Esc¨¢ndalo may¨²sculo en Valladolid
Gran esc¨¢ndalo en la corrida de feria de Valladolid celebrada ayer, en la que actuaban mano a mano Paco Camino y Roberto Dom¨ªnguez. Los toros, de Mar¨ªa Lourdes Martin de P¨¦rez Tabernero, eran impresentables e inv¨¢lidos, lo cual suscit¨® las iras del p¨²blico. El tercero se sustituy¨® por un sobrero de Mercedes P¨¦rez Tabernero, que fue el ¨²nico que ten¨ªa seriedad. Al quinto lo apuntillaron en el ruedo sin que le hubiesen entrado a matar. Todo el festejo transcurri¨® con continuo lanzamiento de almohadillas y fuertes protestas a la presidencia. El resultado supuestamente art¨ªstico fue el siguiente: Camino: Palmas y pitos, silencio y bronca monumental mezclada con aplausos. Dom¨ªnguez: Silencio, bronca y bronca con lluvia de almohadillas.
La expectaci¨®n que hab¨ªa despertado el mano a mano Camino-Roberto Dom¨ªnguez era enorme. En Valladolid no se recordaba nada igual. Desde d¨ªas antes estaban agotadas las localidades, incluso en la reventa. No se encontraban a ning¨²n precio. Por un descuido de alguien, la propia esposa de Paco Camino se qued¨® sin entrada. La hab¨ªamos visto almorzando con unos amigos, tan confiada, en un restaurante de la carretera, y al llegar a Valladolid se encontr¨® con la sorpresa.Naturalmente, el ambiente en la plaza era de fiesta grande. La confrontaci¨®n de las primeras figuras del momento con el torero local ten¨ªa al p¨²blico en tensi¨®n. La espera hasta que son¨® el clar¨ªn se hizo eterna para muchos.
Y el clar¨ªn son¨®, a la hora en punto, pero no para que diera comienzo el espect¨¢culo del valor y el arte que todos hab¨ªamos so?ado, sino para dar paso al esc¨¢ndalo y al alboroto. Los toros eran impresentables. Ya en el apartado un banderillero hab¨ªa hecho el siguiente comentario: ?Si en los cuatro primeros toros no queman la plaza, cuando salga ese quinto seguro que lo hacen?.
El primero rodaba cont¨ªnuamente por la arena y, para incorporarlo, ten¨ªan las cuadrillas que agarrarle por los pitones. Lo levantaban por tracci¨®n banderlillera. El segundo tambi¨¦n cay¨® varias veces y aunque era noble, Roberto Dom¨ªnguez no se acopl¨® con ¨¦l. Estaba nervioso, quiz¨¢s acomplejado por la responsabilidad de tener que medirse con una verdadera figura del toreo actual, y ese peso ya no, se lo quit¨® de encima. Precisamente en este toro le anotamos un molinete con la izquierda, girarido lentamente entre los pitones, y eso es cuanto de positivo hay que rese?¨¢r en la desastrosa actuaci¨®n de Roberto Dom¨ªnguez.
Ni que decir tiene que las broncas se sucedieron y cuando sali¨® el tercero, un novillo fam¨¦lico y sin fuerza, el esc¨¢ndalo fue tremendo.
Cayeron almohadillas. El presidente, en un alarde de incompetencia, que no se recat¨® en exhibir durante toda la tarde, permanec¨ªa estoico ante la protesta cerrada. Pero apareci¨® Camino, le ech¨® al novillo varias veces el capote abajo para tirarlo y finalmente hizo un gesto de desprecio hacia el inofenslivo animal, como queriendo indicar que no quer¨ªa torearlo. De inmediato, el presidente, su autoridad sometida al parecer del torero, sac¨® el pa?uelo verde.
El sobrero, con pintas de afeitado, era toro; ten¨ªa cuajo y se?edad. Camino redujo muy bien con el capote su incierta embestida y con la muleta estuvo aseado. De los derechazos se le iba el toro a tablas y por la izquierda le embest¨ªa corto con la cara alta. Camino acompa?¨® los viajes con decoro y buen gusto, pero no supo corregir los defectos. Su fama de maestro qued¨® en entredicho.
Los tres restantes ejemplares, sin fuerza, sin cara, sin tipo, levantaron las iras de todo el mundo. Al cuarto, a¨²n no se sabe por qu¨¦, Dom¨ªnguez le cogi¨® p¨¢nico. El quinto, adem¨¢s de todos los defectos dichos, estaba despitorrado. La gente no quem¨® la plaza, como vaticin¨® el banderillero, pero arm¨® un esc¨¢ndalo incre¨ªble, que se cerc¨® mucho al tumulto y a punto estuvo de convertirse en un conflicto de orden p¨²blico. Llovieron almohadillas sobre el ruedo. Gritos de Sinverg¨¹enza, Abucheos al presidente quien aguant¨® el tipo y no hizo caso, Camino dio dos muletazos por bajo, con los que el toro se fue al suelo, y en auqel momento remat¨® el puntillero.
En medio, de la indignaci¨®n la griter¨ªa sali¨® en sexto, lugar otro bicho indecente, con el que Dom¨ªnguez no acert¨® a pararse ni una vez. El final fue un menudeo de almohadillazos sobre el ruedo en general y sobre la persona del diestro vallisoletano en particular.
La gente no quer¨ªa abandonar los tendidos. Hubo palabras gruesas y
acusaciones graves. La responsabilidad del desastre se cargaba, con
raz¨®n, sobre los veterinarios y la autoridad por haber admitido semejante chotada inv¨¢lida. ?Antee qui¨¦n van a rendir cuenta estos se?ores de sus culpas o de su incompetencia?
He aqu¨ª otro, atentado, de la m¨¢s baja estafa contra el espect¨¢culo mismo. Lo de ayer en Valladolid no se queda en una mala corrida de tantas. La burla descarada a la afici¨®n; el desprecio absoluto a un p¨²blico ilusionado, al que, se enga?¨® para que llenara la plaza y dejase entaquilla una recaudaci¨®n de millones; el canje intolerable de
los discutibles intereses de unos cuantos por el futuro de la fiesta, su prestigio, que se tuvo que cimentar a lo largo de los siglos, lo han estado destruyendo en uns cuantos a?os, para darte el golpe de gracia en una sola parte.
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