Stones, un cent¨ªmetro m¨¢s alto: 2,32 m.
Dwight Stones, recordman del mundo de salto de altura y que en Montreal s¨®lo pudo llegar a la medalla de bronce, volvi¨® a batir ayer en Filadelfia su plusmarca, al franquear el list¨®n situado a 2,32 metros sobre el suelo. Es la segunda superaci¨®n de Stones en lo que va de a?o, pues el 5 de junio logr¨® 2,31, igualmente en Filadelfia. Sin duda, es una buena revancha por haber perdido el oro ol¨ªmpico.
Con poco m¨¢s de veintid¨®s a?os y medio, Dwight Stones ha vuelto a confirmar ayer en Filadelfia que es, sin duda, el m¨¢s grande saltador de altura mundial desde la desaparici¨®n de Valery Brumel. Resulta curioso el paralelismo y la superioridad de estos dos hombres en sus respectivas ¨¦pocas, pues si los 2,28 del sovi¨¦tico permanecieron largo tiempo en las listas de records como una barrera casi imposible de superar, Stones, mucho m¨¢s joven que ¨¦l, lleva camino de colocar su cima, cent¨ªmetro a cent¨ªmetro igualmente, en una cifra casi incre¨ªble.La diferencia entre los dos hombres, sin embargo, se puede considerar muy clara. Mientras Brumel saltaba a rodillo ventral, Stones ha sido el alumno m¨¢s aventajado de Dick Fossbury. ?Qui¨¦n mejor? Indudablemente ser¨ªa interesante ver saltar ahora a Brumel en pisos de tartan y similares, como a Stones en tierra batida. Precisamente la batida, mucho m¨¢s positiva en el tart¨¢n -y ya no digamos la mejora en las zapatillas-, podr¨ªa equivaler seg¨²n muchos a los cuatro cent¨ªmetros de distancia que separan actualmente a Stones de Brumel.
De cualquier forma, la clase del norteamericano, muy especial de car¨¢cter, como demostr¨® en Montreal al marcharse de la Villa Ol¨ªmpica porque no le dejaban con ¨¦l a una amiga, es innegable. S¨®lo un superclase puede haber saltado en su carrera treinta veces 2,25 o m¨¢s, y s¨®lo un atleta concienzudo y tenaz puede pasarse dos a?os, desde 1973 en que bati¨® por vez primera el r¨¦cord del mundo, superando con 2,30 los 2,29 de su fugaz compatriota Pat Matzdorf, e incluso los oficiosos del chino Ni-Chin-Chin, intentando una y otra vez salvar la barrera de los 2,31. Nunca desesper¨® y quiz¨¢ la mejor preparaci¨®n a la vista de los Juegos Ol¨ªmpicos le ha dado ya el doble fruto de dos cent¨ªmetros.
Su desgracia en los Juegos fue que la lluvia le jug¨® una mala pasada. Solucion¨®, posiblemente, su problema con el p¨²blico canadiense franc¨®fono, en contra suya por las declaraciones intempestivas que realiz¨® d¨ªas antes del concurso e incluso sali¨® a la pista, en plan muy folkl¨®rico, mostr¨¢ndole una camiseta en la que se le¨ªa: ?I love French Canadian?. Quiero al Canad¨¢ franc¨¦s. Pero no pudo con el piso mojado y eliovenc¨ªsimo polaco Wszola, como el canadiense Joy, buenos disc¨ªpulos pero no tan aventajados, le superaron. Se qued¨® a diez cent¨ªmetros de su record mundial de entonces y no es extra?o, claro, que ahora declare: ?Salvo la lluvia, nadie me derrot¨®?.
S¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s se ha tomado una cumplida revancha.
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