El castillo de San Gabriel, en Arrecife
?En aquella roca se construye una peque?a defensa de unos 40 pies por cada lado, de forma rectangular, con sus baluartes de los llamados de punta de diamante, pero sin la barbacana y altura que hoy se le ve. Ten¨ªa este primitivo castillo toda la distribuci¨®n interior de madera, la cual ardi¨® totalmente cuando Morato Arr¨¢ez lo atac¨® una ma?ana del mes de julio de 1568. Torriani llev¨® a cabo el actual sistema defensivo del castillo, que comprende el amurallamiento almenado, barbacana principal, nueva distribuci¨®n interior y los puentes de las bolas (...). El ingeniero italiano se esmer¨® en la mamposter¨ªa, logrando realizar perfectas habitaciones a base de voluminosos sillares?.Elijo este texto de Agust¨ªn de la Hoz (como pod¨ªa haberme valido de cualquier retazo de las interminables conversaciones que. a lo largo del mes de agosto, he venido manteniendo con el documentado y agudo escritor canario) para ilustras el lector acerca de lo que fue el castillo de San Gabriel y de lo que en parte hoy es, merced a las desafortunadas obras de acondicionamiento emprendidas, sobre los restos de una ampliaci¨®n posterior, por el Ministerio de la Vivienda. ?En qu¨¦ mente cabe emular los contundentes sillares de Torriani por un encalado convencional y anodino, o suplir las airosas puntas de diamante por unos as¨¦pticos lucernarios, m¨¢s aparentes para boite o cafeter¨ªa que propios de un castillo o de un museo!
Pocas ciudades mar¨ªtimas cuentan con dos castillos (se dice que a principios del siglo XVI hubo en Lanzarote otras torres costeras, de las que es orgullo la de Guanapay) tan bien plantados y troneros como los de San Jos¨¦ y San Gabriel, encarados a los mares en el acceso natural a la bah¨ªa y puerto de Arrecife. Y menos a¨²n las que, de contar con ellos, hayan acertado a congregar el testimonio vivo del presente y el legado del pasado remoto, convirtiendo el castillo de San Jos¨¦, del que dimos ya noticia, en museo de arte moderno, y destinando a museo de arqueolog¨ªa el de San Gabriel, objeto de este comentario. El ayer y el hoy contempl¨¢ndose, cara a cara, sobre las aguas del Atl¨¢ntico, llegadas a buen puerto de Arrecife.
Alberga el actual museo arqueol¨®gico, propiedad del Ayuntamiento de Arrecife, 16 vitrinas en las que se conservan y exponen unas 2.500 piezas de distintas ¨¦pocas y significados diferentes: vestigios prehisp¨¢nicos, de indefinida ascendencia guanche, cer¨¢mica castellana y andaluza, a contar del siglo XV, colecciones numism¨¢ticas, abundante material iconogr¨¢fico (peque?os ¨ªdolos, incisiones en piedra, adornos simb¨®licos...) y utensilios primitivos (cuencos. candiles, braseros, hachas, pulidores, buriles, piedras arrojadizas...). No es aventurado afirmar que aqu¨ª, en el castillo de San Gabriel, se concentra y reanima la historia de Lanzarote, desde la llegada del hombre guanche hasta las sucesivas conquistas de los peninsulares o (?Por qu¨¦ no decirlo?) devastaciones de los godos.
El hallazgo, conservaci¨®n y la ordenaci¨®n, en buena parte, de este valios¨ªsimo conjunto arqueol¨®gico se deben, m¨¢s que a atenciones oficiales, a la vocaci¨®n y al empe?o de un hombre de estas tierras, ceramista singular (rem¨ªtase el lector al comentario de hace un par de semanas) e incansable velador de los tesoros de su isla: Juan Brito. De sol a sol ha recorrido este hombre del pueblo, la ex¨®tica extensi¨®n de Lanzarote (Zonzamas, Ajei, Fiquinineo, Guanapay, La Quemada, Rubic¨®n, la cueva de Los Verdes, Malpa¨ªs de la Corona...) ha guardado celosamente millares de piezas arqueol¨®gicas para, al fin y de buen grado, donarlas al actual museo que, mejor que de San Gabriel, merecer¨ªa llamarse de Juan Brito.
Si el Ministerio de la Vivienda ha errado en la prosecuci¨®n de las obras de remozamiento del castillo de San Gabriel (?c¨®mo se puede errar en tal medida, teniendo a la vista los planos de Torriani!) ha acertado de lleno el de Educaci¨®n y Ciencia al nombrar a Juan Brito guarda oficial del tesoro arqueol¨®gico de Lanzarote. Un ejemplo a imitar por unos y por otros, all¨ª, especialmente, donde no hay (pr¨¢cticamente en toda Espa?a) conservadores titulados o se ven alegremente suplidos por eventuales enterados o por el reclamo televisual de la Operaci¨®n retorno. Un ejemplo a seguir, cuando haya y donde haya hombres como el buen ceramista lanzarote?o.
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