Las relaciones pod¨ªan deteriorarse tras la detenci¨®n y expulsi¨®n de un periodista por Pinochet
El enviado especial a Chile del diario Pueblo, Vicente Romero, ha sido detenido y m¨¢s tarde expulsado por la polic¨ªa pol¨ªtica de la dictadura. Previamente, ¨¦l y su esposa hab¨ªan sido internados en el campo de concentraci¨®n ?Tres Alamos? durante tres d¨ªas. Romero permaneci¨® 24 horas con los ojos vendados y las manos atadas. En ning¨²n momento pudo ponerse en contacto con los representantes consulares espa?oles, derecho que incluso en los reg¨ªmenes m¨¢s violentos se les concede a los criminales de derecho com¨²n.Se trata de un episodio m¨¢s en el largo relatorio que alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que elaborar sobre las relaciones del general Pinochet con la prensa internacional, y, m¨¢s concretamente, con la prensa espa?ola. El se?or embajador de Chile en Madrid tiene organizada una secretar¨ªa dedicada exclusivamente a enviar cartas a los peri¨®dicos y revistas en las que se desmienten ciertas informaciones sobre su pa¨ªs. La prensa espa?ola ha extremado su cortes¨ªa con el se?or embajador y ha publicado cientos de sus misivas: ignoro si lo hizo con segundas intenciones porque la secretar¨ªa del se?or embajador proporciona generalmente un material precioso para entender cu¨¢l es la situaci¨®n real del pa¨ªs andino y en qu¨¦ condiciones se encuentran quienes cometen el delito de intentar la restauraci¨®n de la democracia y la libertad.
Nuestro corresponsal en Chile ?Camilo Roca? (pseud¨®nimo que oculta a uno de los profesionales m¨¢s serios y responsables de la prensa de aquel pa¨ªs) ha merecido por parte del se?or embajador una distinci¨®n nada com¨²n: el representante chileno duda de que nuestro corresponsal exista y justifica la publicaci¨®n de sus cr¨®nicas como todos los reg¨ªmenes polic¨ªacos suelen hacerlo. Se trata de una espesa conspiraci¨®n internacional destinada a restaurar en Chile la democracia inorg¨¢nica y liberal que, como todo el mundo sabe, es una invenci¨®n mas¨®nica y marxista.
Lo m¨¢s grave de estas y otras peripecias, es que el general Pinochet, a quien conoc¨ª en Chile en otras ¨¦pocas como espejo de militares dem¨®cratas y fiel servidor del r¨¦gimen de Salvador Allende, est¨¢ seguro ahora de que sean cuales sean los excesos que cometa la DINA (polic¨ªa pol¨ªtica chilena) la reacci¨®n internacional ser¨¢ nula. La tragedia chilena ha sido finalmente asimilada por la opini¨®n p¨²blica internacional, que prefiere sufrir con otros dramas. Tras la reuni¨®n de la Organizaci¨®n de Estados Americanos en Santiago, durante el mes de junio, la dictadura chilena est¨¢ m¨¢s tranquila. Los testimonios que llegan del fraterno pa¨ªs insisten en que tras una relativa ?tregua? concedida por las fuerzas represivas antes de la reuni¨®n de la OEA, la DINA ha vuelto por donde sol¨ªa y las detenciones, registros, desapariciones y otros excesos siguen a la orden del d¨ªa. Y hasta los portavoces m¨¢s autorizados de la oposici¨®n clandestina -toda oposici¨®n al r¨¦gimen chileno es naturalmente clandestina- reconocen que a fuerza de represi¨®n Pinochet, se consolida en el interior. En cuanto al exterior, como queda dicho, las grandes potencias occidentales y China Popular desean que el ?tema chileno? se olvide o se sit¨²e convenientemente en el apartado de los reg¨ªmenes ?no democr¨¢ticos, pero tolerables?, como sucedi¨® con otros en el Mediterr¨¢neo.
A Chile le interesa mantener buenas relaciones con Espa?a. A Espa?a tambi¨¦n le interesa tener las mejores relaciones con Chile. Pero esta cordialidad no se conquista s¨®lo con declaraciones altisonantes de personajes en visita, ni con cartas a los peri¨®dicos. Hay que sostenerla con hechos. Si el Gobierno chileno cree, por ejemplo, que los periodistas espa?oles no pueden entrar en el pa¨ªs si no sostienen sus posiciones, puede implantar un visado especial (los espa?oles no necesitan visado para entrar en Chile y tampoco los chilenos para entrar en Espa?a). Lo que parece intolerable es que nuestro colega del diario Pueblo no haya podido establecer contacto alguno con los representantes espa?oles y que haya sido expulsado sin que nuestro consulado lo supiera. El se?or embajador de Chile en Espa?a podr¨ªa, por ejemplo, explicarnos con su locuacidad epistolar habitual por qu¨¦ el general Pinochet ha sido descort¨¦s. Aunque pens¨¢ndolo bien nuestro colega hab¨ªa hecho algo que nadie en ning¨²n pa¨ªs debe tolerar: se atrevi¨® a fotografiar a un chiquillo en una ?callampa? (barrio de chabolas). Todo el mundo sabe que en Chile no hay ?callampas?...
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