EEUU, entre el temor al poder y el temor a la impotencia
Por primera vez en su historia contempor¨¢nea, los Estados Unidos parecen estarse debatiendo entre el temor al poder y el temor a la impotencia. Este pa¨ªs, que gasta alrededor del 5,8 por 100 de su producto bruto en armamento, arrastra, por un lado, el peso de una conciencia de potencia militar determinante, Y por el otro, la sospecha -sobre todo a partir de la retirada de Vietnam, y m¨¢s a¨²n a partir de Angola- de que esa potencia no le sirve para resolver, ni sus problemas internos, ni los de los Estados Unidos en relaci¨®n con el momento hist¨®rico, mundial, ni, mucho menos, los que le plantea la existencia de otro poder ideol¨®gico y militar, aparentemente adverso y en plena expansi¨®n, como el de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. No podemos dejar de crecer -dijo el se?or Kissinger el 7 de mayo, de 1974, durante una conferencia en Harvard- ni podemos dejar de limitarnos. La visi¨®n norteamericana de la ?detente? ha reflejado hasta hace poco esa contradicci¨®n. Pero ahora -habr¨ªa explicado el mismo Kissinger en un c¨®nclave de la OTAN, a comienzos de este a?o- ya no podemos prestar atenci¨®n a esa dial¨¦ctica interna (de crecimiento y limitaci¨®n). Tenemos, simplemente, que correr para no ser alcanzados. ?Cien mil, doscientos mil millones de d¨®lares en Defensa? Tanto da. Los Estados Unidos pondr¨¢n aqu¨ª (OTAN)y en el mundo todo lo necesario. No tenemos opci¨®n. Sin embargo, no podemos conformarnos con la superioridad t¨¢ctica nuclear, de aplicaci¨®n restringida. Hemos de situarnos y desenvolvernos en el campo estrat¨¦gico de la fuerza cl¨¢sica, con respaldo nuclear, que ha fijado la URSS en Europa y en Africa. S¨ª, en ese aspecto esta mos condicionados como no lo estuvimos nunca.
Quiz¨¢ puede pensarse que el punto de vista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica responde, en este aspecto, a igual l¨®gica que la norteamericana. Se trata -le habr¨ªa dicho a Kissinger el se?or Brezhnev durante la ¨²ltima ronda de negociaciones sobre las SALT II, en Mosc¨², al explicarle las razones de la presencia sovi¨¦tica y cubana en Angola- de la expansi¨®n para la contenci¨®n. iOh!, no es que querramos contener a los Estados Unidos; lo que queremos es poner fin a una situaci¨®n estrat¨¦gica que nos obliga, justamente, a derrochar en armas el 15 por 100 de nuestro esfuerzo nacional. Un lenguaje, como se ve, al alcance del antiguo profesor de Harvard.
Sea como fuere, lo cierto es que la inversi¨®n en ?defensa? prevista por los Estados Unidos para el per¨ªodo comprendido entre el 15 de junio de 1976 y el 15 de Junio de 1977, puede ascender, de acuerdo con c¨¢lculos de expertos alemanes e ingleses, a 115.000 millones de d¨®lares, y eso sin contar varios presupuestos asignados a investigaci¨®n, ?ayuda exterior? y programa espacial -sobre todo comunicaciones- con fines militares. Solamente el contrato que Washington acaba de firmar con Bonn, el 10 de agosto, para la fabricaci¨®n conjunta de un nuevo modelo de carro de combate (el XM-I), demandar¨¢ un desembolso de 13.000 millones de d¨®lares. Anteayer, el vicesecretario de Defensa norteamericano, se?or Clements, se mostr¨® muy satisfecho porque luego de afilar el l¨¢piz hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que su pa¨ªs podr¨ªa ahorrar 745 millones de d¨®lares mediante un simple cambio de dise?o. Pero el Ej¨¦rcito no se siente satisfecho, porque estima que las transformaciones introducidas implicar¨¢n un aumento de costo del 15 por 100.
Venta de armas
El 27 de enero de este a?o, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld, pidi¨® oficialmente al Congreso, por intermedio del presidente Ford, un total de 108.000 millones de d¨®lares para su departamento. Seg¨²n indic¨®, 132 pa¨ªses estaban dedicando entonces a armamento 300.000 millones de d¨®lares anuales, de los que m¨¢s de 115.000 corresponder¨ªan a la URSS y unos 30.000 a las naciones subdesarrolladas. El resto recae, pues, en los Estados Unidos, en Europa occidental y en el bloque del Pacto de Varsovia (excepto la URSS). Un t¨¦cnico del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres apunt¨®, sin embargo, tres meses m¨¢s tarde, que tanto el presupuesto sovi¨¦tico como el norteamericano estaban en v¨ªas de incrementarse, en forma ?no oficial?, en un 30 por 100. Tenemos que reconocer -habr¨ªa expresado el propio Kissinger en su entrevista con el se?or Callaghan, hace menos de un mes- que la Alianza Atl¨¢ntica deber¨¢ prever para defensa este a?o (76-77), no menos de 190.000 millones de d¨®lares. No obstante, el se?or Ford, por razones estrictamente electorales, recort¨® la suma oficial de Rumsfeld en 8.000 millones de d¨®lares, aunque posteriormente admiti¨® -el 6 de mayo- que ser¨ªan ?imprescindibles? ciertos cr¨¦ditos ?coyunturales? para la modernizaci¨®n de la Armada y la producci¨®n de cohetes Minuteman y de otros artefactos. La estimaci¨®n presidencial salt¨® as¨ª, de golpe, a los 114.000 millones de d¨®lares. Todo esto revela el camino err¨¢tico que la Casa Blanca, e incluso el Pent¨¢gono, siguen en la materia. El se?or Carter, opuesto a que los Estados Unidos ?se llenen de fuego los bolsillos?, declar¨®: Cuando hablamos de bombas y de tropas, nunca sabemos d¨®nde estamos; pero al final siempre descubrimos que nos encontramos mucho m¨¢s all¨¢ del lugar en el que cre¨ªamos estar. Como es natural, las cuentas del ?fuego? abarcan s¨®lo parcialmente las ventas de armas de los Estados Unidos a sus amigos del exterior. Pero hasta las estad¨ªsticas gubernamentales sirven para formarse una idea. En el curso del ?a?o presupuestario? que se inici¨® en junio de 1974, sali¨® del pa¨ªs armamento por un valor de 9.511 millones de d¨®lares; y lo significativo es que ese arsenal fue, en su casi totalidad (8.400 millones de d¨®lares) a ¨²nicamente diez clientes, en el siguiente orden de importancia: Ir¨¢n, Arabia Saudita, Israel, B¨¦lgica, Holanda, Noruega, Kuwait, Dinamarca, Marruecos y Alemania Federal. Si se desea medir la diferencia entre lo ocurrido durante ese a?o y lo que suceder¨¢ en el pr¨®ximo, basta recordar que tres semanas atr¨¢s el se?or Kissinger concluy¨® con el sha Reza Pahlevi un acuerdo, por el cual los Estados Unidos entregar¨¢n al Ir¨¢n armas por m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares en un lapso de 18 a 36 meses. En Bruselas se cree tambi¨¦n que Bonn concretar¨¢ con Washington, en los dos pr¨®ximos a?os, compras de cohetes y aviones de combate por 5.000 millones de d¨®lares. El cazabombardero F-16 parece haber desplazado por completo a la incipiente aeron¨¢utica militar de la Comunidad Europea, en la que ya se anticipa -fuentes de la OTAN- que su empleo en el ¨¢rea de la CEE le valdr¨¢n a los Estados Unidos ingresos de 8.000 a 10.000 millones de d¨®lares entre 1976 y 1979.
Como puede observarse, la ?defensa? tambi¨¦n es un buen negocio. De todas formas, hay que preguntarse hasta qu¨¦ punto Europa paga -y pagar¨¢- ese material, y c¨®mo. ?De persistir la actual crisis econ¨®mica -nos dijo en Bruselas un representante de la RFA en la OTAN-, lo m¨¢s f¨¢cil es que Europa occidental acumule. pero no pague, una deuda de m¨¢s de 37.000 millones de d¨®lares.? Paralelamente, es posible que el Congreso y la presidencia controlen en adelante m¨¢s estrechamente esta ?ayuda? al extranjero, especialmente si el se?or Carter gana las elecciones de noviembre. Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones. Al se?or Kissinger, cuyo ?humor realista? ha hecho escuela, se le atribuyen estas palabras: Carter, Carter... No se puede detener a 120.000 millones de d¨®lares.
La "detente a peque?os pasos?
Al cabo de las ¨²ltimas -y no muy fructuosas-conversaciones Salt II, el se?or Kissinger y sus colegas europeos manifestaron claramente que hab¨ªa llegado el momento de pensar en una ?detente a peque?os pasos?. Esta minidetente le costar¨¢ a cada norteamericano entre 200 y 300 d¨®lares anuales en armas. Y si el presupuesto global norteamericano sube por encima de los 420.000 millones de d¨®lares -como ya se est¨¢ temiendo-, es probable que la cifra se remonte a los 400 d¨®lares. La ?proyecci¨®n? realizada en 1975 por el anterior secretario de Defensa, James Schlesinger, obligado a renunciar por ?halc¨®n?, adelantaba un crecimiento de casi el 20 por 100 para los gastos de defensa, de 1976 a 1980. El se?or Rumsfeld, sucesor de Schlessinger, al que se califica de ?paloma?, no ha logrado ser menos ?alarmista? que su antecesor, pero s¨ª m¨¢s pesimista en lo que a d¨®lares se refiere. El equipo del se?or Carter sostiene que la ?prospecci¨®n? de Rumsfeld anuncia un despegue intolerable del 27 por 100. Por ese camino, de los 15.000 millones de d¨®lares que Rurrisfeld pidi¨® en enero para el mantenimiento y expansi¨®n de la fuerza de bombarderos B-I, los submaninos at¨®micos Trident y los cohetes intercontinentales MX, se pasar¨ªa a 22.000 millones de d¨®lares. En los c¨ªrculos dem¨®cratas existe, adem¨¢s, la ?seguridad? de que la OTAN agregar¨¢ 600 aviones a su denominada fuerza a¨¦rea t¨¢ctica, integrada hoy por hoy por 2.300 aparatos, con lo cual se homologar¨ªa este sector con el similar del Pacto de Varsovia. Se intentar¨ªa, adem¨¢s, colocar un portaaviones m¨¢s en el Mediterr¨¢neo (hoy dos) y reforzar la flota de submarinos en, por lo menos, diez unidades, para hacer frente a la Armada sovi¨¦tica en la zona, de 25 submarinos, 65 buques de guerra de diferente porte (contra s¨®lo 14 norteamericanos) y un portaaviones. Tampoco el Indico ha sido olvidado: un portaaviones, ahora en construcci¨®n, y dos cruceros, se unir¨ªan a los 7 cruceros, corbetas y acorazados que operan all¨ª. Total -dicen los ayudantes de Carter-, 12.000 millones de d¨®lares m¨¢s. No se sabe a cu¨¢nto subir¨ªa la cuenta si en Washington se decidiese equiparar la flota norteamericana con la sovi¨¦tica en el Pac¨ªfico donde la URSS posee 105 submarinos, contra solo 35 de los Estados Unidos. Tal como lo expuso el almirante James L. Holloway el 2 de febrero, la armada norteamericana ¨²nicamente conserva una ?ligera superioridad? sobre la sovi¨¦tica. Al presupuesto se han enganchado, en consecuencia, fondos para armar a los submarinos Trident con proyectiles aut¨®nomos, con un alcance de 4.000 millas marinas, y para 221 nuevos aviones, incluido el CH-53E, helic¨®ptero de carga y transporte de tropa para uso de la infanter¨ªa de marina.
Jacques Huntzinger, profesor de la Universidad de Besan?on y miembro del Partido Socialista Franc¨¦s, dijo en noviembre del a?o pasado: El Gulliver norteamericano est¨¢ prisionero de su propio poder. M¨¢s all¨¢ de la filosof¨ªa sobre la que se asienta ese poder militar, definitivamente ligado, seg¨²n el profesor, al liberalismo europeo, conviene preguntarse en qu¨¦ medida las exigencias de su propia naturaleza militar pueden condicionar o no el ?desarrollo arm¨®nico? de los Estados Unidos y de sus relaciones con el resto del mundo, as¨ª como el de las acciones y reacciones de la URSS. Y Viceversa.
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