Espejismos burs¨¢tiles
En estos ¨²ltimos d¨ªas, la prensa y la televisi¨®n se han hecho eco de rumores seg¨²n los cuales el Gobierno se apresta, una vez m¨¢s, a tomar medidas de apoyo a la Bolsa. Como el rumor parece haber tomado cuerpo con la reuni¨®n que los s¨ªndicos de las tres Bolsas- espa?olas celebraron con el ministro de Hacienda, parece oportuno hacer una llamada de atenci¨®n a fin de que los responsables econ¨®micos de la Administraci¨®n no caigan de nuevo en la tentaci¨®n de jugar al Rey Canuto.Esta tentaci¨®n, debidamente alentada por poderosos grupos de intereses, se ha traducido en estos a?os pasados en sucesivas ampliaciones de los porcentajes de desgravaci¨®n por inversiones en valores mobiliarios que las personas sujetas al impuesto sobre la renta podr¨ªan efectuar. El ¨²ltimo ?retoque? proviene del decreto-ley de 17 de noviembre de 1975, de acuerdo con el cual se autorizaba a que las inversiones en Bolsa pudieran alcanzar el 50 por 100 de la base imponible procedente de los ingresos declarados. Dentro de ese l¨ªmite, las acciones de Telef¨®nica y de sociedades el¨¦ctricas desgravan un 15 por 100 y las restantes el 13 por 100. No son conocidas las modalidades que pueden adoptarlas inminentes medidas de apoyo burs¨¢til; unos llegan a aventurar, nada menos, que seconsiderar¨¢ gasto deducible la totalidad de la compra de acciones, inientras que otros apuestan por la subida del coeficiente de desgravaci¨®n hasta porcentajes mucho m¨¢s sustanciales que los actuales.
Ahora bien, sea cual sea la modalidad adoptada, opinamos que constituir¨ªa qna muestra de arbitrismo econ¨®mico. La historia m¨¢s reciente de este tipo de incitaciones administrativas indica que son un fracaso inequiYoco: no consiguen reanimar la demanda de valores, dan ocasi¨®n f¨¢cil a la especulaci¨®n, desorientan al inversor no iniciado en el complejo mundillo burs¨¢til, y suponen una merma de ingresos fiscales para el Tesoro P¨²blico.
Resulta f¨¢cil comprender la preocupaci¨®n del Gobierno por la evoluci¨®n de la Bolsa. Durante 1974 el ¨ªndice general de Madriddescendi¨® un 10,5 por 100; en 1975 pr¨¢cticamente se mantuvo, y en lo que va de a?o ha bajado un 16 por 100. Como se indic¨® antes, la tentaci¨®n de intentar forzar el mercado es innegable -de hecho el Gobierno, olvidando su declaraci¨®n program¨¢tica ha ca¨ªdo en ella m¨¢s de una vez, como lo prueban las compras masivas que el Banco de Espa?a realiza de vez en cuando-, pero tambi¨¦n es in¨²til. En cuanto reflejo de la evoluci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs, la Bolsa no recuperar¨¢ su tendencia alcista de anta?o en tanto en cuanto nuestra econom¨ªa no recupere fuerzas y la reactivaci¨®n se afiance. Si como todo parece apuntar, los tres factores fundamentales que explican la marcha del ¨ªndice de cotizaciones son el grado de liquidez monetarias, la tasa de inflaci¨®n, y las expectativas de beneficios de las empresas, las medidas que ahora puedan adoptarse ser¨¢n flor de un d¨ªa. Mientras vivamos
con - precios que crecen a un ritmo superior al 20 por 100, forzando en consecuencia a una pol¨ªtica monetaria restrictiva, y en tanto los empresarios mantengan dudas razonables sobre la rentabilidad de su actividad futura, el ¨ªndice seguira descendiendo, por mucho que el Gobierno se empe?e en detenerlo. Eso s¨ª, en lugar de intentar trazar l¨ªmites a las-olas del mar podr¨ªa aprovechar la ocasi¨®n para reflexionar sobre los numerosos defectos que plagan nuestros mercados de capitales. De esa forma no perder¨ªa el tiempo y ahorrar¨ªa dinero.
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