Otro paso del Gobierno brit¨¢nico hacia la autonom¨ªa de Escocia
El primer ministro brit¨¢nico, James Callaghan, inicia hoy una visita de tres d¨ªas a Escocia. En el viaje m¨¢s crucial de su corta vida como l¨ªder del Partido Laborista, tratar¨¢ de convencer a los escoceses de que su Gobierno es sincero, cuando expresa su compromiso ?devolucionista? respecto de esa parte del Reino Unido.Escocia es el objetivo principal de una ley de devoluci¨®n de poderes que afectar¨¢ tambi¨¦n, aunque en menor escala, al Pa¨ªs de Gales y que se discutir¨¢ en el Parlamento de la pr¨®xima sesi¨®n.
En relaci¨®n con Escocia, la devoluci¨®n incluye no s¨®lo la creaci¨®n de un Parlamento soberano, sino tambi¨¦n la puesta en marcha de un poder ejecutivo y de un poder judicial que estar¨ªan por completo en manos escocesas. Londres se reservar¨ªa, entre otras, las decisiones sobre defensa y asuntos exteriores.
Como es natural, el ?Scottish National Party?, fundado en 1928 y de gran importancia en estos momentos, quiere una independencia completa que espera conseguir en el plazo de una d¨¦cada. De momento, reclaman un control absoluto de la econom¨ªa del territorio, a cuyo alrededor est¨¢ el precioso petr¨®leo del Mar del Norte.
Unica f¨®rmula para Callaghan, de evitar la secesi¨®n
Pero lo que para los nacionalistas es una t¨ªmida ley devolucionista, para algunos diputados ingleses e incluso para ciertos parlamentarios escoceses es la primera amenaza de una crisis que acabar¨ªa con la secesi¨®n del reino todav¨ªa unido.Callaghan piensa que no. Tanto ¨¦l como Foot, el ministro encargado del tema y el hombre m¨¢s fuerte del Gobierno despu¨¦s del primer ministro, estiman que esta f¨®rmula que ellos pregonan es el ¨²nico medio de evitar esa temida secesi¨®n. Ambos creen que si se atiende al deseo de mantener un status quo respecto de la situaci¨®n escocesa, tarde o temprano estallar¨ªa un conflicto de dimensiones incontrolables cuyo ejemplo m¨¢s cercano estar¨ªa en Irlanda.
Los nacionalistas escoceses, por su parte, aunque consideran que la devoluci¨®n no hace sino retrasar las cosas, aceptan la interpretaci¨®n gubernamental y est¨¢n dispuestos a apoyarla en el Parlamento, donde ocupan un importante n¨²mero de esca?os. Para ellos, la creaci¨®n de una asamblea en Escocia es el primer paso para conseguir la independencia, puesto que ellos esperan copar ese instrumento de poder. Los nacionalistas basan su deseo de romper con el Gobierno de Londres en varias convicciones: Consideran que han sufrido una dominaci¨®n cultural impuesta desde Inglaterra, un desempleo cuya tasa ha venido siendo muy alta, y una negligencia que ha mantenido a amplios sectores de la poblaci¨®n en el m¨¢s absoluto subdesarrollo. Adem¨¢s, creen los nacionalistas, las tradiciones y los deseos de los escoceses son muy diferentes de los que se sienten en el resto de Gran Breta?a. En esas circunstancias, dice el Scottish National Party, su portavoz pol¨ªtico, la ruptura es inevitable.
Intenci¨®n laborista
La raz¨®n por la que el Partido Laborista est¨¢ dispuesto a colaborar en esa ruptura, se cree en algunos sectores parlamentarios, es bien clara. Los laboristas incluyeron en sus manifiestos electorales la teor¨ªa devolucionista para contrarrestar la fortaleza que los nacionalistas ven¨ªan alcanzando. De este modo, los escoceses que no se decidiesen por una separaci¨®n completa podr¨ªan seguir votando a favor del laborismo y contribuyendo a que este movimiento pol¨ªtico continuase teniendo posibilidades de controlar el poder en Gran Breta?a.Estas opiniones no las mantienen s¨®lo los conservadores, sino que tambi¨¦n las proclaman miembros del propio Partido Laborista, muchos de cuyos diputados han amenazado con votar contra la propuesta devolucionista gubernamental cuando ¨¦sta pase sus primeras lecturas en el Parlamento.
Situaci¨®n delicada del Gobierno
La situaci¨®n del Gobierno es apurada porque un fracaso en una ley de este calibre le podr¨ªa conducir a su propio fracaso. Si la ley no triunfa y el Gobierno se ve obligado a convocar elecciones generales, puede ser que los escoceses se queden incluso sin la devoluci¨®n que se les ofrece ahora. Los conservadores son partidarios de un status quo para Escocia o, como m¨¢ximo, de una t¨ªmida devoluci¨®n en virtud de la cual Londres pueda seguir controlando las decisiones pol¨ªticas que se tomen en el territorio. Ante estas circunstancias, el Gobierno conf¨ªa una vez m¨¢s en que los nacionalistas le den la victoria. Con su grupo parlamentario dividido sobre el tema y con los conservadores considerando ?ofensiva? la propuesta devolucionista, no le quedan a Callaghan sino los liberales, que defienden una especie de federalismo a la que la intenci¨®n gubernamental no es ajena, y los propios escoceses -nacionalistas o ?devolucionistas?- para triunfar en un debate cuyas consecuencias pueden cambiar la historia y la significaci¨®n del Reino Unido.
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