?Oficialidad ?, ?cooficialidad?: normalizaci¨®n del catal¨¢n
En los ¨²ltimos meses ha tenido lugar en Catalu?a -y en otras partes de los pa¨ªses catalanes- una agria pol¨¦mica sobre el uso oficial del catal¨¢n. Aunque, como suele ocurrir en estos casos, se ha ca¨ªdo a menudo en el est¨¦ril esquematismo del polarizar la pol¨¦mica en dos alternativas irreductibles, lo cierto es que los l¨ªmites de las mismas no son tan claros como parecen. De hecho, las dos opciones que se presentan como inconciliables (la oficialista que propugna la oficialidad exclusiva del catal¨¢n en los territorios catalanes y la cooficialista que defiende la cooficialidad del catal¨¢n al lado del castellano durante un per¨ªodo m¨¢s o menos largo) no son, en la pr¨¢ctica, tan distantes entre s¨ª.Lo primero que se impone es distinguir, con serenidad, entre el plano sociocultural y el plano pol¨ªtico de la controversia. No creo pecar de ingenuo si afirmo que, en Catalu?a, todas las voces m¨¢s autorizadas est¨¢n de acuerdo en la necesidad de la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica del catal¨¢n (plano sociocultural). En efecto, la plenitud de uso para el catal¨¢n, la recuperaci¨®n de todas sus funciones privadas y p¨²blicas (administraci¨®n p¨²blica, ense?anza. Medios de comunicaci¨®n, relaci¨®n social, etc¨¦tera), son reivindicaciones compartidas por todas las fuerzas democr¨¢ticas catalanas. No es admisible ning¨²n regateo: la persecuci¨®n y la marginaci¨®n que han sufrido la lengua y la cultura catalanas durante estas ¨²ltimas d¨¦cadas s¨®lo puede repararse con la plena normalizaci¨®n del catal¨¢n, el cual, desde luego, pasar¨¢ a ocupar espacios de uso que ahora est¨¢n monopolizados por el castellano.
Opci¨®n pol¨ªtica
El plano pol¨ªtico m¨¢s propiamente dicho, viene determinado por la opci¨®n pol¨ªtica concreta que se elija, por la alternativa m¨¢s viable en estos momentos para lograr dicha normalizaci¨®n. Y en este sentido debe tenerse en cuenta le que establece el punto tercero de la declaraci¨®n program¨¢tica de la Assemblea de Catalunya (1971): ?Restablecimiento de las instituciones y de los principios configurados en el estatuto (de autonom¨ªa) de 1932, como expresi¨®n concreta de estas libertades en Catalu?a y como v¨ªa para llegar el pleno ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n?. Por consiguiente, la Assemblea de Catalunya, al aceptar como primer paso hacia la autodeterminaci¨®n el estatuto de 1932, acepta, tambi¨¦n provisionalmente, la alternativa concreta de la cooficialidad de las dos lenguas. Recu¨¦rdese que, en este punto, el estatuto prebiscitado por el pueblo de Catalu?a en 1931 y el votado por las Cortes de la Rep¨²blica en 1932 discrepaban: el primero establec¨ªa la oficialidad del catal¨¢n dentro del territorio de la Generalitat, si bien garantizaban los derechos de los castellanohablantes residentes en Catalu?a; el segundo establec¨ªa un r¨¦gimen de cocificialidad, que, tomado al pie de la letra, favorec¨ªa m¨¢s al castellano, pero en la pr¨¢ctica se desbord¨® por la din¨¢mica del pa¨ªs, cuya realidad ling¨¹¨ªstica iba imponi¨¦ndose.
As¨ª, pues, el nudo de la discrepancia entre ?oficialista?, y ?cooficialistas? est¨¢ esencialmente en el plano pol¨ªtico. En definitiva, en si se acepta o no, como base de negociaci¨®n, el punto tercero de la Assemblea de Catalunya. Hay que reconocer, sin embargo, que esto no cierra la pol¨¦mica, en la cual saltan a la vista numerosos malentendidos, cuando no critica de intenciones hacia los partidos y las fuerzas populares de la Assemblea.
Desear¨ªa contribuir a aclarar los t¨¦rminos de la pol¨¦mica insistiendo en algunos aspectos no siempre tenidos en cuenta. Para ello citar¨¦ dos ejemplos de cooficialidad ling¨¹¨ªstica en sendos Estados europeos: Suiza y Finlandia. En el primero, la cooficialidad tiene exclusivamente un car¨¢cter estatal, esto es, s¨®lo se aplica en las instancias de la administraci¨®n, especialmente confederal cada ¨¢rea ling¨¹¨ªstica de la confederaci¨®n es planamente independiente en el orden cultural y en ella la lengua oficial es la del territorio, sea este alem¨¢n, franc¨¦s, italiano o romanche. En Finlandia -donde los fineses son m¨¢s del 90 por 100 de la poblaci¨®n- la lengua oficial prioritaria es, desde luego, el fin¨¦s, pero la lengua sueca es cooficial en los municipios donde resida por lo menos un 12 por 100 de suecohablantes. (Esta minor¨ªa procede de la colonia sueca establecida en Finlandia durante la colonizaci¨®n del pa¨ªs por los suecos.)
Cooficialidad
?Y cu¨¢l de los dos sistemas es el que m¨¢s conviene a Catalu?a aqu¨ª y ahora? A mi entender, los que, como el que esto firma, propugnamos una organizaci¨®n federal del Estado espa?ol debemos fijarnos como objetivo -a medio m¨¢s que a largo plazo- un sistema de cooficialidad del tipo suizo (o yugoslavo, si se prefiere un Estado socialista). En un sistema como ¨¦ste las distintas ¨¢reas nacionalitarias del Estado podr¨¢n gozar del beneficio de la oficialidad territorial (sin que ello implique desatender a las restantes lenguas peninsulares, especialmente a nivel de administraci¨®n p¨²blica), mientras que se aplicar¨ªa estrictamente la cooficialidad en los ¨®rganos federales.
Sin embargo, durante un cierto per¨ªodo que puede ser de varios a?os -y habida cuenta de la existencia de grandes masas de inmigrados andaluces, castellanos, gallegos, etc¨¦tera, en Catalu?a, a quienes durante las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha pretendido marginar impidi¨¦ndoles el contacto con la realidad social y cultural de nuestra comunidad-, ser¨ªa conveniente arbitrar una f¨®rmula de cooficialidad algo parecida a la finlandesa, en aquellos municipios donde exista una fuerte inmigraci¨®n. Digo algo parecida porque ni la inmigraci¨®n en Catalu?a tiene las caracter¨ªsticas de la colonia sueca en Finlandia, ni entre el castellano y el catal¨¢n existe tanta distancia como entre el sueco y el fin¨¦s.
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