Deshacer el tinglado
EL ANTEPROYECTO de ley de reforma pol¨ªtica implica, de alguna manera, la incoaci¨®n de un proceso constituyente que habr¨¢ de tener tres hitos fundamentales el refer¨¦ndum, las elecciones generales por sufragio universal y la elaboraci¨®n de la nueva constituci¨®n por las Cortes que resulten elegidas. Las dos primeras etapas -refer¨¦ndum y elecciones- revisten una importancia decisiva. Precisamente uno de los defectos de ra¨ªz que vicia el contenido, formalmente democratizador, del anteproyecto es la falta de garant¨ªas s¨®lidas de que su aplicaci¨®n o puesta en pr¨¢ctica vaya a transcurrir por v¨ªas sustantivamente democr¨¢ticas. Los s¨ªntomas, a este respecto, no presagian nada bueno.En primer t¨¦rmino, un proceso constituyente honesto requiere la neutralidad pol¨ªtica del Gabinete, si lo que persigue es que el pueblo espa?ol exprese su voluntad libremente, es decir, si el prop¨®sito es instaurar un sistema democr¨¢tico de instituciones por el que discurra el devenir de la sociedad pol¨ªtica. Un Gobierno beligerante dispuesto a ganar las elecciones puede ser admisible en unas elecciones ordinarias, nunca en una consulta electoral de signo constituyente, tanto menos cuanto que el aparato del podermontado por el franquismo es un ap¨¦ndice jer¨¢rquicamente subordinado al ejecutivo y seleccionado en funci¨®n de su adscripci¨®n o lealtad a la ideolog¨ªa del R¨¦gimen a extinguir. Hacer una reforma para garantizar la continuidad en el mando de las fuerzas pol¨ªtico- sociales que lo han detentado en monopolio durante los ¨²ltimos cuarenta a?os ser¨ªa un fraude que desembocar¨ªa en el caos pol¨ªtico.
En segundo lugar, parece imprescindible la inmediata promulgaci¨®n de una ley electoral, negociada con los partidos pol¨ªticos, que recoja todas las garant¨ªas jur¨ªdicas inherentes a unas elecciones libres. Se dice que quien hace la ley hace la trampa para evadirla. Que, en este caso, no ocurra as¨ª es una imperiosa necesidad para que la oposici¨®n democr¨¢tica acepte participar en las elecciones. Sin la presencia de la oposici¨®n democr¨¢tica, la consulta electoral no pasar¨¢ de ser una burda maniobra.
En tercer lugar, no cabe hablar de proceso constituyente, democr¨¢ticamente entendido, si no funcionan debidamente las libertades p¨²blicas y muy particularmente las de reuni¨®n, asociaci¨®n, manifestaci¨®n e informaci¨®n. La regulaci¨®n actual de estos derechos es restrictiva y permite su manipulaci¨®n discrecional por las autoridades p¨²blicas. El r¨¦gimen de autorizaciones previas para su ejercicio debe concluir y los medios de comunicaci¨®n social -sobre todo la radio y la televisi¨®n- deben ponerse al servicio de los partidos y difundir una informaci¨®n honesta y veraz. El sectarismo de RTVE en beneficio del Gobierno y de las fuerzas del sistema no es s¨®lo antidemocr¨¢tico, sino irritante. Hay que decir que en las ¨²ltimas semanas la parcialidad informativa de Televisi¨®n ha aumentado adem¨¢s de modo alarmante.
Finalmente, en el orden judicial, debe ponerse Fin con car¨¢cter inmediato a la existencia del tribunal de Orden P¨²blico y la vigencia de normas pol¨ªtico-represivas como el decreto-ley Antiterrorismo y ciertas disposiciones de la propia ley de Orden P¨²blico.
Tales son algunas de las condiciones m¨ªnimas que pueden dar credibilidad democr¨¢tica a la aplicaci¨®n del anteproyecto de ley de reforma pol¨ªtica. De no tomarse medidas como las aqu¨ª expuestas y otras similares, podr¨¢ decirse -como recordaba Jacinto Benavente en Los intereses creados-: ?He aqu¨ª el tinglado de la antigua farsa ... ? Un tinglado y una farsa que impedir¨¢n la resoluci¨®n adecuada de los problemas del pa¨ªs.
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