Papel de las revistas de poes¨ªa
Las revistas po¨¦ticas espa?olas (1939-1975), de Fanny Rubio. Ediciones Turner. Madrid, 1976.
Hay que echar por delante el elogio y el agradecimiento que merece este libro, an¨¢lisis riguroso de un material ingente y disperso, no estudiado hasta ahora con amplitud y rigor, como lo hace Fanny Rubio.Son cientos de t¨ªtulos de revistas y millares; de p¨¢ginas las que hay que consultar; centenares, tambi¨¦n, de nombres que caracterizar, para conseguir el mapa espiritual de un tiempo, que es el valor hipot¨¦tico de un libro as¨ª, por encima de su primario inter¨¦s como cat¨¢logo o salvaci¨®n del olvido de una tarea tan gigantesca en su conjunto como m¨ªnima y ef¨ªmera en los elementos que lo forman.
El estudio que comento fue en su origen una tesis doctoral, lo que para bien o para menos bien le da una estructura determinada, ordenada y sistem¨¢tica. Ha sido ¨¦sta la de clasificar el material a estudiar por regiones, lo que pone orden en materia tan varia y compleja -quiz¨¢ sea el ¨²nico medio eficaz-, pero que no siempre permite ver con claridad las relaciones entre revistas y grupos y, sobre todo, su situaci¨®n respecto a ese contexto del que por razones hist¨®ricas son inseparables. La vida cultural dirigida llegaba m¨¢s o menos encubierta o solapadamente hasta las esferas inefables de lo po¨¦tico, con temor -frecuentemente justificado, como se demostrar¨ªa- de que escaparan a las directrices de los organismos oficiales encargados de ello.
M¨¦todo
No quiere decir esto que Fanny Rubio no lo haya advertido y expresado, sino que el m¨¦todo seguido dispersa por distintos lugares del libro revueltas piezas del rompecabezas que el lector ha de reunir por su cuenta.
Ayudando al lector a esta tarea, seguimos, la pol¨ªtica estatal en este terreno con la promoci¨®n, desde la Delegaci¨®n Nacional de Prensa y Propaganda -la misma a quien correspond¨ªan las tareas de censura-, de un plan de ediciones Juan Aparicio traz¨® una coherente y eficaz red que abarcaba varias revistas, desde El Espa?ol, de temas culturales, muy a tono con el sentido imperial que privaba entonces, y La Estafeta Literaria, donde se acercaba a las generaciones promocionadas, hasta Garcilaso, totalmente entregada a la poes¨ªa, con temario libre y eclecticismo expresivo, sobre todo pasados los primeros n¨²meros, muy representativos de una l¨ªrica clasicista encuadrada en un estrofismo: propio de ?esta primavera del endecas¨ªlabo?.
Fanny Rubio -he de advertir- no se ha limitado a las revistas puramente po¨¦ticas; recoge tambi¨¦n aquellas m¨¢s ampliamente literarias o de pensamiento, que albergaban poes¨ªas o teorizaban sobre temas l¨ªricos. Ha hecho bien, porque en ellas se encuentran trabajos que ayudan a entender las corrientes que hicieron pasar la poes¨ªa de tonos neopetrarquistas a existenciales y a sentimientos neorrom¨¢nticos o religiosos antes de abrirse a un arrollador temario social.
El lector atento descubrir¨¢ un humilde florecer de otras revistas que no quer¨ªan llamar mucho la atenci¨®n fuera de su voluntario p¨²blico minoritario. Revistas que ten¨ªan que sortear escollos que las colecciones de las hemerotecas no pueden revelar. Peque?a historia iluminadora y casi indispensable.
Pienso, por ejemplo, en Corcel, de Ricardo Blasco, y sus animosos creadores -?quorum pars parva fui?-, que debi¨® de ser la primera revista que intent¨® salir por sus propios y escasos -por no decir inexistentes- medios.
En el libro comentado se valora bien el papel de Corcel, ?que superaba la mediocridad de las publicaciones de su tiempo?.
Hero¨ªsmo
Queda fuera -y eso pasar¨¢ con otras revistas, pero es inevitable esa peque?a historia que con alguna hip¨¦rbole podr¨ªa calificarse de heroica y que tambi¨¦n roza la picaresca, s¨®lo conocida de quien la viviera: las dificultades y obst¨¢culos que sufr¨ªa lo que simplemente por no estar en las filas de lo oficial se hac¨ªa fr¨¢gil para la sospecha. C¨®mo se pudo publicar una revista sorteando la exigencia de un permiso que nunca existi¨® (otra raz¨®n para aquella definici¨®n de ?guadiana de la poes¨ªa? dada por Gerardo Diego); el alboroto promovido por la inserci¨®n de dos sonetos de Garc¨ªa Lorca; la prohibici¨®n del poema El caballo, de Jos¨¦ Luis Hidalgo. El papel de Corcel en un movimiento po¨¦tico, coincidente con otros poetas aislados en distintos lugares de Espa?a no era visible entonces. Dice bien Fanny Rubio: se apoy¨® en Vicente Aleixandre como figura aislada, digna, un tanto silenciada en aquellos primeros a?os de la d¨¦cada y trat¨® de continuar una l¨ªnea po¨¦tica truncada, frente a garcilasismos y sumisi¨®n a lo formal. (Volvamos al m¨¦todo: la distribuci¨®n geogr¨¢fica lleva a esta revista a un lugar lejano del momento po¨¦tico madrile?o. Corcel fue m¨¢s madrile?a que valenciana. El grupo que la hac¨ªa estaba marginado. Sus lectores en Valencia eran muy pocos.)
Comentario semejante podr¨ªa hacerse con relaci¨®n a Espada?a y a varias ctras revistas nacidas y pronto initiertas en rincones de la geograf¨ªa hispana.
Filosof¨ªa
Un lector interesado por el tema podr¨ªa reconstruir esta fisiolog¨ªa de las revistas, que van modificando lentamente sus posturas. A lo largo de los a?os, el convoy Garcilaso-Acanto-Poes¨ªa Espa?ola abren sus p¨¢ginas con amplitud a poetas y corrientes po¨¦ticas. Otro tanto puede decirse de la sant¨¢nderina Proel, sucesora en parte del grupo de Corcel, en cuanto a los colaboradores, m¨¢s liberal en po¨¦tica corno en acogida a los poetas de lo que proclamaban sus pfimeros editoriales en pura ret¨®rica oficial.
Creo que se ha quedado fuera otro intento de revista independiente, de intenci¨®n mehos minoritaria, con alg¨²n paralelo con Insula, con secciones de arte, cine, etc., lanzada por Tom¨¢s Seral y Casas, que perteneciera a la vanguardia literaria y s¨®lo logr¨® sacar el n¨²mero 0 de su revista Punto, prohibiola ya en este intento y su continuaci¨®n, Indice de Artes y Letras (octubre de 1949-junio de 1951) en lo que era ya su segunda etapa (resolviendo con la adquisici¨®n de un t¨ªtulo los motivos legales de la prohibici¨®n. Indice public¨® poemas; de Miguel Hern¨¢ndez, Juan Rejano, Jos¨¦ Luis Gallego, Juan Gil-Albert, Guill¨¦n y Salinas, con poemas entonces in¨¦ditos.
Tambi¨¦n convoc¨® un premio de poes¨ªa en el que votaban los lectores. Lo obtuvo Angela Figuera Aymerichy lograron acc¨¦sits Leopoldo de Luis y Ram¨®n de Garc¨ªasol. Luego, tras varios disgustos con la Vicesecretar¨ªa, pasar¨ªa Indice a manos de Juan Fern¨¢ndez de Figueroa, como Fanny Rubio ha recogido.
Pero no m¨¢s comentarios -surgir¨ªan muchos, querr¨ªa hablar de Insula, de Agora, de El Sobre Literario...- a este libro indispensable para conocer una larga y f¨¦rtil etapa de la poes¨ªa espa?ol
a.
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