?Es la Sociolog¨ªa una ciencia?
La Sociolog¨ªa no es una ciencia. Con esta rotunda afirmaci¨®n inicia Lachenmeyer el cap¨ªtulo introductorio de su libro. Ante tal afirmaci¨®n, el soci¨®logo convencido de la legitimidad del objeto cient¨ªfico de su trabajo profesional, puede optar por no seguir leyendo el resto del libro ante tal negativa, o bien puede continuar su lectura para conocer las razones que formula el autor para justificar su aserto inicial. Mi consejo es que conviene seguir adelante la lectura de este libro, y que puede resultar conveniente para el soci¨®logo tomar nota de algunas de las razones que discute Lachenmeyer aunque no es necesario que se las crea al pie de la letra. Porque en caso contrario corre el peligro de llegar a compartir el reduccionismo metodol¨®gico de este autor.El libro que comentamos es un intento de respuesta a la pregunta que obsesionaba a su autor desde sus tiempos de estudiante: ??Por qu¨¦ la Sociolog¨ªa no logra ayudarme a comprender la conducta social que observamos en el hombre??. Como el propio Lachenmeyer confiesa en el prefacio, a partir de una preparaci¨®n fundamentalmente estad¨ªstica y metodol¨®gica -que le imped¨ªa responder adecuadamente a su pregunta-, se dirigi¨® al conductismo primero y despu¨¦s a la ling¨¹¨ªstica, sin encontrar acomodo definitivo. Finalmente, ?me dirig¨ª a la filosof¨ªa de la ciencia para descubrir en qu¨¦ hab¨ªa consistido mi error?. En los fundamentos l¨®gicos espera comprender Lachenmeyer las razones que incapacitan a la Sociolog¨ªa para dar respuestas a sus preguntas positivas. Lo que nos tememos es que ni siquiera con la ayuda de la filosof¨ªa de la ciencia, la Sociolog¨ªa podr¨¢ nunca predecir y explicar la conducta humana a los niveles de precisi¨®n -f¨ªsica- que parece que Lachenmeyer considera deseables para que una disciplina intelectual merezca el honroso calificativo de cient¨ªfica. Pero para el bien de la humanidad, quiz¨¢ en un tiempo prudencial, la Sociolog¨ªa no puede -muy a pesar de los empiristas l¨®gicos como Lachenmeyer- codearse, por lo que se refiere al uso de la l¨®gica cuantificacional, con las ciencias naturales m¨¢s formalizadas.
El lenguaje de la Sociolog¨ªa,
de Charles W. Lachenmeyer. Barcelona. Editorial Labor. 1976.
Lenguaje convencional
Por su excesiva vaguedad, ambig¨¹edad, opacidad y contradicci¨®n, el lenguaje sociol¨®gico se asemeja m¨¢s al sistema convencional de lenguaje, que a un lenguaje cient¨ªfico Adem¨¢s, no dispone el lenguaje sociol¨®gico de mecanismos de control adecuados para enfrentarse a tales problemas ling¨¹¨ªsticos. Esta es la conclusi¨®n a la que llega Lachenmeyer despu¨¦s de analizar l¨®gica y ling¨¹¨ªsticamente una definici¨®n de Parsons sobre el sistema social. Por supuesto, y como buen empirista l¨®gico, el an¨¢lisis ling¨¹¨ªstico lo realiza fuera de todo contexto, para que las inconsistencias l¨®gicas de la definici¨®n sociol¨®gica sobresalgan con mayor facilidad. Con ello, no hace otra cosa que acatar uno de los dogmas m¨¢s caros del m¨¢s abstracto de los positivismos.
Explicaciones
Parece que para Lachenmeyer las explicaciones que de los hechos sociales han dado hasta ahora, y como ejemplo, Marx, Weber, Durkheim, Thomas y Znanieki, etc¨¦tera han sido simples lugares comunes, sin ning¨²n valor ni rigor cient¨ªfico. Porque una cosa es afirmar que el lenguaje de la Sociolog¨ªa puede resultar en ocasiones -que suelen ser m¨¢s frecuentes de lo deseable- impreciso y vago, y una muy otra que la Sociolog¨ªa no es una ciencia.
El libro de Lachenmeyer es un claro ejemplo de las conclusiones que se pueden lograr desde posiciones positivistas imbuidas del monismo metodol¨®gico, que ven en la ciencia f¨ªsica el punto de referencia de todo lo que aspire a llamarse cientifico. Obsesionados con el ideal met¨®dico de la f¨ªsica, este tipo de positivistas niegan el pan y la sal a tanto cient¨ªfico social que ha dedicado ¨ªmprobos esfuerzos a la consecuci¨®n de una interpretacion mas coherente y correcta de la conducta humana hist¨®rica. El hecho de que la conducta humana no sea asimilable a la conducta de los electrones alrededor de su n¨²cleo en el seno de un ¨¢tomo, no parece importar excesivamente a los positivistas m¨¢s abstractos. Siguen, por el contrario, empe?ados en estipular r¨ªgidos requisitos l¨®gicos que han de satisfacer las disciplinas intelectuales para entrar en el exclusivo club de las ciencias.
Pero la nueva filosof¨ªa de la ciencia parece m¨¢s dispuesta a hablar de teor¨ªas cient¨ªficas que de ciencias, y en este sentido la Sociolog¨ªa, desde su pluralismo te¨®rico y metodol¨®gico, tan convenientes, ha ofrecido hasta ahora interpretaciones de los hechos sociales que bien pueden calificarse de teor¨ªas cient¨ªficas, contradiciendo as¨ª el r¨ªgido argumento de Lachenmeyer.
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