Nuestros Bernardos
LA PRENSA espa?ola ha llenado sus primeras p¨¢ginas con la efigie del pr¨ªncipe Bernardo de Holanda. Los peri¨®dicos dedican planas enteras a denunciar al consorte de la reina Juliana, acusado hasta el momento de haber observado una conducta incorrecta en sus relaciones con determinados medios financieros, y concretamente, con la compa?¨ªa Lockheed, la sociedad norteamericana fabricante de aviones y proveedora de la aviaci¨®n militar holandesa.Por ahora, la comisi¨®n Donner, encargada de la encuesta sobre las actividades del pr¨ªncipe, no le ha acusado de percibir ning¨²n soborno de la firma estadounidense, ni le ha atribuido ninguna culpabilidad concreta en relaci¨®n con el mill¨®n cien mil d¨®lares distribuido en La Haya por los desvergonzados vendedores americanos. Por el contrario, lo que la comisi¨®n investigadora concluye es que la conducta del pr¨ªncipe ha sido imprudente en sus contactos, habida cuenta de la situaci¨®n que el marido de la soberana ocupa en el pa¨ªs.
Otra cosa es que el pr¨ªncipe Bernardo se revele ahora como persona excesivamente vinculada a la alta finanza transnacional, un mundo caracterizado muchas veces por la ausencia de informaci¨®n transparente, por sus h¨¢bitos de secretismo y confidencialidad y por su afici¨®n al tr¨¢fico de influencias. Parece claro que una personalidad como la del pr¨ªncipe de los Pa¨ªses Bajos deber¨ªa haberse esforzado por no entrar en el resbaladizo terreno del big business si quer¨ªa preservar del esc¨¢ndalo el trono de su mujer.
Los sistemas pol¨ªticos de Holanda y Jap¨®n se han hecho, en las ¨²ltimas semanas, acreedores del respeto mundial: dos reg¨ªmenes que encarcelan a un antiguo primer ministro por percibir una comisi¨®n y privan de sus empleos civiles y militares al consorte de la reina, por mera conducta imprudente, demuestran la capacidad de autocr¨ªtica y revisi¨®n que otorga su verdadera fuerza moral a las democracias.
Ya en ocasi¨®n del encarcela ni lento del ex premier japon¨¦s Tanaka dec¨ªamos que aqu¨¦l era un ejemplo a tener muy en cuenta. La Lockheed, al parecer, ha sobornado tambi¨¦n en Espa?a. ?D¨®nde est¨¢n entre nosotros los Tanakas de turno?
Pero no es s¨®lo el caso de la Lockheed. ?Qui¨¦n ha investigado las irregularidades cometidas a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas? ?D¨®nde est¨¢n los informes p¨²blicos sobre las regulaciones urban¨ªsticas, las concesiones mediatizadas, los fraudes alimentarlos o la utilizaci¨®n del cr¨¦dito oficial?
En un pa¨ªs donde las especulaciones inmobiliarias han producido alg¨²n que otro cad¨¢ver; donde alg¨²n dignatario ha adornado su domicilio particular con lienzos de los museos nacionales; donde mueren en los lavabos de una c¨¢rcel los encartados de Redondela y donde se tarda meses en obtener informaci¨®n firme sobre las actividades ib¨¦ricas de la casa Lockheed, no est¨¢ bien escandalizarse sin m¨¢s ni m¨¢s ante la imprudencia de Bernardo de Holanda. Farise¨ªsmo se llama en la Biblia a esa figura.
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