Jensen dio un nuevo aire al Real Madrid
, El primer tiempo jugado por el Real Madrid en este partido tardar¨¢n mucho en olvidarlo los aficionados coru?eses que llenaron a reventar Riazor. Jensen, hombre que se presentaba como inc¨®gnita para los aficionados, dio un aire completamente nuevo al Madrid, y de su mano el equipo ofreci¨® un magn¨ªfico espect¨¢culo, jugando con rapidez, orden y profundidad, de una forma dif¨ªcil de superar. El Pe?arol comenz¨® dominando en los primeros minutos, y cuando s¨®lo hab¨ªan transcurrido cinco de partido ya hab¨ªa dado dos graves sustos a Miguel Angel. El primero, en un cabezazo de Villalba al larguero; el segundo, en un remate de Unan¨²e que, a puerta batida, rechaz¨® Pirri. Pero esos cinco primeros minutos del primer tiempo fueron los ¨²nicos en los que no mand¨® el Madrid. A partir de esos dos sustos se seren¨®, encontr¨® su sitio en el campo y comenz¨® a funcionar como una m¨¢quina perfecta.Fue Vel¨¢zquez el primer hombre que con su juego de clara visi¨®n y sus precisas entregas hizo funcionar el equipo, que poco a poco fue imponi¨¦ndose al Pe?arol hasta borrarlo por completo. Jensen, en posiciones de mediapunta y casi siempre escorado hacia la derecha, sab¨ªa prolongar el excelente juego de Vel¨¢zquez en el centro del campo y presentarse siempre con peligro en el ¨¢rea de Corbo; Sol y Camacho corr¨ªan por sus bandas y apoyaban el juego de los compa?eros de vanguardia; Guerini correteaba por todo el ataque y se nos mostraba en una versi¨®n completamente nueva de s¨ª mismo, con habilidad y chispa; Breitner, Pirri y Del Bosque guardaban las espaldas de todo el ataque y abortaban de inmediato los intentos de penetraci¨®n del Pe?arol; Santillana, en el eje de la delantera, buscaba y encontraba con frecuencia las ocasiones de remate. Atr¨¢s, Benito y Miguel Angel eran dos hombres tranquilos, cuya misi¨®n qued¨® casi reducida en este primer tiempo a disfrutar con la contemplaci¨®n del buen juego de sus compa?eros. Morena, aislado y con la permanente e inc¨®moda vigilancia de Benito, nada pudo hacer en este primer tiempo.
Fueron cuarenta y cinco minutos de juego hermoso y profundo, con una continua superioridad sobre el campe¨®n uruguayo y con abundantes jugadas de la mayor brillantez. Jensen, siempre desmarcado, demostr¨® muchas cualidades valiosas y, sobre todo, un gran empe?o en trabajar para el equipo. Jam¨¢s arriesg¨® la posesi¨®n de la pelota, la entreg¨® siempre con mucho sentido y demostr¨®, adem¨¢s, gran capacidad para el remate. A su lado, Santillana pareci¨® jugar con una soltura especial, y hasta Guerini luci¨® como el gran jugador que en otra ¨¦poca demostr¨® ser.
Tamb¨ª¨¦n el contraat¨¢que
El Madrid pareci¨® tomarse un descanso en los primeros minutos de la segunda mitad. El orgullo del Pe?arol, club de prestigio demasiado largo como para admitir una goleada, aunque venga del Real Madrid y en un torneo amistoso, le hizo sublevarse contra la marcha del partido y le llev¨® a jugar unos espl¨¦ndidos quince minutos en esta segunda mitad. Gonz¨¢lez mov¨ªa bien el equipo, y todos los uruguayos luchaban por anticiparse a las acciones madridistas. Como, adem¨¢s, la calidad de los uruguayos est¨¢ fuera de discusi¨®n, el equipo aurinegro comenz¨® a jugar bien, a amenazar la meta de Miguel Angel y a poner a prueba a la defensa blanca, que respondi¨® bien.
El dominio del Pe?arol dejaba resquicios, no obstante, a los contraataques madridistas, que desarrollaban con cierta frecuen cia y siempre con gran rapidez. En uno de ellos, Jensen proporcion¨®, Guerini la posiblidad de un nuevo gol en espl¨¦ndida jugada persona que levant¨® la mayor ovaci¨®n de la noche. Despu¨¦s, todo volvi¨® a ser f¨¢cil para el Madrid, que dominn¨® de nuevo y lleg¨® a alcanzar un quinto gol. A diez minutos del final, Miljanic orden¨® tres relevos entre ellos el de Jensen, que fue despedido con entusiastas aplausos por el, p¨²blico coru?¨¦s. Su actuaci¨®n, impecable, da paso a los mejores optimismos a la hora de enjuiciar su posible rendimiento en el Madrid. En los diez ¨²ltimos minutos, tras los cambios, el Pe?arol alcanzar¨ªa los dos goles que le sirven, cuando menos, para paliar un poco la goleada sufrida.
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