Marcya Hayd¨¦e, en "Romeo y Julieta", de Prokofiev
Uno de los ?ballets? contempor¨¢neos que ha conocido mejor fortuna es, sin duda, Romeo y Julieta, de Sergio Prokofiev. Descendiente directo del gran ?ballet? de Tschaikowsky, Romeo y Julieta traslada al gesto, la danza y la oranizacion coreogr¨¢fica la transmisi¨®n del mensaje dram¨¢tico de Shakespeare. Empe?o dif¨ªcil porque ha de darse por supuesto el conocimiento del tema y el argumento por parte del p¨²blico. Como tal conocimiento es real en el caso de Romeo y Julieta, el ?ballet?, m¨¢s que expresi¨®n, se convierte en ilustraci¨®n dram¨¢tica.Todo lo cual, si bien intenta situar el valor intr¨ªnseco de Romeo y Julieta como ?comunicaci¨®n dram¨¢tica?, no disminuye el valor de la partitura de Prokofiev, tan genialmente concebida para bailar que, a mi juicio, todo el triunfo de la pieza de Prokofiev se deriva de la funcionalidad de la m¨²sica.
Partiendo de ella y de sus vinculaciones al mundo oper¨ªstico, John Cranko realiz¨® su coreograf¨ªa de Romeo y Julieta, expresiva, con grandes momentos de diverso orden, tal los movimientos de masas, las danzas popularistas o la concentraci¨®n l¨ªrica, como en el caso del ?duo?. A modo de contrapartida asistimos a pasajes mucho m¨¢s convencionales, cosa que, por otra parte, sucede tambi¨¦n en la partitura de Prokofiev, estrenada en Brno el a?o 1938 y dos a?os despu¨¦s en el Kirov de Leningrado.
Se contaba en esta ocasi¨®n con una pareja protagonista de primer orden: Julieta fue encarnada por Marcya Hayd¨¦e, y Romeo por Richard Gragun, las dos m¨¢ximas estrellas del Ballet de Stungart. La fuerza expresiva de la Hayd¨¦e, la ligereza y elegancia de movimientos, el cuidado exquisito del gesto, la integraci¨®n de cuanto hace en un todo arm¨®nico que supera la eficacia para penetrar en el mundo de la fascinaci¨®n, cuajaron en una versi¨®n que el trabajo del Romeo, Gragun. pleno de nobleza, dominador de t¨¦cnica, completador de la interpretaci¨®n de su pareja, contribuy¨® a destacar. El ¨¦xito fue, definitivo, reforzado por la intervenci¨®n de Marcis Lesnis (Tebaldo) y Efon Masden (Mercucio) y, en general, de toda la troupe alemana, una de las m¨¢s prestigiosas de cuantas poseen los teatros estables europeos.
Acertados decorados y figurines; de J¨¹rgen Rose y un acompa?amiento discreto de la orquesta (Romeo y Julieta es partitura dificil¨ªsima), dirigida por Friedrich Lehn, sirvieron con eficacia el fondo sonoro y esc¨¦nico de la obra.
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