Eurocomunismo, eurocapitalismo y... eurocristianismo
JOSE M.? GONZALEZ RUIZ
Hay expresiones que una vez lanzadas al aire adquieren consistencia, pese a la relativa incapacidad de decir aquello para lo cual fueron acu?adas. Una de ¨¦stas es la de eurocomunismo, a los propios dirigentes de los partidos comunistas afectados no les agrada ni con mucho pero, sin embargo, objetivamente se han convertido en un punto de referencia para el di¨¢logo y la pol¨¦mica. Yo parto de este fen¨®meno de sociolog¨ªa sem¨¢ntica.En el fondo de todo ello hay la necesidad de expresar una nueva realidad que verbalmente nova incluida en las etiquetas cl¨¢sicas. Y es que, al lado y m¨¢s all¨¢ de las primeras ilusiones de las internacionales socialistas, ha surgido un nuevo ?Estado Universal? (para emplear la terminolog¨ªa de A. Toynbee), que pretende identificarse con la Internacional Socialista, haciendo de ella una especie de Iglesia con su Vaticano y sus dogmas (como recientemente ha denunciado el propio Santiago Carrillo, secretario del PCE).
Esto, l¨®gicamente, ha descompuesto el panorama: hacer coincidir los intereses de ?todos los pobres del mundo? con los r¨ªgidos programas de un colosal aparato imperialista, tal como es de hecho el nuevo ?Estado Universal?, escomo buscarla cuadratura del c¨ªrculo. Poreso es natural que en los espacios no controtados por el ?Imperio Socialista? surjan poderosos movimientos que, arrebatando para s¨ª la ya acreditada patente de ?partidos comunistas?, se presenten de forma aut¨®noma y lancen un desaf¨ªo al Estado Universal.
Muchos no se lo creen y piensan que se trata de una estratagema; pero un an¨¢lisis m¨¢s riguroso nos convence de la verdad de sus afirmaciones. De aqu¨ª naci¨® la necesidad de expresar esto con un nombre atractivo, y de ello naci¨® el eurocomunismo.
Sin embargo, es verdad que no se trata simplemente de hacer un comunismo a la europea (a la italiana, a la francesa, a la espa?ola), sino de una rebeld¨ªa contra un nuevo tipo de imperialismo. Por eso propongo que se analice tambi¨¦n un fen¨®meno paralelo, que yo llamar¨ªa eurocapitalismo; en efecto, muchos movimientos pol¨ªticos europeos, que en el fondo est¨¢n ¨ªntimamente mezclados y comprometidos con el capitalismo, se rebelan igualmente contra el otro Estado Universal, que pretende hacer de Wall Street el Vaticano del capitalismo mundial. Y as¨ª se explica que este tipo de movimientos pol¨ªticos anden a la caza y captura de los sutiles manejos de la CIA y se revuelven ferozmente contra ella, siendo as¨ª que la CIA no es m¨¢s que el ¨¢ngel custodio de la permanencia y consistencia del capitalismo mundial.
Por eso no tiene nada de extra?o que, estando a¨²n en el seno materno, la democracia espa?ola incluya entre sus miembros articulados cosas tan dispares como los partidos comunista y carlista, y personas tan lejanas de suyo entre s¨ª, como Santiago Carrillo y Rafael Calvo Serer. La explicaci¨®n es muy coherente: tinos y otros forman parte de la misma Resistencia y luchan contra uno y otro imperialismo, o, mejor dicho, contra el imperialismo a secas.
Pero hay un tercero en discordia: el cristianismo. Tambi¨¦n yo dir¨ªa que, siguiendo el ya inevitable t¨¦rmino acu?ado habr¨ªa que hablar de eurocristianismo. Por ser m¨¢s antiguo que los otros dos, el cristianismo ya se hab¨ªa dividido en al menos tres Internacionales: la cat¨®lica, la protestante. la ortodoxa. Durante siglos, la Internacional cat¨®lica ha pretendido que las otras dos desaparezcan y se reintegren simplemente en el ¨²nico seno materno. Esto no ha sido posible. Pero s¨ª ha surgido el ecumenismo: las iglesias se han ido reconociendo entre s¨ª, superando parcialmente sus antiguos rencores y diferencias.
Ahora bien. en un momento dado, el ecumenismo se ha dejado tocar tambi¨¦n por la tentaci¨®n de imperialismo. Y as¨ª, cuando en muchas reuniones ecum¨¦nicas se han dado cita miembros de las tres Internacionales la separaci¨®n de los dialogantes no se ha verificado seg¨²n el viejo modelo: cat¨®licos, protestantes, ortodoxos, sino seg¨²n la actitud tomada frente a los conatos del nuevo ecumenismo imperialista. Por eso la asamblea termina dividida en dos bloques: los pro-imperialistas y los anti-imperialistas. Y en ambos bloques hay una proporci¨®n de cat¨®licos, protestantes y ortodoxos.
?Moraleja? Muy sencilla: hoy por hoy, la lucha dentro del mismo movimiento de Resistencia contra el imperialismo de los dos grandes Estados Universales hace posible la camarader¨ªa y la ilusi¨®n de una posibilidad de pac¨ªfica convivencia en el futuro democr¨¢tico. Sin embargo, un capitalismo provinciano ser¨¢ todo lo provinciano que se quiera, pero capitalismo al fin y al cabo; y, como tal, se ver¨¢ arrastrado por la corriente del capitalismo tout court. Igualmente el socialismo, o aquello proclamado por el Estado Universal sovi¨¦tico no es socialismo (y entonces la ruptura tiene que ser clara y tajante) o al fin y a la postre habr¨¢ que buscar un arreglo con el imperialismo sedicente socialista.
Lo mismo pasa con el cristianismo: o el Concilio Vaticano II se lleva a cabo hasta el final; o, por el contrario, los obispos del Palmar de Troya y la rebeld¨ªa del arzobispo franc¨¦s Lef¨¨vbre son pura consecuencia l¨®gica de una postura, que se quiere disimular bajo el disfraz de un progresismo aparente. Dicho m¨¢s claro: los cat¨®licos tememos que el Vaticano se alinee al lado de los dos Estados Universales triunfantes, y ello introducir¨ªa la paradoja de una nueva Resistencia contra el imperialismo vaticano, donde militen codo a codo Dom Giovanni Franzoni con el obispo Clemente, Don H¨¦lder C¨¢mara con Mons, Lef¨¨vbre...
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