Ricardo de la Cierva: "Hay un despilfarro de miles de millones en ediciones oficiales"
Ricardo de la Cierva ha sido director de Editora Nacional, y director general de Cultura Popular, ¨®rgano del que ¨¦sta depende. El y Jos¨¦ Antonio L¨®pez de Letona, su sucesor, y hombre de confianza, pusieron en marcha el proyecto que hubiera hecho posible que Editora Nacional se convirtiera en una editorial moderna y un bien p¨²blico. Ellos han creado tanto el escalaf¨®n de funcionarios que disfrutan los que est¨¢n, como los puestos y contratos que tuvieron los despedidos. Su labor y la de sus colaboradores es, finalmente, la que toca a su fin, parad¨®jicamente, en estos d¨ªas en que, para otros organismos similares, llegan aires de democracia y cambio.Sobre este tema, y tras decir que ?sobre la gesti¨®n de los que me han seguido, aunque tengo mi opini¨®n prefiero reserv¨¢rmela por una elemental delicadeza?, Ricardo de la Cierva nos hizo las siguientes declaraciones:
-Mi mandato coincidi¨® con la puesta en vigor del ¨²ltimo Plan de Desarrollo. De su presupuesto se desglosaron quinientos millones de pesetas, que se invertir¨ªan finalmente en Editora Nacional, en un programa de cuatro a?os. En cualquier caso, no deber¨ªan hacer falta: en mi tiempo se produc¨ªan y vend¨ªan libros.
-Parece que en su tiempo cambi¨® el organigrama de Editora.
-Efectivamente. Por un lado, se crearon los puestos para dejar fijo a todo ese personal tradicional de Editora, que no tenla ning¨²n estatuto y estaba a expensas de los directores. Yo no ech¨¦ a nadie, pero s¨ª empec¨¦ a exigir que trabajaran. Y luego por otro lado, se recab¨® la colaboraci¨®n de cientos de intelectuales, no s¨®lo sacando a concurso textos y libros, sino creando una serie de colecciones que ligaron a Editora entre doscientos y doscientos cincuenta universitarios, desde personalidades conocidas hasta j¨®venes estudiosos, que entonces empezaban. -?Cu¨¢l era su concepci¨®n de Editora Nacional?
Yo intent¨¦ una editorial del Estado que abordase, proyectos dif¨ªciles para la iniciativa privada, con la idea de que incluso, a medida que se fueran haciendo m¨¢s viables, invitar a editoriales particulares a la coedici¨®n, o a la continuaci¨®n de colecciones que, por ser minoritarias, pero interesantes culturalmente, necesitar¨ªan una tutela previa estatal.
-?Y qu¨¦ opini¨®n le merece la trayectoria actual de Editora?.:
-Tengo por norma no intervenir en absoluto al respecto. S¨®lo una vez lo hice, cuando funcionarios del Cuerpo Superior de Polic¨ªa impidieron a mi sucesor la inauguraci¨®n del Aula Cultural de Vallecas. Y entonces lo hice movido por la indignaci¨®n... No quieto hacer declaraciones sobre esto.
-Pero, en cualquier caso, usted conocer¨¢ por la prensa los despidos y cambios de personal en Editora. Se han dado razones presupuestarias.
-Ignoro la situaci¨®n econ¨®mica actual de Editora Nacional.
- Y yo. Es dif¨ªcil acceder incluso al presupuesto oficial. No digamos a los libros. Aparecen barreras...
-Hay muchos intereses creados en las publicaciones oficiales. Yo intent¨¦ hurgar en las comisiones y no logr¨¦ sino indicios racionales... Y el despilfarro. Yo lo eval¨²o en miles de millones. Evidentemente, habr¨ªa que racionalizar, replantearse esa docena de organismos aut¨®nomos y centralizarlo todo. Hubo un intento de hacerlo en torno al Bolet¨ªn Oficial del Estado, pero no cuaj¨®. En cuanto a las comisiones, puedo decirle que, en determinada ocasi¨®n, dos personas que viven nos ofrecieron a m¨ª y a otro funcionario un mill¨®n de pesetas, en un restaurante cercano a Editora, si d¨¢bamos cierta concesi¨®n a una imprenta y no a otra... Yo le aseguro que las comisiones que deben funcionar por ah¨ª -y no tengo m¨¢s que sospechas, racionales- har¨ªan palidecer las de la Lockheed.
Babelia
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