Lagunas en la misi¨®n de Kissinger en Africa
En alg¨²n lugar de Africa podr¨ªa celebrarse muy pronto una conferencia constitucional en la que se especifiquen los t¨¦rminos del acuerdo seg¨²n el cual lan Smith se ha comprometido a dar el poder a la mayor¨ªa negra de Rodesia. Antes, en Washington, los tres poderes que han intervenido ante Smith para resolver el futuro de la colonia rebelde brit¨¢nica trazar¨¢n un programa econ¨®mico que garantice el levantamiento del bloqueo internacional que pesa sobre Rodesia desde que su Gobierno blanco declar¨® unilateralmente la independencia hace ahora once a?os. Tras la elaboraci¨®n de una nueva constituci¨®n y la creaci¨®n de un Gobierno interino, el Parlamento brit¨¢nico tendr¨ªa que expresar su consenso con respecto a la nueva y en este caso leg¨ªtima declaraci¨®n de independencia.Estados Unidos y Gran Breta?a le han garantizado al premier de Rodesia que ambos poderes har¨ªan que cesara de inmediato la guerra de guerrillas que sigue su curso especialmente en la frontera de Zimbabwe, como los negros llaman a Rodesia, con Mozambique. Tanto en Londres como en Salisbury esa parte del ?paquete de paz? se ha considerado de una extrema ambig¨¹edad. Un diputado conservador pregunt¨® en la capital brit¨¢nica por qu¨¦ Estados Unidos y Gran Breta?a no hab¨ªan explicado cu¨¢l iba a ser su posici¨®n en caso de que siguieran las actividades guerrilleras contra los restos del poder¨ªo blanco.
Al menos en los c¨ªrculos oficiales de Londres se ha dicho que una vez que quede perfectamente claro que Smith acepta darle el Gobierno a los negros, la guerrilla tendr¨¢ que acabar porque no habr¨¢ ning¨²n motivo de protesta entonces. La guerrilla acabar¨¢ por s¨ª sola. Por otro lado, se dice, tiene que descartarse la posibilidad de que Estados Unidos piense implicarse en Rodesia en un conflicto armado en el caso de que las condiciones expuestas ante el premier rodesiano sean pasadas por alto por alguna de las facciones en conflicto.
Lo que parece seguro es que los movimientos guerrilleros de Zimbabwe, que hasta ahora han recibido apoyo de pa¨ªses vecinos, especialmente de Mozambique, no est¨¢n dispuestos a acabar la lucha de la noche a la ma?ana. Su portavoz en Londres ha dicho que ellos no han participado en la negociaci¨®n de Pretoria y que, por tanto, tales acuerdos no les parecen vinculantes. Han recibido con satisfacci¨®n ?la rendici¨®n? de lan Smith porque en definitiva la consideran parte de sus ¨¦xitos en su guerra por ?liberar a Zimbabwe de la dominaci¨®n blanca?. Explican que no hay motivos para que sea un blanco el que presida el Gobierno interino que deba llevar a Rodesia a f¨®rmulas democr¨¢ticas y que tampoco los hay para que en ese gabinete de transici¨®n, las carteras de defensa y de orden p¨²blico sean ostentadas por descendientes de los colonos que en 1890 se asentaron en lo que hasta estos d¨ªas ha sido conocido con el nombre de Rodesia.
Se considera que los acuerdos de Pretoria presentan un vac¨ªo esencial. Cuando Kissinger inici¨® su ronda de conversaciones con Vorster se dijo repetidamente que ambos estadistas iban a hablar de Rodesia, pero que tambi¨¦n se iban a concentrar en la discusi¨®n del problema de Namibia, y a la cual no ha habido ninguna referencia. Parece que ha sido el precio cobrado por Vorster por poner a su colega lan Smith fuera de combate.
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