Hacia el fin de la "ostpolitik"
Todo parece Indicar que la era de la ostpolitik, puesta en marcha por el se?or Brandt incluso antes de que los Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica concibieran siquiera los lineamientos de la ?detente? actual, no continuar¨¢ siendo, en adelante, la base de la pol¨ªtica internacional del partido socialdem¨®crata alem¨¢n. El sospechoso silencio del se?or Schmidt sobre el tema durante las ¨²ltimas semanas, en plena campa?a electoral, y los incidentes que se han registrado estos d¨ªas en la frontera de las dos Alemanias, muestran que la ostpolitik ha pasado ya a un segundo plano, desde el cual puede caer definitivamente en el olvido. El propio se?or Brandt parece hoy interesado en crear para s¨ª y para el SPD una imagen mucho m¨¢s ?europeo occidental? -sobre todo de cara al partido de la CEE- ?europeo oriental?. Quiz¨¢s el acuerdo de Alemania Federal con Polonia, en abril pasado, por el cual Bonn desembols¨® alrededor de 2.200 millones de marcos en concepto de ?reparaciones? de guerra y tambi¨¦n para que Varsovia permitiera el regreso de unos 100.000 alemanes polacos a la ?madre patria?, haya sido el ¨²ltimo cap¨ªtulo de un intento de distensi¨®n que nunca lleg¨® a cuajar, y que adem¨¢s le est¨¢ dando a la democracia cristiana su principal instrumento de recuperaci¨®n de votos.Elecciones y deudas
Tres circunstancias conspiran en estos momentos contra la continuaci¨®n de la ostpolitik, cada una de las cuales justifica el silencio de Schmidt. En primer lugar, la presente etapa electoral. La democracia cristiana (CDU-CSU) est¨¢ desarrollando precisamente su campa?a sobre el ?fracaso de la pol¨ªtica de contemplaciones con el Este, lanzada por Brandt y Schmidt?, que le ha permitido a la URSS -asegura el se?or Strauss hoy el mejor orador pol¨ªtico de Alemania- ?fortalecer su imperio militar y colocar de nuevo a Alemania contra la pared?. La crisis econ¨®mica y el crecimiento extraordinario de la maquinaria de guerra del Pacto de Varsovia viene a respaldar las palabras de Strauss ante un electorado que, como el alem¨¢n, es el que m¨¢s teme en Europa al ?comunismo? y a los ?rusos?.
Pero las otras dos razones que hacen ahora de la ostpolitik casi una mala palabra son a¨²n m¨¢s importantes. 1) Los pa¨ªses del Este le deben a Occidente nada menos que 32.000 millones de d¨®lares, de los que 8.000 corresponden, justamente, a exportaciones alemanas a la URSS, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, Rumania y Hungr¨ªa. Si bien es cierto que esas ventas le han permitido a la RFA mantener el nivel de producci¨®n y ocupaci¨®n de sus f¨¢bricas, tambi¨¦n es verdad que en una hora de desocupaci¨®n y de recesi¨®n, una deuda como ¨¦sa, ?incobrable a corto plazo?. (as¨ª lo reconoci¨® el propio Schmidt) pesa demasiado en el ¨¢nimo de una opini¨®n p¨²blica que, por si fuera poco, sospecha -con el aliento de la CDU-CSU- que esos miles de millones le han servido adem¨¢s al ?imperio sovi¨¦tico? para amenazar m¨¢s estrechamente la seguridad de la RFA. 2) Frente a ese panorama sombr¨ªo, Alemania descubre en los Estados Unidos y en la CEE la posibilidad, no s¨®lo de jugar al rol de primera potencia, como se ha, visto a Schmidt desempe?arlo en relaci¨®n con Italia, Francia y Gran Breta?a, sino tambi¨¦n de hacer buenos negocios por medio del rearme. En ese sentido conviene recordar el nuevo ?contrato del siglo?, firmado anteayer por Bonn y Washington, para llevar a cabo un programa de construcci¨®n de nuevos carros de combate para la OTAN (mezcla del Leopardo y de un nuevo modelo norteamericano), por 12.000 millones de d¨®lares, de los que la RFA se llevar¨¢ m¨¢s de la mitad.
Berl¨ªn
Por otra parte, si algo faltaba para inclinar la balanza contra la ostpolitik, ahora se ha recurrido otra vez el problema de Berl¨ªn. La URSS present¨® el mi¨¦reoles una protesta formal a las potencias occidentales ante la eventual participaci¨®n de los berlineses en las futuras elecciones para formar el Parlamento Europeo. Mosc¨² considera que tal participaci¨®n vulnerar¨ªa el acuerdo cuatripartito sobre la ciudad, conclu¨ªdo en 1971, es decir, en pleno auge de la ostpolitik. La democracia cristiana se apresur¨® a hacer p¨²blico ayer un balance de la pol¨ªtica gubernamental sobre Berl¨ªn, en el que a la vez destac¨® la ?pasividad" y del SPD ante los recientes inciderites frontenzos. ?Ya ven ustedes -dice el se?or Strauss con satisfacci¨®npara lo que ha servido la ostpolitik.?
Frente a este reto, a Schmidt s¨®lo le queda una alternativa: callar, lo que equivaldr¨ªa al reconocimiento del ?fracaso? de su partido, o correr m¨¢s que Strauss por la v¨ªa del endurecimiento ante el ?comunismo? y la URSS. Todo sugiere, especialmente despu¨¦s de Puerto Rico, que ha elegido este camino.
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