La b¨²squeda de una doctrina espa?ola de la defensa
Seg¨²n Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, en Espa?a carecemos todav¨ªa de una doctrina que nos recomiende o no el acceso de Espa?a a la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN), para resolver nuestros problemas de seguridad y para la mayor econom¨ªa y productividad de nuestro esfuerzo defensivo.La primera reacci¨®n del lector lego es la sorpresa. El tratado de Madrid entre Espa?a y Estados Unidos, del pasado enero, ?embarga? el esfuerzo defensivo espa?ol en favor de una soluci¨®n OTAN, y define un ¨¢rea de inter¨¦s com¨²n (se supone que es un ¨¢rea que interesa a Espa?a, esto es, un ¨¢rea importante para su seguridad), que coincide con un ¨¢rea de la OTAN en que los Estados Unidos comparten solidariamente responsabilidades con los otros aliados de la OTAN. El por qu¨¦ tenemos un tratado que parece conducir el esfuerzo defensivo espa?ol a su integraci¨®n con el de la OTAN, sin poseer una doctrina sobre la materia, es algo que podr¨¢ exponer Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza, art¨ªfice de la conexi¨®n-OTAN y de tantas otras cosas de factura incompleta que han quedado de su espectacular gesti¨®n al frente de los asuntos exteriores.
Sin embargo, parece que entidades y personas que deb¨ªan estar plenamente cualificadas, no han presentado al Gobierno el cuadro de opciones y alternativas con que un pa¨ªs como Espa?a se enfrenta en materia de seguridad y defensa. Este aparente abandono (por parte de intelectuales, grupos pol¨ªticos, funcionarios de paisano o de uniforme) no hace sino legitimar la presentaci¨®n espont¨¢nea de ideas e informaciones por parte de legos y aficionados, que susciten, al fin, la formaci¨®n de la doctrina que Espa?a deber¨ªa adoptar. ?O es que las opciones y las doctrinas que las respaldan han sido, de hecho, formuladas, pero el ministro del Exterior no ha tenido noticia de ellas? No s¨¦ cu¨¢l de las dos cosas ser¨ªa m¨¢s grave: si la dejaci¨®n de responsabilidades fundamentales, o la disrupci¨®n funcional creada por la falta de comunicaci¨®n.
La formulaci¨®n de una doctrina que pueda ser considerada ?oficial? (como fue oficial la doctrina de la ?independencia? de De Gaulle o es oficial la doctrina ?atlantista? de los pa¨ªses de la OTAN), s¨®lo puede partir de una consideraci¨®n de las opciones te¨®ricas abiertas a Espa?a, sometidas a continuaci¨®n al contraste de dos par¨¢metros: las capacidades reales del pa¨ªs, y las posibilidades, pol¨ªticas de su realizaci¨®n. Lo que resulta es un cuadro muy reducido de alternativas. Las opciones son muchas, las alternativas pocas.
En este examen uno debe tener en cuenta el papel de los acuerdos Espa?a-USA del pasado, y el tratado actual, que han constituido piedras angulares del desarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico de la Espa?a franquista y, la posfranquista. La existencia del tratado y el importante apoyo ofrecido por Washington a la nueva Monarqu¨ªa, dan buena cuenta de la tradicional doctrina (?o falta de doctrina?) neutral de Espa?a, seguida por ¨¦sta desde las guerras napole¨®nicas. La neutralidad activa s¨®lo ser¨ªa realizable, hoy d¨ªa, despu¨¦s de una grave crisis pol¨ªtica, que implicar¨ªa tanto la viabilidad de la Monarqu¨ªa como la solidaridad de Espa?a con sus principales socios pol¨ªticos y econ¨®micos.
?Aliado o dependiente?
Una atenci¨®n mayor deber¨ªa presentarse a la alineaci¨®n de Espa?a con un ?aliado privilegiado?. Esta es la actitud adoptada hasta ahora, con respecto a los Estados Unidos, aunque aqu¨ª la expresi¨®n ?aliado? es un eufemismo de una situaci¨®n real de dependencia. Pero esta f¨®rmula es provisional, y presenta fallos. Dado que los Estados Unidos no ofrecen un compromiso firme de defensa, es dudoso que cualquier Gobierno democr¨¢tico del futuro contin¨²e dando facilidades militares que puedan polarizar una amenaza contra Espa?a, como las grandes bases americanas. Por otra parte, los Estados Unidos han dejado entender claramente que el tratado debe ser un instrumento para el acceso de Espa?a a la OTAN, aunque es prematuro evaluar las reacciones norteamericanas en el caso de que Espa?a, por no haber llegado a instaurar la democracia, no pueda entrar en la OTAN.
Una variante de esta opci¨®n del ?aliado privilegiado? es la estrecha relaci¨®n de Espa?a y Francia en su defensa, dadas ciertas complementariedades estrat¨¦gicas entre ambas naciones. Esta opci¨®n tiene antecedentes hist¨®ricos importantes, y ser¨ªa facilitada por la estrecha relaci¨®n existente entre el ?establishment? pol¨ªtico y la jefatura del Estado, con sus correspondientes franceses. Pero esto depende de la direcci¨®n final de Francia en su postura defensiva, entre el atlantismo y la ?independencia?, siendo esta ¨²ltima m¨¢s favorable a una relaci¨®n estrecha con Espa?a. Hasta ahora, la cooperaci¨®n militar de Espa?a con Francia se ha ce?ido a la necesidad espa?ola de encontrar fuentes alternativas de equipo moderno, y la de cultivar un m¨ªnimo de cooperaci¨®n en maniobras y operaciones internacionales.
De las dos variantes del ?aliado privilegiado?, s¨®lo una se presenta como una alternativa real, la de la relaci¨®n con Francia, porque la otra de hecho, conduce a una opci¨®n OTAN, que es, por si sola, una alternativa completa. Pero esa alternativa pro-francesa se presenta con ciertas exigencias. S¨®lo ser¨ªa posible a partir de una crisis profunda del sistema actual, como la que dio entrada a la V Rep¨²blica francesa; implicar¨ªa tensiones muy complejas con los amigos europeos, sin que Espa?a gozase, a diferencia de Francia, de una posici¨®n pol¨ªtica s¨®lida, por no estar, por ejemplo, en el Mercado Com¨²n, ni en la Uni¨®n Europea Occidental, ni en el Consejo de Europa. Requer¨ªa, adem¨¢s, un aumento
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dr¨¢stico del esfuerzo econ¨®mico dedicado a defensa, lo que a su vez reclamar¨ªa un decidido respaldo popular y de los partidos, para sacrificar, en favor de la defensa independiente, parte del bienestar. Como ventajas, Espa?a estar¨ªa en condiciones de escapar al dictado de la bipolaridad tendr¨ªa m¨¢s juego en el sistema internacional, y estar¨ªa legitimada para terminar por la presi¨®n pol¨ªtica y armada la cuesti¨®n de Gibraltar, que en un contexto ?independentista? aparecer¨ªa como una amenaza insufrible.
En cuanto a la otra alternativa real, la OTAN, deben, considerarse sus ventajas potenciales, como el compromiso de seguridad que se deriva del Tratado del Atl¨¢ntico Norte. En segundo lugar, Espa?a obtendr¨ªa ventajas diplom¨¢ticas del hecho de ser miembro con igual derecho que otras naciones de su misma zona geogr¨¢fica, econ¨®mica, pol¨ªtica y cultural. Igualmente tendr¨ªa acceso a modelos y soluciones para sus problemas militares y para la reestructuraci¨®n de su esfuerzo militar. Tambi¨¦n podr¨ªa exigir y obtener responsabilidades mayores en una zona geogr¨¢fica cuyo potencial estrat¨¦gico tiene hoy enajenado a potencias lejanas (bases americanas y Gibraltar). Dentro de la OTAN se registrar¨ªa un clima m¨¢s favorable a una soluci¨®n pac¨ªfica del problema de Gibraltar. Pero, en sentido contrario, la no perspectiva de soluci¨®n al problema de Gibraltar en determinado plazo impedir¨ªa a Espa?a su integraci¨®n en la OTAN. En cuanto al costo econ¨®mico de esta integraci¨®n, no tendr¨ªa necesariamente que ser mayor de lo que es actualmente, pues el esfuerzo defensivo espa?ol es superior al de varios pa¨ªses de la OTAN de mayor renta per c¨¢pita.
Tanto si se abraza una alternativa como la otra, es exigencia ineludible la reestructuraci¨®n profunda del esfuerzo defensivo espa?ol, con consecuencias enormes para sus protagonistas; una nueva enunciaci¨®n del papel de las fuerzas armadas en la sociedad espa?ola, y una reformulaci¨®n de su responsabilidad constitucional ante el aparato de instituciones de una sociedad democr¨¢tica. De modo que la modernizaci¨®n de las fuerzas armadas espa?olas es una variable independiente, tanto de la soluci¨®n ?independentista?, como de la ?atlantista?, y casi dir¨ªa que es el comienzo correcto para la efectiva adopci¨®n de una alternativa que tendr¨ªa, sin duda, unas positivas consecuencias hist¨®ricas.
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