La derrota h¨ªst¨®rica de la mujer
ACASO ALGUN d¨ªa, lejanos descendientes nuestros se lleven las manos a la cabeza historiando el papel que la mujer desempe?a en esta sociedad o el que desempe?¨® secularmente en las precedentes. Salvo casos de matriarcado aislados en el espacio y el tiempo, la historia de la condici¨®n femenina es una continua corroboraci¨®n de la m¨¢xima de Engels: ?La mujer es el proletariado del hombre?.Sin embargo, la reivindicaci¨®n de la condici¨®n femenina no ha sido hasta ahora una victoria marxista -pese al enunciado-, por cuanto ha sido una continua derrota hist¨®rica y vital. Lo que llamar¨ªamos derrota de la mujer tuvo su m¨¢s alta expresi¨®n en las revoluciones socialistas. Esas revoluciones fueron las que con m¨¢s ahinco se replantearon el papel de la mujer en la sociedad para despu¨¦s, estabilizado un nuevo r¨¦gimen, devolver a las mujeres a un nuevo gineceo social con la palmadita en la espalda de unas cuantas concesiones formales.
De ah¨ª la-pol¨¦mica -ahora muy viva- entre las mujeres pol¨ªticamente m¨¢s evolucionadas ?Qu¨¦ hacer?, se preguntan. ?Trabajar dentro de los partidos tradicionales por la transformaci ¨®n de la.sociedad o agruparse en frentes de reivindicaci¨®n femenina buscando un ¨¢rea de batalla individual, como sexo discriminado frente al sexo objetivamente opresor?
La experiencia apunta que ni los m¨¢s radicales partildos o movimientos pol¨ªticos han dado soluci¨®n a la continuidad de sociedadespatriarcales. No es preciso descender a an¨¦cdotas concretas -que hay muchas y sabrosas- para demostrar que las mujeres de muchos militantes izquierdistas (te¨®ricamente los m¨¢s empe?ados en reivindicaciones feministas) desempe?an papeles dom¨¦sticos absolutamente tradicionales.
Existe un arsenal de.medidas pol¨ªticas que algunos partidos proponen para mejorar la condici¨®n femenina. No son desde?ables ni siquiera f¨¢ciles de implantar. Van de la legalizaci¨®n del divorcio a la despenalizaci¨®n del aborto, pasando por temas tan elementales como la igualdad jur¨ªdica entre los sexos.
Pero las radicales feministas reclaman algo m¨¢s:, un cambio de mentalidad. No basta con recomponer los c¨®digos para sacar a las mujeres de su gineceo hist¨®rico. No basta con designar ministros de la condici¨®nj¨¦menina para extraer a la mujer de su marginaci¨®n. No basta la utilizaci¨®n de la mano de obra femenina, necesaria en per¨ªodos de desarrollo industrial, para tener por salvado .el papel de la mujer en una sociedad que pretenda ser moderna.
Hombres y mujeres habr¨¢n de replantearse su rela ci¨®n personal, econ¨®mica y social en el seno de las c¨¦lulas familiares. S¨®lo una profunda y prolongada reflexi¨®n sobre el secuestro,del papel social de la mujeren la historia podr¨¢ deparar una nueva convivencia entre los sexos en la que la cooperaci¨®n y complementaci¨®n sustituyan a la instrumentalizaci¨®fi y las. discriminaciones. Por ello, la lucha puramente feminista-tiene un sentido, aunque se sudos. varones tomen a risa el nuevo sufragismo.
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