Cr¨ªtica sociol¨®gica y literatura
El impresionismo cr¨ªtico, con su carga de yo pienso y yo siento de nulo valor cient¨ªfico, es una de las cargas m¨¢s in¨²tiles que los estudios literarios vienen arrastrando. Cuando alcanza el extremo subjetivismo a que lo llevan un escritor de la talla de Azor¨ªn se convierte en una curiosidad literaria, pero de dudoso inter¨¦s en cuanto cr¨ªtica. El rigor de los m¨¦todos formalistas y sus m¨¢s recientes derivados, ha desplazado al impresionante, y con ¨¦l, la utilizaci¨®n de la obra literaria como trampol¨ªn para saltar a las aguas de la divagaci¨®n. El foco de atenci¨®n se centra cada d¨ªa m¨¢s en el texto, al que se considera autosuficiente, una entidad con significado propio.El formalismo, pues, sean las que fueren sus limitaciones, sirvi¨® para relegar al impresionismo al desv¨¢n de los objetos in¨²tiles y para eliminar de los c¨ªrculos acad¨¦micos al positivismo. En el campo de la cr¨ªtica literaria, sin embargo, hay otros caballos de Troya, y si su presencia puede ser saludable en cuanto la obligan a constante revisi¨®n de sus m¨¦todos y de los resultados conseguidos, tienden a alejarla del estudio del objeto art¨ªstico como tal. La llamada cr¨ªtica sociol¨®gica, que estudia la obra literaria consider¨¢ndola reflejo de la realidad socioecon¨®mica, constituye una de esas presencias, muy visibles en estos a?os.
Literatura, Historia, Alimentaci¨®n,
de Julio Rodr¨ªguez Pu¨¦rtolas. Barcelona. Editorial Labor. 1976.
Tal tipo de cr¨ªtica es el practicado por el profesor Julio Rodr¨ªguez Pu¨¦rtolas en un libro reciente: Literatura, Historia, Alimentaci¨®n. Ley¨¦ndole, no se dir¨ªa que la facultad creadora reside, ante todo, en la imaginaci¨®n, facultad esencial para la creaci¨®n art¨ªstica y en el trabajo que ella realiza para dar forma a sus invenciones, sino que es consecuencia del prop¨®sito m¨¢s o menos consciente de servir los designios de un determinado grupo social.
Rigor
El libro que comentamos est¨¢ integrado por una serie de estudios redactados con gran rigor metodol¨®gico. Desde el vocabulario mismo, donde palabras como arte, artista, renacimiento ?la terminolog¨ªa puramente culturalista y abstracta?, es sustituida ?por otra m¨¢s ajustada a la realidad socio-hist¨®rica?, como feudalismo, burgues¨ªa, etc¨¦tera, hasta la ideolog¨ªa, todo es coherente y conforme con la finalidad de presentar la obra de arte como producto de la lucha de clases.Aun para el lector que no comparta sus ideas, el esfuerzo de Rodr¨ªguez Pu¨¦rtolas es interesante; no como cr¨ªtica literaria, desde luego, pero s¨ª como oportunidad de. una lectura de las obras maestras de la literatura espa?ola de la Edad Media y del Renacimiento, desde el punto de vista oficial. Analiza con detenimiento la aparici¨®n de los burgueses en el Poema del M¨ªo Cid, aparici¨®n coincidente con el resquebrajamiento del sistema feudal, al que responde don Juan Manuel, en el Conde Lucanor, con una defensa cerrada del feudalismo. El Libro del Buen Amor refleja, seg¨²n este expositor, una visi¨®n del hombre alienado, sin conciencia clara de estarlo, que desemboca en el aislamiento del hombre frente al mundo exterior, en el Romancero. La Celestina y el Lazarillo de Tormes los ve como expresi¨®n de dos etapas hist¨®ricas: en una los valores del feudalismo chocan con los de la burgues¨ªa naciente; en la otra, se registra la corrupci¨®n del hombre en el nuevo imperio, que sustituir¨¢ al sistema feudal.
Deformaci¨®n
El mayor riesgo de este tipo de cr¨ªtica es el de la deformaci¨®n de los textos comentados. No s¨®lo se toma la realidad hist¨®rica como componente de la obra art¨ªstica, lo que debidamente matizado es admisible, sino que esa realidad es vista sin la flexibilidad que tuvo al acontecer, y ya predeterminada en su desarrollo, el de la lucha de clases, con el olvido de muchos factores que contribuyeron a hacerla seg¨²n fue. Rodr¨ªguez Pu¨¦rtolas refuerza sus argumentos con una bibliograf¨ªa impresionante, mas no por ello los presenta en forma convincente, pues extrema algunas interpretaciones harto dudosas, como cuando declara que ?en el poema (del Cid) de manera inequ¨ªvoca (aparece) el brote de una nueva clase?. Afirmaci¨®n que a muchos parecer¨¢ un tanto discutible y que, a base de los textos aducidos, no parece suficientemente probada.
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