Entre la ruptura y la rotura

NO SE puede andar matando muchachos por la calle. Es un razonamiento obvio y hasta la saciedad repetido en nuestras p¨¢ginas. Pero tampoco se puede convocar a los ciudadanos a que, un d¨ªa s¨ª y otro no, tomen por asalto el Palacio de Invierno. La convocatoria hecha por algunos partidos de la oposici¨®n de una jornada de lucha y una huelga general en Madrid, para ma?ana, nos parece un peligroso intento que no debe ser secundado. Muy mucho nos tememos que el Poder y la Oposici¨®n acaso no calibren el nivel de fuerza que ponen en juego en su pugna.La gran esperanza del pueblo espa?ol padece de cierta fragilidad, por razones coyunturales, y la transici¨®n hay qu¨¦ conducirla con la tranquilidad posible.

Ni la Oposici¨®n puede olvidarse de que el Poder a¨²n est¨¢ en posesi¨®n de importantes resortes de control, ni ¨¦ste puede obviar la capacidad de respuesta que la Oposici¨®n puede movilizar. Un pulso entre ambos puede acabar con la mesa por los suelos.

No aspiramos a colocarnos en la c¨®moda posici¨®n del punto equidistante de ambas partes. Pero se nos admitir¨¢ que los poderes p¨²blicos se quedan cortos y lentos en el cambio pol¨ªtico, y los partidos de la oposici¨®n se exceden convocando a las masas con oportunidad discutible. Ni unos ni otros llegar¨¢n por ah¨ª a pactar nada, y menos una ruptura pol¨ªtica negociada. Por ah¨ª s¨®lo se va hacia la rotura.