Libertad pol¨ªtica y libertad econ¨®mica
En toda sociedad con divisi¨®n del trabajo se impone organizar la asignaci¨®n eficaz de los recursos y la coordinaci¨®n de las decisiones de los agentes econ¨®micos. Es misi¨®n del Estado el organizar esta convivencia econ¨®mica entre los individuos. En esencia, existen dos formas de organizaci¨®n.La primera es aquella que se basa en una centralizaci¨®n de las decisiones (burocracia). Aqu¨ª, las autoridades encargadas de la planificaci¨®n central, quiz¨¢, podr¨ªan llegar a conseguir, mediante un modelo de actividad en donde la informaci¨®n relativa a todos los procesos econ¨®micos fuera tratada con un potente ordenador, una asignaci¨®n eficiente de los recursos. La dificultad de alcanzar este objetivo sin evitar colas, racionamientos, etc¨¦tera, es f¨¢cil de prever. Con independencia de la asignaci¨®n de los recursos, nos encontramos que, en la burocracia, al ser valorado el rendimiento por el superior, el principio de la eficacia va degenerando en adulaci¨®n y la libertad individual va quedando sustituida por la dominaci¨®n.
Por otra parte, al prescindir de las preferencias de los consumidores desaparece, tambi¨¦n, la libertad de elecci¨®n. Pero comoquiera que la libertad no puede ser parcelada discrecionalmente, ya que al cercenar o mutilar una de sus facetas provoca reacciones en cadena, al final resulta afectado todo el sistema de convivencia social. No es casual, dice Weber (1), que tambi¨¦n exista en los pa¨ªses del Este con econom¨ªa centralizada la falta de libertad pol¨ªtica y legal.
Respecto a la segunda forma de organizar la convivencia econ¨®mica, tenemos aquella que se fundamenta en la descentralizaci¨®n de las decisiones (mercado). Teniendo en cuenta la evoluci¨®n de las exigencias sociales a la econom¨ªa, pidi¨¦ndole no solamente bienes y servicios, sino tambi¨¦n salarios reales, nivel de vida, tiempo libre, cultura, calidad de vida, etc¨¦tera, resulta que el sistema de mercado ya no se puede entender como algo puramente privado, sino como la pieza de un sistema en donde la organizaci¨®n, de esta convivencia econ¨®mica tiene como fin el bienestar com¨²n.
Los problemas de paro, crecimiento, estabilidad monetaria y, especialmente, la distribuci¨®n de la renta para corregir el punto de partida, exigen una intervenci¨®n del Estado encaminada a eliminar obst¨¢culos estructurales e institucionales que se opongan o sean contradictorios al m¨¢ximo bienestar. Aqu¨ª, la planificaci¨®n no se concibe como una alternativa de la econom¨ªa de mercado, sino como un instrumento que la complementa, logrando una coherencia interna, no s¨®lo entre objetivos y medios, sino, tambi¨¦n en las acciones emprendidas por todos los agentes econ¨®micos que encuentran aclarado y despejado el horizonte de las expectativas en su toma de decisiones.
En una econom¨ªa de mercado con iniciativa privada, es forzoso admitir que la funci¨®n de la empresa tiene una dimensi¨®n eminentemente social. Por eso, debe ser la sociedad la que atribuye al empresario los l¨ªmites de su poder y libertad, exigi¨¦ndole, tambi¨¦n, a su vez, la correspondiente responsabilidad.
La intervenci¨®n del Estado
Adem¨¢s de las leyes del Estado, aparecen como l¨ªmites de este poder y libertad de actuaci¨®n empresarial los consumidores, los trabajadores, los mercados y la opini¨®n p¨²blica, como reflejo de la opini¨®n de la sociedad en su conjunto. Por otra parte, esta especie de contra poderes, tambi¨¦n, tiene su responsabilidad frente al empresario, manteniendo las condiciones que ¨¦ste necesita para poder cumplir su misi¨®n. El poder del empresario no puede ser debilitado de tal forma que no pueda actuar, tambi¨¦n, como contrapoder frente a otros grupos de la sociedad.
Pero todo ello exige que el m¨¢ximo poder resida en la sociedad, pues a ¨¦sta es a quien corresponde no s¨®lo atribuir poderes a aquellos que desempe?an funciones sociales, sino tambi¨¦n vigilar su reparto y garantizar su equilibrio y control para, de esta forma, garantizar, a su vez, la democracia.
As¨ª, pues, el, funcionamiento de la econom¨ªa de mercado exige una descentralizaci¨®n de la responsabilidad de las decisiones que solamente es posible dentro de un orden democr¨¢tico liberal.
Incompatibilidad de la econom¨ªa de mercado
Un orden pol¨ªtico con estructuras jerarquizadas, en donde predomine la adhesi¨®n sobre la participaci¨®n, resulta incompatible con el funcionamiento de una aut¨¦ntica econom¨ªa de mercado, Decir que se juega a una econom¨ªa de mercado y para conseguir unos objetivos se tiene que recurrir constantemente a intervenciones y congelaciones (de precios, sueldos y salarios) es una contradicci¨®n per se. Esta econom¨ªa de mercado s¨®lo tiene el nombre.
Cuantas veces en el pasado se han querido hacer liberalizaciones, las dificultades han sido insuperables, como lo demuestran los resultados obtenidos. Estas no han pasado de ser meramente formales, pues al faltar el control democr¨¢tico de las fuerzas que act¨²an en el mercado, estamos en el mismo caso del enfermo que en vez de atacarle las causas que generan la fiebre, nos limitamos a dejar libre el term¨®metro, el cual, como los precios en el mercado, no es m¨¢s que el indicador de la temperatura.
Esta falta de coherencia entre el orden pol¨ªtico y el orden necesario para el funcionamiento de la econom¨ªa de mercado ha tra¨ªdo consigo una mayor centralizaci¨®n de las decisiones econ¨®micas, en donde la pol¨ªtica de precios llega a quedar atribuida al propio Gobierno. Y, as¨ª, la coherencia entre el orden pol¨ªtico y el econ¨®mico se ha conseguido sacrificando el mercado y, por tanto, la asignaci¨®n eficaz de los recursos econ¨®micos. De esta forma, las estructuras de encuadramiento (pol¨ªticas, institucionales y sociales), incidiendo sobre las estructuras reales (falta de dimensi¨®n, costes elevados, fuerte intermediaci¨®n, inversiones improductivas, mayor especulaci¨®n, etc¨¦ter¨¢), han dado lugar al., m¨¢s importante mecanisimo propagaci¨®n de ese tipo de inflaci¨®n que tiene su origen en la inercia y en la falta de flexibilidad de un sistema carente de la necesaria libertad econ¨®mica dentro de un orden de convivencia democr¨¢tica.
La libertad de empresa y de mercado no se consigue eliminando las intervenciones administrativas. Por eso, cuando se proclama la prioridad de los problemas econ¨®micos y sociales se debe entender que ello es en base de acelerar el proceso de cambio pol¨ªtico: de lo contrario estar¨ªamos ante una pol¨ªtica econ¨®mica, de corte tradicional. Es decir, coherente con el modelo pol¨ªtico de los pactos por adhesi¨®n.
En los modelos de corte democr¨¢tico, los pactos son por participaci¨®n en la formaci¨®n de las decisiones. Y ello tanto a nivel de fijaci¨®n de objetivos del programa econ¨®mico, como a nivel de aceptaci¨®n de los sacrificios que exijan las medidas adecuadas para alcanzarlos. Pues si la libertad tiene innumerables ventajas, tambi¨¦n tiene las servidumbres del coste y de la responsabilidad en las consecuencias de las opciones aceptadas. Los principios, t¨¦cnicas, incluso el arte de la pol¨ªtica econ¨®mica basada en modelos de libertad, son muy distintos de aquellos otros basados en modelos de adhesi¨®n. Para ello, se necesitan pol¨ªticas y dirigentes con algo m¨¢s que eso que, por razones t¨¢cticas, est¨¢ tan de moda y que se llama talante liberal. La falta de una filosof¨ªa global, en donde enmarcar las decisiones que a corto plazo constituyen las mejores soluciones dentro de una estrategia a largo plazo, es lo que les puede llevar a caer en la tentaci¨®n de sustituir la libertad por la dominaci¨®n.
Sin embargo, esta tentaci¨®n, nunca la sufrir¨¢n aquellos otros que hacen de la libertad y de los derechos humanos la base ideol¨®gica fundamental de sus convicciones y cuyos programas de acci¨®n est¨¢n concebidos e instrumentados dentro de esquemas pol¨ªticos de convivencia democr¨¢tica.
(1) Wilhelm Weber, Los empresarios, a debate. Edit. Tecnib¨¢n. 1976.
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