Pinochet, en sus trece
Nadie hubiera sospechado hace tres a?os que el entonces desconocido general Augusto Pinochet se mantendr¨ªa con las riendas del poder durante tanto tiempo, y que su posici¨®n terminar¨ªa consolid¨¢ndose con tanta fuerza. Cada semana los medios de comunicaci¨®n internacionales -que seg¨²n el Gobierno militar mantienen una oscura campa?a ?antichilena?- sugieren que Pinochet encuentra dificultades por su izquierda (en donde se situar¨ªa el general de aviaci¨®n Leihgt) o por su derecha (con el general Mendoza o sus seguidores). Lo cierto es que, les guste o no a los miles de patriotas chilenos desparramados en el ¨¦xodo o sufriendo las vicisitudes de la dictadura en el interior, Pinochet sigue firme, y ahora su posici¨®n exterior se fortifica tras la reuni¨®n de la OEA (junio 1976) en Santiago.Estos tres a?os de dictadura militar han sido algo m¨¢s que una tragedia nacional. El fervor y el dolor que la muerte de Allende y la ca¨ªda de la Uni¨®n Popular representaron para la opini¨®n p¨²blica democr¨¢tica del mundo, s¨®lo pueden compararse con los que en su momento desencaden¨® la guerra civil espa?ola.
La Junta Militar chilena encontr¨® un pa¨ªs en estado cr¨ªtico, tanto en el terreno social como en el econ¨®mico. Ello explicar¨ªa tal vez al principio las diversas interpretaciones con que el golpe fue asumido en diversos pa¨ªses y hasta en el interior. La burgues¨ªa terrateniente y financiera acogi¨® a la Junta con esperanza y alegr¨ªa, los sectores profesionales con cierta reticencia, las clases populares urbanas con abierta hostilidad, y el campesinado con indiferencia. Tres a?os despu¨¦s del acontecimiento no parece que las actitudes hayan variado espectacularmente. La peque?a burgues¨ªa urbana y los profesionales parecen haberse situado claramente en contra de los militares, mientras que la gran burgues¨ªa se encuentra dividida entre ?exportadores? y consumidores. Los campesinos m¨¢s politizados y de obediencia democristiana se han colocado claramente en contra de los militares, mientras que la Iglesia cat¨®lica ha ido distanci¨¢ndose del r¨¦gimen hasta ser hoy d¨ªa uno de los sectores m¨¢s cr¨ªticos.
La situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs sigue siendo igualmente dif¨ªcil que tras la ca¨ªda de Allende aunque, seg¨²n algunos valedores de Pinochet, evoluciona favorablemente. Lo que por supuesto no impide, que el producto nacional bruto haya descendido un 14 por 100 desde la etapa de la Unidad Popular. La i?existencia de una pol¨ªtica econ¨®mica coherente, impidi¨® un crecimiento arm¨®nico que algunas centuriones vaticinaban al haber implantado el orden y la paz p¨²blica. Para semejante operaci¨®n quir¨²rgica -deshacer a la oposici¨®n democr¨¢tica moderada, exterminar a la izquierda marxista- Pinochet necesit¨® organizar un sistema represivo verdaderamente tentacular. Con decir que, al menos uno de cada 20 chilenos, ha sufrido prisi¨®n por motivos pol¨ªticos en estos tres a?os bastar¨¢ para entender la extensi¨®n represiva. En los ¨²ltimos dos meses lograda la neutralidad de los USA y la OEA en el molesto asunto de los ?Derechos Humanos?, el r¨¦gimen se ha endurecido.
Probablemente hoy anunciar¨¢ al pa¨ªs Pinochet la aprobaci¨®n de la nueva constituci¨®n, inspirada en los principios m¨¢s puros de la democracia org¨¢nica y que consolida el ostracismo de los partidos. El ?nuevo orden? castrense consolidar¨ªa as¨ª sus instituciones y podr¨ªa imaginar para el futuro un ?frente nacional?, sustituto de partido ¨²nico, cuyo germen parece encontrarse en los ?frentes? org¨¢nicos de mujeres, j¨®venes, profesionales, etc.
No ha podido la dictadura chilena exterminar por completo a la oposici¨®n democr¨¢tica en el interior que se ha unido a trancas y barrancas en la praxis, mientras que en el exterior esta unidad parece m¨¢s dif¨ªcil de alcanzar. Pero los m¨¢s pesimistas aseguran que en los pr¨®ximos meses dif¨ªcilmente la oposici¨®n tendr¨¢ un papel que jugar, mientras democristianos y comunistas no lleguen a un ?compromiso hist¨®rico? dificil¨ªsimo de alcanzar en las actuales circunstancias.
Las perspectivas de este tercer a?o de r¨¦gimen militar no son, pues, demasiado halag¨¹e?as para quienes propugnan un cambio radical o la simple evoluci¨®n democr¨¢tica. Augusto Pinochet sigue en sus trece.
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