Manifestaciones domesticadas
Los trabajadores madrile?os de la Compa?¨ªa Telef¨®nica que para pedir amnist¨ªa laboral solicitaron manifestarse en Madrid desde el paseo del Prado hasta las oficinas centrales de su empresa, tuvieron que hacerlo en el parque del Retiro por as¨ª haberlo dispuesto la autoridad gubernativa. No creo que el cambio de itinerario les sorprendiera, pues, que recuerde, otro tanto les sucedi¨® en su d¨ªa a los trabajadores de Hutchinson y recientemente a los del sector de hosteler¨ªa, que tambi¨¦n pretendieron hacerlo en calles c¨¦ntricas de Madrid.El cambio de itinerario es una de las limitaciones que establece la vigente ley de 29 de mayo reguladora del derecho de reuni¨®n, si con el itinerario previsto se pudieran causar trastornos importantes en la circulaci¨®n o da?o a las personas o a las cosas. Se faculta a la autoridad gubernativa a alterar el itinerario proyectado por los organizadores. Esto, es cierto, pero no es mi misi¨®n analizar aqu¨ª y ahora un texto legal suficientemente denostado. Lo que s¨ª pretendo con estas referencias es recordar la reiteraci¨®n de actos gubernativos con los que se pretenden dar formalmente el si a la manifestaci¨®n, reduci¨¦ndola a la vez a la inoperancia con el cambio de itinerario. Dicho por directo se pretende dar el s¨ª, pero no.
Parece que hay general consenso en que Una manifestaci¨®n es una reuni¨®n p¨²blica que se celebra para hacer patente a terceras personas alg¨²n sentimiento, reivindicaci¨®n o prop¨®sito de los organizadores y, concurrentes. Se pretende lanzar un mensaje a la opini¨®n p¨²blica. De ah¨ª que manifestarse sea algo que reclame como escenario un lugar p¨²blico donde poder expresar las reivindicaciones a quienes, all¨ª se encuentran y a quienes por all¨ª pasan. Ese escenario no puede ser otro que las v¨ªas p¨²blicas normales y corrientes, y no un parque.
El parque del Retiro es un parque p¨²blico, y como tal en ¨¦l en las ¨¦pocas de buen tiempo se pueden encontrar con facilidad, adem¨¢s de estatuas y p¨¢jaros, ni?os que juegan, ancianos que descansan, algunas parejas de enamorados y poco m¨¢s. Ni qu¨¦ decir tiene que con el oto?o y el invierno, a las siete de la tarde, hora en que como pronto pueden manifestarse quienes viven de su trabajo, en el Retiro madrile?o s¨®lo habr¨¢ estatuas y p¨¢jaros dormidos.
Tengo la ligera sospecha de que lo que se pretende llevando las manifestaciones a los parques no es darles un marco agradable, sino desnaturalizarlas, quitarles lo que de manifestaci¨®n pudieran tener para convertirlas en actos de semidesfogue de los frustrados manifestantes que s¨®lo acaban teniendo trascendencia p¨²blica en la medida en que la prensa se hace eco de las manifestaciones. Las pancartas que los frustrados manifestantes .exhiben en el paseo de coches del Retiro apenas si tienen, por todo ello, otros destinatarios racionales que los fot¨®grafos de prensa y los familiares y amigos de los trabajadores.
Las decisiones gubernativas de tan radicales cambios de itinerario se pretenden justificar alegando que de autorizarse los itinerarios solicitados se producir¨ªan importantes trastornos en la circulaci¨®n, explicaci¨®n que es una interesada exageraci¨®n sobre la probada incapacidad del Ayuntamiento de Madrid para ordenar el tr¨¢fico.
Hay, sin embargo, quienes dicen que los trabajadores pueden darse por contentos manifest¨¢ndose en el Retiro, por aquello de que todav¨ªa no les han enviado a manifestarse a la Casa de Campo, soluci¨®n que de darse alg¨²n d¨ªa podr¨ªa servir, digo yo, para que, dada la proximidad de Prado del Rey, los directivos de RTVE se hicieran eco en la peque?a pantalla de las manifestaciones sindicales y laborales del oto?o caliente.
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