuarenta y en los primeros a?os cincuenta... cuando la imaginaci¨®n estaba muy lejos de que nadie la propusiese para llegar al poder.Exposici¨®n conjunta
Pues la galer¨ªa Dau al set, en aquellos d¨ªas, y supongo -que todav¨ªa, ten¨ªa una exposici¨®n conjunta de obra gr¨¢fica de Joan Mir¨® y de Antoni Tapies. No: la galer¨ªa Dau al set no se hab¨ªa puesto de acuerdo con la Joan Prats para complementar sus mutuas exposiciones, pero el hecho es que se complementaban.
La primera consideraci¨®n que se me ocurre es la de la condici¨®n catalana de esos dos artistas. No es s¨®lo que lo sean que sean catalanes. Es que, adem¨¢s quieren serlo. Concretamente T¨¢pies es, cada vez m¨¢s en estos ¨²ltimos anos, un voluntario de Catalu?a. Toda su obra est¨¢ impregnada de ello: de un permanente visca Catalunya y de la senyera medieval. Y Mir¨®. Mir¨® no es que quiera ser un catal¨¢n. Mir¨® es que lo es, en toda su pintura, en todos sus gestos, por encima de su propia voluntad que tambi¨¦n conduce a ello.
A la vista del conjunto de toda aquella obra, no pude evitar algunas consideraciones. Y de tales consideraciones, sobre la vida y la obra de ambos artistas, sale una contradici¨®n que a m¨ª me parece altamente creadora, sobre todo si, tras tenerla en cuenta, estoy d¨ªspuesto a llegar a las s¨ªntesis.
A mi me parece que la obra de Mir¨® aporta fundamentalmente a la pintura de nuestro tiempo un ¨ªmpetu cuaternario que est¨¢ ya muy perdido, no s¨®lo en el arte sino en toda la pintura occidental. Mir¨® es el hombre que con m¨¢s profundidad sabe ver las voces r¨²nicas de la especie y del clan que pueden esconder las oquedades de las piedras y, el graznido de las aves carniceras... y de los hombres. Y despu¨¦s de Mir¨®, Tapies. La significaci¨®n de T¨¢pies en la pintura del siglo XX hay que comprenderla, a mi modo de ver, por su capacidad auditiva, y subsiguiente traducci¨®n genuina, de las voces m¨¢s elementales.
Pero, voy a lo que iba, toda esa capacidad sensitiva hacia la elementalidad superviviente de nuestro tiempo, est¨¢ en franca contradicci¨®n con la innegable condici¨®n catal¨¢urilca de ambos. ?Por qu¨¦? Aqu¨ª tengo que llegar a afirmaciones, cuya justificaci¨®n, ya lo s¨¦, tendr¨¢n que quedar un poco en el aire de las cosas indefinidas...
Porque Catalu?a -la cultura catalana- significa, en Europa, en el mundo, la parcela de la sensibilidad, de la cultura, que est¨¢ m¨¢s alejada de las cavernas.
?C¨®mo se explica, pues, la contradicci¨®n de esos dos catalanes, que lo son, irrenunciablemente, adem¨¢s? ?C¨®mo se explicar¨ªa la proximidad cavernaria de un arte, realizada por hombres de la cultura m¨¢s lejana a las cavernas?
Se explica, creo yo, porque son artistas y, en tanto que tales, cumplen con la condici¨®n b¨¢sica m¨¢s elemental de todo artista, que es la de ser testigos de determinadas realidades. ?De qu¨¦ realidad? De la casi secreta aspiraci¨®n cuaternaria de los hombres de nuestro siglo.
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