El suplicio de T¨¢ntalo
Para toda persona interesada en pol¨ªtica, es decir, interesada en el futuro, asaz comprometido, de nuestro pa¨ªs, la lectura cotidiana de los peri¨®dicos y la m¨¢s espaciada de las innumerables revistas de opini¨®n, supone un diario martirio, un verdadero suplicio de T¨¢ntalo. Seg¨²n las aspiraciones o las convicciones de cada cual, cada d¨ªa le puede traer una esperanza o un desenga?o. Unas veces parece que ya alcanzan los hechos el camino anhelado para la ideolog¨ªa del lector, pero al d¨ªa siguiente se puede encontrar con todo lo contrario y con la vuelta atr¨¢s m¨¢s imprevisible. Lo que parec¨ªa al alcance de la mano queda m¨¢s remoto que antes.Se advierte la inminente ca¨ªda de un Gobierno. Caben muchas dudas sobre la condici¨®n ¨ªntima de tal equipo, pero la verdad es que con ¨¦l las cosas no andaban. Su inminente ca¨ªda provoca, conjeturalmente, un revuelo de esperanzas para muchos y, desde luego, de temores para otros. Cada cual construye un nuevo Gobierno a la medida de sus deseos. El ?whishul thinking? anda desatado por las mentes de todos. El nuevo Gobierno llega y lo que podemos asegurar es que siempre produce desconcierto. Existe unanimidad en el desconcierto. Pero esto no es de hoy. Desde muy antiguo. los Gobiernos de Franco han sido desconcertantes, porque no se han originado sobre ning¨²n proceso l¨®gico, sino como consecuencia de una ?habilidad? caprichosa y muchas veces con una participaci¨®n del azar m¨¢s importante de la que se cree. Pasado el desconcierto volvemos otra vez al suplicio de T¨¢ntalo. ?Qu¨¦ traer¨¢ este Gobierno en sus reci¨¦n estrenadas carteras? Vuelven a revolotear como mariposas las veleidosas conjeturas. Casi siempre el Gobierno trae un voluminoso paquete de medidas econ¨®micas. Esto se ha puesto de moda. El paquete parece abrumarles como a los sudorosos globe trotter su pesada mochila. Luego el paquete suele ser como esos apara tosos embalajes de los regalos que nos ilusionan mientras vamos quitando envoltorios que al final en vuelven una frusler¨ªa. Las medidas econ¨®micas quedan en agua de borrajas o en t¨ªmidos y temerosos escarceos previstos para no alarmar a nadie. Por ese lado no solemos encontrar mayores alivios a nuestra creciente inquietud, que no dudamos sea tambi¨¦n la inquietud del Gobierno.
Se juran los cargos, se preparan las estrategias, por supuesto nunca con la profundidad y majestuosa amplitud que distinguen a los genios de la guerra; se hacen avances en un sentido para inmediatamente retroceder en el otro, como si la mano derecha se desentendiera totalmente de lo que hace la izquierda. Tenemos una amnist¨ªa, por ejemplo, e inmediatamente un sibilino reglamento la medio anula. Sol¨ªa decir el conde de Romanones -perro viejo de la Administraci¨®n- que con tal que le dejaran a ¨¦l redactar el Reglamento ya pod¨ªan otros hacer la ley que quisieran.
Se abre, pongamos tambi¨¦n por caso, un per¨ªodo de entrevistas o de audiencias con personas representativas de las fuerzas de la oposici¨®n. Suponemos que en ese di¨¢logo se aclaran muchas cosas o se perfilan otras que podr¨ªan estar menos claras. No puede, por lo tanto, alegarse ignorancia ante ciertos aspectos imperantes de la realidad espa?ola. El m¨¢s elemental sentido com¨²n nos hace pensar que todo esto va a fructificar en algo, porque de lo contrario ser¨ªa ocioso este trasiego y por a?adidura desmoralizador. Pero, ?qui¨¢!, aqu¨ª sucede todo lo contrario de lo que el sentido com¨²n predica. Parece que se inicia una operaci¨®n con vistas a hacer luego lo opuesto de lo que la operacion aconseja. Del di¨¢logo pasamos luego a la realidad de los hechos y se produce una remodelaci¨®n del equipo, de gobernadores civiles que obedece a todo lo contrario de lo que pod¨ªa hacer suponer el esp¨ªritu de las consultas aludidas. Se?ores, esto parece un di¨¢logo de sordos o aquellas pintorescas conversaciones del m¨¦todo Ollendorf. Esto dista mucho de ser una forma de conducta seria.
?Qu¨¦ se est¨¢ jugando aqu¨ª? ?Un partido entre las fuerzas resistentes del pasado r¨¦gimen franquista y las fuerzas nuevas de la Oposici¨®n, con may¨²scula? En este caso. el Gobierno ha tomado a pecho su papel de arbitro y va azacanado con el silbato en la boca, recorriendo el campo sin saber lo que quieren los espectadores y poniendo faltas a diestro y siniestro. As¨ª las cosas no pueden conducirnos a nada bueno. Porque lo que est¨¢ mal planteado es el partido. El juego empieza a ser rid¨ªculo. Lo que se juego no es ese partido r¨¦gimen oposicion, primero, porque no existe r¨¦gimen sino una supervivencia artificial, una momia embalsamada, y segundo, porque al no existir r¨¦gimen cae por la base su contrario, la oposici¨®n. Sin tesis no hay ant¨ªtesis.
Me inquieta que sigamos manteniendo el mito de la oposici¨®n y que algunos organismos coordinadores intenten estructurarla como un bloque. Con esto, sin querer, me parece que seguimos haciendo un juego franquista. Estimo que ya hay que abandonar tal plantemiento. No se trata tanto de una oposici¨®n sin sentido como de vertebrar una serie de fuerzas pol¨ªticas reales: conservadoras, dem¨®crata-cristianas, liberales, socialistas, comunistas, euro o lo que sean y que esas fuerzas reales, representativas del pa¨ªs y cada vez m¨¢s fortificadas, empiecen no a oponerse a alco, sino a sentirse conscientes de su propio papel en la escena pol¨ªtica espa?ola y pasen a reclamar en ella su sitio. As¨ª empezaremos, yo creo, a entendernos y a salir del impasse, a salir de este partido o liza fantasmal en que estamos empe?ados.
No nos importa la oposici¨®n, sino la posici¨®n de las fuerzas reales cara al futuro del pa¨ªs. En esto radica el verdadero juego democr¨¢tico.
Est¨¢ bien, se nos dir¨¢ que no descubrimos ning¨²n Mediterr¨¢neo y que nos encontramos prisioneros de un dogal legalista, que la ruptura de ese dogal dentro de la legalidad es lo que nos fuerza a mantener este estado de nerviosismo, de tira y afloja, de alternativa reforma ruptura y de todas esas cosas que nos tienen sometidos al suplicio de T¨¢ntalo.
Ahora bien, planteo, por ¨²ltimo, la siguiente cuesti¨®n: ?Esa f¨®rmula m¨¢gica para transformar la legalidad dentro de la legalidad, no puede hallarse o no quiere hallarse? Porque si no se quiere hallar, los ¨²nicos que est¨¢n fuera de la legalidad son los que ego¨ªstamente, mezquinamente, contra todo derecho natural, mantienen obstinadamente esta postura.
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