Energ¨ªa, inflaci¨®n y limitaci¨®n de importaciones
El problema del abastecimiento energ¨¦tico en nuestro pa¨ªs ha adquirido durante los ¨²ltimos meses caracteres alarmantes. Algo m¨¢s de 4.300 millones de d¨®lares es la factura que Espa?a tendr¨¢ que, pagar en 1976 por su energ¨ªa de procedencia exterior, un 88 por 100 de la cual corresponde al petr¨®leo lo que representar¨¢ aproximadamente el 53 por 100 de las exportaciones totales del pa¨ªs en este a?o.Adem¨¢s, el problema tiende a que estas importaciones est¨¢n creciendo m¨¢s r¨¢pidamente que las exportaciones totales. Las importaciones energ¨¦ticas netas, respecto a las exportaciones totales, han pasado del 18,3 por 100 en 1973 al 48 por 100 en 1974 y al 52 por 100 en 1975. Una decisi¨®n m¨¢s que probable de la OPEP de elevar en un 10 por 1.00 el precio de los crudos en el pr¨®ximo mes de diciembre (el ministro venezolano de Econom¨ªa habla del 20 por 100 y algunos exportadores del 30 por 100), incrementar¨¢ la factura a pagar por nuestro pa¨ªs el a?o pr¨®ximo en casi 500 millones de d¨®lares. Es evidente que esto resulta ya superior a lo que nuestra econom¨ªa est¨¢ hoy en condiciones de encajar.
Ignoro cu¨¢les ser¨¢n las medidas que el Gobierno va a adoptar para poner freno a. esta situaci¨®n, pero lo que s¨ª est¨¢ perfectamente claro son las causas fundamentales que la motivan, as¨ª como el hecho de que por no haberse atacado a fondo tales causas desde el principio, Espa?a es probablemente el pa¨ªs que se encuentra en Ja posici¨®n relativamente m¨¢s difia de toda Europ¨¢ Occidental.
Consecuencias de la pol¨ªtica de subvenci¨®n
La causa simple n¨²mero uno de que Espa?a no haya tenido apenas ¨¦xito en su pol¨ªtica de ahorro energ¨¦tico y que al contrario de todos los pa¨ªses industrializados de Occidente, no haya reducido sino aumentado su consumo de petr¨®leo durante los ¨²ltimos dos a?os, reside en las fort¨ªsimas subvenciones que reciben los combustibles industriales, que distorsionan completamente todos los mecanismos de competencia. En 1973, cuando la gran crisis multiplic¨® por cinco los precios, del petr¨®leo, la mayor parte de las econom¨ªas occidentales trasladaron en forma inmediata esta alza de precios al consumidor; el impacto inicial fue tremendo, pero las econom¨ªas reaccionaron y se fueron ajustando a los nuevos precios; muchas de ellas parecen haber superado ya la crisis. En el caso de Espa?a el temor a un impacto inflacionista demasiado brusco (¨¦ste no hubiera sobrepasado, adem¨¢s, el 8,5 por 100), e incluso a una recesi¨®n, llevaron a multiplicar en forma gigantesca las subvenciones al consumidor industrial a costa del Tesoro, no cont¨¢ndose con que la degradaci¨®n paulatina de la econom¨ªa har¨ªa cada vez m¨¢s dif¨ªcil resistir el impacto, que si ¨¦ste se hubiera producido en su totalidad a finales de 1973.
Todas las dem¨¢s causas (excepto las derivadas de la organizaci¨®n del sector energ¨¦tico) tienen su origen en este hecho fundamental. El consumidor espa?ol, y en particular la industria, al quedar situada en una especie de incubadora, no se vio acuciada como en otros lugares por una energ¨ªa s¨²bitamente encarecida que hab¨ªa que ahorrar al m¨¢ximo o sustituir, y el despilfarro energ¨¦tico a que estaba acostumbrada continu¨® y contin¨²a todav¨ªa.
En 1976, los combustibles industriales, que representan alrededor. del 60 por 100 del consumo, recibir¨¢n a cargo del Tesoro la astron¨®mica subvenci¨®n de 32.000 millonesde pesetas, lo cual aparte de constituir un duro golpe para las previsiones macroecon¨®micas del sector p¨²blico produce un crecimiento desmesurado de la demanda, conduce al despilfarro, dificulta o imposibilita las sustituciones por otras energ¨ªas m¨¢s baratas y fomenta el empleo de cilos de consumo altamente ineficientes, como, por ejemplo, el ciclo calor -energ¨ªa el¨¦ctrica- calor, donde se desperdicia m¨¢s del 70 por 100 de la energ¨ªa primaria utilizada (esto ¨²ltimo explica buena parte de la gran expansi¨®n del consumo de electricidad en un momento de estancamiento econ¨®mico claro).
Dependencia energ¨¦tica
En una econom¨ªa de mercado, la experiencia ha venido demostrando ampliamente que el ¨²nico medio verdaderamente eficaz para limitar la demanda de recursos escasos o caros lo constituyen los precios. Otros sistemas como la implantaci¨®n de un racionamiento s¨®lo se han empleado en situaciones cr¨ªticas (guerras o postguerras), de la que hoy distamos mucho, los cuales, aparte de los inconvenientes econ¨®micos que suelen generar, necesitan de un aparato inspector considerable para evitar el fraude en una industria, adem¨¢s, donde la unidad de medida es el millar de mill¨®n.
Por elllo, y aun sin descartar el llegar al racionamiento, si "todo lo dem¨¢s" no da resultado, la primera medida que a mi juicio deber¨ªa tomarse es el hacer pagar por la energ¨ªa lo que cuesta y obligar as¨ª a la industria a adaptar sus procesos productivos para el m¨¢ximo ahorro del factor encarecido, como ya se ha hecho en otros pa¨ªses. En el lado negativo, esta medida producir¨ªa un impacto inflacionista total (efectos directos + efectos indirectos), que cuantificado con un modelo econom¨¦trico construido en base a las tablas input-output de 1968, resulta ser del orden del 2,5 por 100; por sectores el alza oscilar¨ªa entre un m¨¢ximo del 11 por 100 para el sector el¨¦ctrico y un m¨ªnimo del 0,6 por 100 para el sector comercio. Estos efectos podr¨ªan resultar, adem¨¢s, algo disminuidos, si previamente se procede a una reordenaci¨®n del actual sistema de fijaci¨®n de precios de los productos petrol¨ªferos en refiner¨ªa, que hoy da lugar a un precio del f¨²el-oil pesado de un 20 a un 30 por 100 superior al que facturan las dem¨¢s refiner¨ªas europeas.
En algunos sectores muy especiales (pesca, agricultura), las subvenciones deber¨ªan mantenerse por razones sociales, y en otros, como en la industria de fertilizantes, la subvenci¨®n deber¨ªa pasar al producto (por ejemplo, el amon¨ªaco), en vez de aplicarse a la materia prima. Esta ¨²ltima medida podr¨ªa liberar en dos o tres a?os alrededor de un mill¨®n de toneladas de naftas.
Medidas complementarias, como reducci¨®n de iluminaci¨®n y calefacci¨®n, ajuste de horarios de televisi¨®n, reducci¨®n de velocidad en carretera, propaganda al usuario, etc., son tambi¨¦n interesantes, aunque sus efectos sean mucho menores.
Investigaci¨®n hidrocarburos
Otro factor importante para la reducci¨®n de nuestra dependencia energ¨¦tica lo constituye la intensificaci¨®n de la investigaci¨®n petrol¨ªfera. Las posibilidades petrol¨ªferas de nuestra plataforma continental son hoy algo probado, por lo que lo ¨²nico que resta es una investigaci¨®n acelerada para ver hasta d¨®nde dan de s¨ª estas buenas expectativas. Esto no es f¨¢cil, pues las compa?¨ªas operadoras, casi todas extranjeras, siguen el ritmo que a ellos les, conviene, y legalmente no se les puede obligar a quemar etapas. Sin embargo, la situaci¨®n de Espa?a se est¨¢ convirtiendo en angustiosa, y en circunstancias especiales las medidas deben ser tambi¨¦n especiales; por ejemplo, en el reciente descubrimiento del Cant¨¢brico, presumiblemente comercial, aunque estructuralmente complejo, la plataforma que estaba en esta zona ha sido trasladada al Mediterr¨¢neo, pasar¨¢n, pues, muchos meses antes de que nuevos sondeos confirmen o desmientan la importancia del hallazgo. Esto que puede ser l¨®gico a escala de compa?¨ªa, no lo es en absoluto desde el punto de vista de las necesidades apremiantes del pa¨ªs; por lo que si se quiere acelerar la puesta en explotaci¨®n racional de lo ya descubierto e intensificar la investigaci¨®n del resto habr¨¢ que negociar con las compa?¨ªas una multiplicaci¨®n de esfuerzos e incrementar, simult¨¢neamente, la acci¨®n del Estado. Una reducci¨®n sensible de nuestra dependencia puede esperarse razonablemente por este lado.
Finalmente, otro tema clave no para la reducci¨®n de nuestra dependencia, pero si para la reducci¨®n del coste de la misma, consiste en una reestructuraci¨®n a fondo del sector petrolero. Hasta la crisis de 1973 exist¨ªa evidencia de que Espa?a pagaba por su petr¨®leo un precio superior al de otros pa¨ªses europeos. A mediados de los a?os 60 un amplio estudio realizado sobre el tema demostr¨® que nuestro pa¨ªs estaba pagando entre un 25 y un 30 por 100 m¨¢s que otros pa¨ªses europeos por su abastecimiento petrol¨ªfero. La causa de esta situaci¨®n ha sido la inadecuada estructuraci¨®n del sector y el sistema de compras seguido, por cuya raz¨®n, es razonable suponer que como las causas no han desaparecido, los efectos permanezcan, aunque en un mercado tan poco transparente como el petrol¨ªfero, no sea posible sin estudio a fondo sobre el tema cuantificar esta diferencia. T¨¦ngase en cuenta adem¨¢s, que con el n¨ªvel de precios alcanzado en la actualidad, diferencias mucho menores que las existentes hace algunos a?os, un 5 a 10 por 100, por ejemplo, que son hoy perfectamente posibles, su pondr¨ªan para el pa¨ªs un extracoste de 250 a 500 millones, de d¨®lares/a?o, por el simple hecho de no poseer una industria petrol¨ªfera adecuadamente organizada. Este es un lujo que Espa?a ya no puede permitirse.
En base a lo anteriormente expuesto, las medidas que en mi opini¨®n podr¨ªan contribuir en forma apreciable a atenuar nuestro problema energ¨¦tico, ser¨ªan las siguientes:
a) A corto plazo.
Modificaci¨®n del sistema de fijaci¨®n de precios exrefier¨ªa, buscando un equilibrio interproductos de tipo europeo.
- Adopci¨®n de una pol¨ªtica de precios; realista, eliminando la totalidad de las subvenciones a los combustibles industriales. Como complemento un sistema de ayudas para inversiones destinadas a ahorre de energ¨ªa, ser¨ªa muy conveniente.
- Medidas complementarias, tipo reducci¨®n iluminaciones y calefacci¨®n, ajuste horarios televisi¨®n, propaganda al usuario, etc¨¦tera.
- Negociaciones con las compa?¨ªas de explotaci¨®n en nuestro subsuelo de una aceleraci¨®n de las prospecciones, en condiciones t¨¦cnicas aceptables.
- Cesi¨®n al Estado de, todas las zonas en litigio con, posibilidades petrol¨ªferas presumibles (la ley de Hidrocarburos prev¨¦ perfectamente esta posibilidad), e investigaci¨®n r¨¢pida de las mismas, con el repliegue del grueso de los efectivos t¨¦cnicos y econ¨®micos hoy destinados al exterior, y donde no se ha conseguido, hasta el momento, ning¨²n resultado apreciable.
b) A medio plazo.
- Reorganizaci¨®n completa de la industria petrol¨ªfera espa?ola y del sistema de adquisiciones de crudo seguido hasta el momento actual.
Independientemente de lo anterior, anualmente el Gobierno en funci¨®n de las principales, magnitudes de comercio exterior, deber¨ªa fijar un tope m¨¢ximo al volumen monetario a destinar a las importaciones de energ¨ªa, que no deber¨ªa sobrepasarse fuese cual fuese el precio de los aprovisionamientos. Para 1977, esta cifra estimo deber¨ªa situarse alrededor de los 330.000 millones de pesetas.
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