Teor¨ªa dram¨¢tica: primac¨ªa de la m¨²sica
El choque frontal contra las posiciones que defend¨ªan el valor absoluto de la palabra en un espacio esc¨¦nico fue, en realidad, capitaneado por Wagner, pero llev¨® al director suizo Adolfo Appia a definir ese nuevo teatro, del que se reclaman casi todas las experiencias contempor¨¢neas. Las rectificaciones y experiencias posteriores no han borrado el enorme inter¨¦s, el revolucionario inter¨¦s de las propuestas de Appia. Cierto que sus postulados parecen limitarse a la defensa de un teatro rico y la renovaci¨®n del medio m¨¢s bien ha servido para hacer surgir un teatro pobre, pero el pensamiento mantiene su calidad de teor¨ªa anticipadora.Estas fueron las palabras de Adolfo Appia:
?El peligroso aforismo del arte dram¨¢tico considerado como un resultado de la reuni¨®n de todas las artes me ha obligado a analizar la naturaleza particular de cada una de ellas. Para cada obra, la elaboraci¨®n de esta s¨ªntesis debe someterse al principio que constituye la esencia verdadera del drama: el movimiento.
Medio de expresi¨®n
Como la m¨²sica constituye el privilegiado medio de expresi¨®n -que consiste en traducir la duraci¨®n de la vida interior-, la m¨²sica tendr¨¢ una funci¨®n dramat¨²rgiba consistente en ser el elemento director que coordina los dem¨¢s y establece, por analog¨ªa, una correspo?dencia dependiente de su mayor o menor movilidad propia: la m¨²sica ser¨¢, por tanto, el factor de conciliaci¨®n que permitir¨¢ organizar, a la vez, el tiempo y el espacio de la obra. De ello resulta que la pintura quedar¨¢ subordinada a la luz, la luz a la decoraci¨®n y el decorado al actor. Que el dama exclusivamente hablado deber¨ªa ser suprimido. Que la inferioridad del texto s¨®lo es comparable a la de la pintura, puesto que el texto ?informa racionalmente, pero no expresa nada?. La palabra, pues, deber¨¢ quedar reservada a una funci¨®n informativa.En esas condiciones, el espect¨¢culo depender¨¢ por completo del poeta- m¨²sico, puesto que esa m¨²sica que expresa el tiempo y construye el espacio organizar¨¢ y regular¨¢ la representaci¨®n. Claro est¨¢ que si el poeta no es tambi¨¦n m¨²sico su papel consistir¨¢ en entregar su pensamiento convertido en gestos, en vez de entregarlo encerrado en palabras?.
Esta embestida es muy seria. De ella ha nacido la actual situaci¨®n en que los autores deben abandonar sus inhibiciones ante el ?espect¨¢culo? para ordenar las nuevas acciones dram¨¢ticas creadas, incorporando a ellas todo ese mundo visual tan insistentemente reclamado.
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