Revisiones de precios y restricciones al consumo
La descripci¨®n del sector energ¨¦tico espa?ol que expusimos en el primer cap¨ªtulo de esta serie, publicado ayer pone de relieve cu¨¢n vulnerable se presentaba ¨¦ste ante una situaci¨®n como la surgida en el oto?o de 1973 con la llamada crisis del petr¨®leo. Una escasa diversificaci¨®n de las fuentes de energ¨ªa la elevada dependencia exterior en el abastecimiento, un acusado desequilibrio en los precios finales con un trato muy favorable para los consumos industriales frente a los restantes usos de la energ¨ªa y, por ¨²ltimo, una elevada fiscalidad sobre los carburantes, todo ello supon¨ªa un c¨²mulo de obst¨¢culos a salvar tras la elevaci¨®n del precio mundial de los crudos y, su superaci¨®n llevada a un cambio radical en el marco econ¨®mico en que se hab¨ªa desenvuelto en el pasado el sector de la energ¨ªa.
La tradicional inercia en la adopci¨®n de medidas econ¨®micas tuvo que vencerse en-esta ocasi¨®n y se adoptaron sucesivas disposiciones que, en una primera interpretaci¨®n, pudieran encuadrarse dentro de una pol¨ªtica energ¨¦tica a largo plazo.
Para el mes de marzo de 1974 se hab¨ªa trasladado ya a los precios finales el alza en origen del coste de los crudos, en el oto?o del mismo a?o se estableci¨® un programa de contenci¨®n directa de la demanda de productos energ¨¦ticos y a principios de 1975 se anuncia un Plan Energ¨¦tico para el decenio pr¨®ximo. As¨ª pues una pol¨ªtica a corto plazo encaminada a equilibrar financieramente el coste de la energ¨ªa, una pol¨ªtica a medio plazo para la limitaci¨®n del consumo y la planificaci¨®n del sector para un per¨ªodo decenal, hac¨ªan pensar en una pol¨ªtica coherente en materia de energ¨ªa.
En las l¨ªneas que siguen vamos a realizar un somero balance de la pol¨ªtica energ¨¦tica en materia de precios, restricciones al consumo y planificaci¨®n durante los tres ¨²ltimos a?os y, de acuerdo con sus resultados sugerir las posibles bases de una pol¨ªtica energ¨¦tica en Espa?a.
Pol¨ªtica de precios
En marzo de 1974 se hab¨ªa configurado ya el nuevo cuadro de precios que tendr¨ªa como objetivo el trasladar al consumidor privado o industrial la elevaci¨®n de los precios de los crudos en origen. El coste adicional de los crudos se estim¨® en 125.000 millones de pesetas para los 39 millones de toneladas consumidas en Espa?a y la distribuci¨®n entre los tres principales mercados consumidores fue muy desigual; se aument¨® en promedio 7, 50 pesetas/litro de las gasolinas, 3,50 pesetas/litro de gas-oil y 1, 30 pesetas kilo de fuel. En consecuencia, la distribuci¨®n aproximada de los 80.000 millones de mayor recaudaci¨®n para estos tres productos fue.
Esto supuso, que las gasolinas con s¨®lo un 13 por 100 del tonelaje de estos tres productos absorbieron el 36 por 100 de la repercusi¨®n total, mientras que el fuel t¨¦rmico industrial con un 58 por 100 del tonelaje, solamente el 27 por 100.
En consecuencia, se mantuvo estructura de precios existente con la idea, al parecer, de no incidir excesivamente en los costes industriales ni en el preci¨® de la energ¨ªa el¨¦ctrica. El fuel-oil pesado ten¨ªa anteriormente un precio ¨²nico de 1.400 pesetas tonelada y a partir de marzo de 1974 se elev¨® a 3.200 pesetas, para las industrias de gas-y cemento y 2.400 pesetas para las centrales t¨¦rmicas.
Para compensar el mayor coste del combustible a las t¨¦rmicas se elevaron las tarifas el¨¦ctricas el 15,857 por 100
En 1975 se elevan nuevamente los precios. La electricidad a principios de a?o: 13 por 100 para el consum¨® dom¨¦stico y un 4 por 100 m¨¢s, 17 por 100, para el consumo industrial. EIevando m¨¢s los precios industriales, se pretend¨ªa reducir el desequilibrio entre usuarios que ya se ha comentado anteriormente. Al finalizar el a?o se elevan nuevamente los carburantes —cuatro pesetas el litro de gasolina y 3,50 el gas-oil para transporte. Tambi¨¦n se elevan los precios del fuel, que pasan a ser 5.000 pesetas/tonelada para la industria y 4.200 pesetas para la generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica, aumento que se traslada a las tarifas con una elevaci¨®n del 8 por 100, l8 y 20 por l00 de acuerdo con el tipo de consumo dom¨¦stico, comercial o industrial respectivamente. En el a?o actual ha habido nuevas elevaciones de los carburantes pero no de los combustibles y su finalidad ha sido b¨¢sicamente recaudatoria a¨²n cuando se haya justificado en la necesidad de con tener la demanda.
Comparaci¨®n internacional
Tras este periodo de intensa actuaci¨®n sobre los precios de los productos energ¨¦ticos se ha llegado en Espa?a a triplicar el precio del fuel-oil t¨¦rmico, casi multiplicar por cuatro el fuel-oil no t¨¦rmico y se han m¨¢s que duplicado los precios de las gasolinas y del gas-oil para transporte. La electricidad ha registrado aproximadamente un alza de precio comprendida entre 37 por 100 para uso dom¨¦stico y 53 por 100 para uso industrial.
Por tanto, se han acortado las diferencias relativas entre precios industriales y precios al consumidor, si bien parece que son a¨²n es tas diferencias excesivas, sobre todo si se comparan con la pol¨ªtica de precios seguida por otros pa¨ªses europeos, tambi¨¦n con importantes d¨¦ficits energ¨¦ticos.
De la confrontaci¨®n de nuestro cuadro de precios, con los franceses, alemanes e italianos se llega a las siguientes conclusiones; la comparaci¨®n se hace en base a los precios existentes en estos pa¨ªses en 1975, precios que pueden diferir de los vigentes en este momento dada las frecuentes modificaciones que registran en todos los pa¨ªses:
—En Espa?a ha habido un claro retraso en la traslaci¨®n a los precios finales de las alzas de los crudos, lo cual, probablemente, ha retrasado tambi¨¦n el sustancial descenso de las importaciones que se registr¨® en los pa¨ªses industrializados inmediatamente despu¨¦s de la crisis.
—Los productos energ¨¦ticos destinados a la industria eran mucho m¨¢s baratos en Espa?a en 1975 que en los restantes pa¨ªses. En Alemania el fuel-oil para la industria era un 30 por 100 m¨¢s caro y en Francia un 15 por 100.
—El fuel-oil para las centrales t¨¦rmicas costaba un 22 por 100 m¨¢s en la Rep¨²blica Federal Alemana, un 40 por 100 m¨¢s en Francia y un 10 por 100 m¨¢s en Italia.
—Por ¨²ltimo, el abanico de precios en la energ¨ªa el¨¦ctrica era mucho menor en todos los dem¨¢s pa¨ªses que en Espa?a. En 1975, el kilowatio-hora dom¨¦stico costaba en Espa?a 2, 68 veces lo que el kilowatio/hora industrial m¨¢s barato, frente a 1, 58 veces en Gran Breta?a y 1, 86 en Alemania.
En este aspecto es importante destacar que los restantes pa¨ªses existe una diferencia importante entre el peque?o y gran consumo industrial mientras que en Espa?a esa diferencia era solamente del 6 por 100 frente a un 42 por 100 en Alemania, 36 por 100 en Francia, 30 por 100 en Italia.
As¨ª pues vemos que nuestra pol¨ªtica de precios en energ¨ªa parece estar bastante lejos de lo que se ha practicado en otros pa¨ªses con alto consumo y cuyos resultados pr¨¢cticos han sido bastante m¨¢s positivos que en Espa?a para frenar la demanda. Italia adopt¨® inicialmente una pol¨ªtica de elevaciones relativamente moderadas de los precios pero ante el enorme d¨¦ficit exterior ha tenido que endurecer fuertemente su pol¨ªtica de precios en todos los productos energ¨¦ticos.
Por ¨²ltimo vamos a tratar de ver, en la escasa medida que es posible con los a¨²n m¨¢s escasos datos estad¨ªsticos disponibles, c¨®mo ha evolucionado la demanda de productos energ¨¦ticos en el trienio 1973-1975.
Efectos sobre la demanda
?Qu¨¦ efectos ha tenido esta in tensa actuaci¨®n sobre los precios en la demanda?... Recogemos en un cuadro los consumos y sus variaciones porcentuales de los cinco principales productos energ¨¦ticos.
En 1974, como se ve en el cuadro, el consumo de gasolina y gas-oil se mantuvo pr¨¢cticamente estancado lo que supone un descenso real por veh¨ªculo teniendo en cuenta el aumento del parque automovil¨ªstico.
Por el contrario se registr¨® un crecimiento del 4,1 por 100 en el fuel industrial y el 18,3 por 100 del t¨¦rmico con lo que se hizo frente al crecimiento de la demanda de energ¨ªa el¨¦ctrica + 8,3 por 100.
En el a?o siguiente, 1975, desciende la tasa de aumento de consumo de fuel industrial, crecen los consumos de gasolina (+ 10, 3 por l00) y gas-oil (+ 5por 100).Ya el crecimiento de las rentas monetarias y del parque automovil¨ªstico hab¨ªan recuperado la demanda de gasolina, en tanto que se hab¨ªa desacelerado la tasa de crecimiento de electricidad (¡À 3.45 por 100) y por tanto, de la utilizaci¨®n del fuel en las centrales t¨¦rmicas. A excepci¨®n del fuel industrial (— 3, 4 por 100), el consumo de los restantes carburantes y combustibles crec¨ªa a pesar de la situaci¨®n deprimida en que se encontraba la econom¨ªa espa?ola.
Restricciones al consumo
Aparte de esa medida, ya tradicional, de variaci¨®n del horario de primavera y verano cuyos efectos sobre el consumo no son cuantificables excepto para los exactos c¨¢lculos oficiales, las ¨²nicas disposiciones encaminadas a frenar la demanda de energ¨ªa se adoptaron en la ¨²ltima reuni¨®n del Gobierno antes de la crisis del oto?o de 1974.
Su suerte y, por tanto, su eficacia fueron tan precarias como el inter¨¦s demostrado en su aplicaci¨®n.
Algunas de las medidas fueron innecesarias: limitaci¨®n del consumo de combustibles para calefacciones y para las centrales t¨¦rmicas, precios diferenciales para el fuel industrial al exceder de determinado consumo. Un invierno benigno y la recesi¨®n creciente evitaron su aplicaci¨®n.
Otras siguen vigentes en el ya innumerable arsenal de disposiciones oficiales en desuso: limitaci¨®n de velocidades en carreteras, terminaci¨®n de programas de televisi¨®n a las 11.30, limitaci¨®n al 20 por 100 de la temperatura en edificios oficiales, suspensi¨®n del alumbramiento p¨²blico a las 11 de la noche, etc. De estas disposiciones ya no se acuerda nadie y en este orden de medidas hab¨ªa que preguntarse a cuantas industrias les ha sido denegada su puesta en funcionamiento por exceso de consumo de energ¨ªa y a cuantas otras se ha comprobado el consumo efectivo.
No obstante, es preciso decir que en los meses inmediatamente siguientes a la publicaci¨®n de estas medidas los efectos sobre el consumo de electricidad, fueron significativos.
Sin duda la pobreza de datos y de trabajos sobre estos temas muestra la indiferencia con que se tratan, pero con las estad¨ªsticas disponibles de producci¨®n mensual se llega a la conclusi¨®n de que el efecto a corto plazo fue, en t¨¦rminos de contenci¨®n del consumo, altamente positivos. Las centrales de UNESA generaron en los diez primeros meses de 1974 un 7 por 100 m¨¢s de electricidad que en los mismos meses de 1973, mientras que en los dos meses siguientes —noviembre y diciembre— (que son meses de muy alto consumo) el crecimiento de 1974 sobre 1973 fue solamente el 3 por 100.
En los diez primeros meses de 1975 el crecimiento de la generaci¨®n de electricidad fue de un 2 por 100 aproximadamente m¨¢s en 1975 que en 1974 mientras que en los dos ¨²ltimos meses (noviembre y diciembre) olvidadas ya las medidas restrictivas del oto?o de 1974, el aumento fue del 7por 100. Por tanto, la experiencia de las restricciones directas sobre el consumo, al menos a corto plazo, han tenido efectos claramente moderadores en el crecimiento del consumo de energ¨ªa.
Esta pol¨ªtica de actuaci¨®n directa sobre la demanda era a¨²n m¨¢s necesaria en el contexto de inflaci¨®n generalizada en que se desenvolv¨ªa nuestra econom¨ªa puesto que los precios de los productos energ¨¦ticos, por distintas razones, se mueven menos frecuentemente que los restantes precios.
Sin embargo, no se ha vuelto a recurrir a este procedimiento y lo ¨²nico que se nos ha asegurado en grandes ?posters? es la insolvencia del pa¨ªs para hacer frente al pago de la factura exterior de energ¨ªa, o lo que es lo mismo, la incapacidad de la Administraci¨®n para hacer coincidir la actuaci¨®n individual con el inter¨¦s p¨²blico.
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