Yo, ni?o Plus Ultra
En el Madrid preoto?al y, lluvioso d e finales de agosto s¨®lo quedamos dos madrile?os ilustres: el maestro Francisco Ayala, que compra libros en el drugstore, con el paraguas en la mano, y yo, que le miro. De pronto salta la noticia: ya han sido elegidos los ni?os de la Operaci¨®n Plus Ultra.?Y por qu¨¦ no me eligen a m¨ª ni?o Plus Ultra?
Me he pasado el verano en Madrid, sin playas ni suecas ni ligues, luchando por la democracia d¨ªa a d¨ªa, verso a verso (porque uno escribe en verso sin saberlo), mientras mis compa?eros y mis directores veraneaban tan ricamente. Por ejemplo, Jes¨²s Picatoste, director de Gaceta Ilustrada:
-Hemos estado en Portugal. Todo Portugal es una pintada pol¨ªtica.
-Pues yo, aqu¨ª, macho, haciendo pintadas en los peri¨®dicos.
Creo que tengo derecho a ser ni?o Plus Ultra. Si es por influencias, no me faltan. El gran pintor Viola, que un a?o fue a ver al Papa con los ni?os Plus Ultra, es buen amigo m¨ªo de los viejos d¨ªas de vino, rosas y franquismo.
Pero iba yo a comprar el pan y me entretuve hablando un rato con el quiosquero:
-A usted, don Francisco, a lo mejor le nombran ni?o ultra, simplemente.
El quiosquero, que es mi conciencia proletaria, lo que me reprocha en el fondo es no estar alineado. Dice que yo, debiera haber acudido a la conferencia esa de los no alineados.
-No, que en seguida Tito me hubiese invitado a matar el oso en Yugoslavia.
Yo prefiero matar el tiempo en Espa?a. Ah¨ª tienen a Tito, que tambi¨¦n ser¨ªa un buen ni?o Plus Ultra. Ha salvado el turismo de su pa¨ªs organizando la caza del oso para capitalistas desocupados. ?Capitalistas del mundo, un¨ªos y vamos a matar el oso.? Un buen sistema socialista tiene que contar siempre con el capitalismo.
-Est¨¢, usted muy esc¨¦ptico y parad¨®jico, se?or Umbral -me dice el quiosquero.
Lo que pasa es que estoy decepcionado por no venir en la lista de ni?os Plus Ultra.
Si los organizadores supiesen lo que se hacen, un a?o reunir¨ªan una expedici¨®n de ni?os Plus Ultra adultos. Joaqu¨ªn Garrigues Walker, Ram¨®n Tamames, Ignacio Camu?as, Ra¨²l Morodo, yo mismo. Todos de pantal¨®n corto, y de la mano de Ruiz-Gim¨¦nez, a ver al Papa. Que el Papa sepa qui¨¦nes somos los que estamos luchando por la democracia en Espa?a, y por esa cosa que a ¨¦l tanto le preocupa: la separaci¨®n Iglesia/Estado.
Porque la Operaci¨®n Plus Ultra, tal como se lleva, no deja de ser una cosa parroquial y retro. Premian el hero¨ªsmo excepcional de un ni?o que ha salvado a su hermanito de que se lo comiese una vaca. Pero nadie premia el hero¨ªsmo silencioso y cotidiano de los ni?os que trabajan antes de los catorce a?os -y no s¨®lo ocho horas, por cierto-, de los que venden barquillos a la puerta de los clubs y discotecas, en Princesa, 3, o de los que piden limosna por la Costa Fleming.
-?No sabe usted que hay montada una industria del ni?o pedig¨¹e?o? Se alquilan ni?os para pedir.
- Si, pero yo les pregunto los apellidos antes de darles la limosna, y nunca me ha salido un ni?o de las 100 familias. Resulta que s¨®lo se fingen pobres los que son pobres.
La infancia estafada, que es como llam¨¦ una vez a la infancia proletaria espa?ola, hace que la Operaci¨®n Plus Ultra sea un sarcasmo, aunque en ella figuren ni?os pobres. Premiando lo excepcional se ignora la tragedia m¨²ltiple y cotidiana del ni?o espa?ol sin escuela, porque: ahora, para septiembre, se repetir¨¢ otra vez eso de que faltan en Madrid 50.000 puestos escolares. Es un reportaje de todos los a?os, como el de la casta?era.
-En el avi¨®n queva averal Papa no caben m¨¢s ni?os que los elegidos.
Por eso digo que habr¨ªa que hacer una Operaci¨®n Plus Ultra de adultos. O, por lo menos, sacarme a m¨ª ni?o Plus Ultra. Soy el ¨²nico espa?ol que no fue flecha, y eso ya es un m¨¦rito. Y encima defiendo la democracia sin cobrar de nadie. No quiero ser acad¨¦mico ni ser repuesto en mi c¨¢tedra del viento. S¨®lo quiero ser ni?o Plus Ultra.
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