La polic¨ªa
Si usted me acoge, quiero referirme al art¨ªculo de Mart¨ªn Prieto -La Polic¨ªa- publicado en reciente n¨²mero de su diario. Empezar¨¦ por decir que, si bien ya jubilado, yo soy polic¨ªa. Esto me permite que pueda hablar, si no con toda libertad, s¨ª con mucha libertad. Y voy al tema del articulista: ?El poder pol¨ªtico que, de hecho, ha venido ostentando un cuerpo de funcionarios como el policial en casi cuarenta a?os de autocracia. Y hay que tener el valor moral de afrontar este tema inmediatamente en beneficio de la democracia y de la misma policia.?Los polic¨ªas estamos ya muy acostumbrados a comprobar c¨®mo raro es el d¨ªa que no nos obsequian con la maledicencia y el insulto. Y la tergiversaci¨®n de historia y sucesos. ?De d¨®nde saca el se?or Prieto que la Polic¨ªa haya ostentado, durante cuarenta a?os de autocracia, ninguna clase de poder pol¨ªtico? No ya poder pol¨ªtico, ni siquiera influencia ha tenido. Yo tengo sobre mis espaldas cuarenta a?os de ejercicio profesional en la Polic¨ªa. A lo largo de mi carrera, con muchos sucesos y no pocos riesgos, he tocado todas las ?teclas?, he cultivado todos los servicios y he practicado toda clase de misiones, incluso de gran trascendencia e importancia nacionales.
Siempre serv¨ª a unas leyes que se basaban en el derecho natural y que hab¨ªan establecido los propios ciudadanos. Siempre estuvimos sometidos a esas normas y al imperio de esas leyes. Y nosotros, los polic¨ªas, qui¨¦rase o no, no hemos hecho nunca otra cosa que velar por el m¨¢s estricto cumplimiento de esas leyes. Nunca hemos cedido ante campa?as injuriosas, porque siempre hemos comprendido que esto ser¨ªa una traici¨®n a nosotros mismos. La Polic¨ªa espa?ola, hasta mismito ahora, ha cumplido con rigurosa fidelidad dos principales consignas: frente al terrorista, la invitaci¨®n de dispare usted primero. Frente a la sociedad, cumplir con la ley y el deber pese a quien pese y caiga quien caiga. En esos cuarenta a?os, que digo, nunca he visto que la Polic¨ªa tuviera ning¨²n poder pol¨ªtico y ni aun influencia de clase alguna.
Lo que sucede, sector Prieto, es que la Polic¨ªa espera, desde hace cuarenta a?os, su reivindicaci¨®n. Tengo la convicci¨®n de que a la Polic¨ªa no la podr¨¢ reivindicar m¨¢s que un profesional de ella; es decir, un polic¨ªa. Los que, en esos cuarenta a?os, la han dirigido no han hecho otra cosa que perturbarla con sus arbitrariedades, torpezas e injusticias. Demasiado ha hecho la pobre Policia, que ha encontrado fuerzas en su esencia y en su esp¨ªritu para soportarlo todo y sufrir en la melanc¨®lica desesperanza. Esta se est¨¢ agotando ya, porque, a lo ya pasado, ahora hay que sumar el ¨²ltimo descomunal disparate: en lugar de fijarse en la Direcci¨®n General de Seguridad y modernizar sus m¨¦todos, si es que lo necesita: atender a la cualificaci¨®n profesional de sus funcionarios; aumentar sus dotaciones econ¨®micas y montar un eficaz Servicio Informativo, se crea la Subsecretar¨ªa de Orden P¨²blico; se mezcla al gobernador civil para mayor confusi¨®n y, enmadej¨¢ndolo todo, no s¨¦ si la Direcci¨®n de Seguridad que, en cosas de Polic¨ªa y Orden P¨²blico deb¨ªa ser el ¨®rgano supremo y ¨²nico para toda Espa?a, le quedar¨¢n facultades suficientes para recoger mendigos. ?Qu¨¦ se pretende con todo esto? ?Crear la anarqu¨ªa y conseguir que surja un vac¨ªo de autoridad? ?Qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de todo esto? ?Nefasta gloria va a tener usted de esto, se?or Mart¨ªn Villa!
Dice el se?or Mart¨ªn Prieto que Federico Quintero, hasta hace poco jefe superior de Polic¨ªa de Madrid, dimiti¨® de su puesto ?al ver los recortes de competencias que sobre ¨¦l se cern¨ªan. En suma advirti¨® que se trataba de poner fin al quinterismo?. Y que los medios gubernamentales han estimado necesario acabar con el quinterismo como forma peculiar de entender el poder que debe tener la Polic¨ªa en la sociedad. Yo no he tenido ninguna relaci¨®n profesional con el se?or Quintero, pues nuestra dependencia era en esferas diferentes. El pertenec¨ªa a Jefatura y yo a Direcci¨®n. Tampoco nos ¨¦ramos mutuamente simp¨¢ticos. Opino que estaba detentando un cargo que pertenec¨ªa a un profesional de la Polic¨ªa. Lo mismo opino de todos los dem¨¢s, pasados, presentes y futuros que, sin ser polic¨ªas profesionales, ostentan el cargo de jefe superior de Polic¨ªa. Sin embargo, he sido testigo de su actuaci¨®n y puedo decir, en raz¨®n a lo que he visto, que el se?or Quintero se esforz¨® en todo momento en acertar, mandar y dirigir con justicia, tino y discreci¨®n. Sin estridencias y alharacas. Es justo y lo digo. El se?or Quintero, que es especialista en subversi¨®n, impregn¨® su actuaci¨®n de estos conocimientos. Otros fueron jefes superiores sin ninguna especializaci¨®n, lo fueron porque s¨ª y, desde luego, lo hicieron peor. ?O es que es esto el quinterismo? El se?or Quintero tiene ahora mi gratitud y mi respeto porque, con su dimisi¨®n, ha demostrado que es un hombre que posee dignidad y honor y se marcha, no porque le recorten sus competencias, sino porque se las recortan a la instituci¨®n de Polic¨ªa, que es cosa diferente.
Consuela, por ¨²ltimo, recordar que los profesionales de la Polic¨ªa, curtidos ya por innumerables campa?as programadas y felizmente fracasadas a los largos ¨²ltimos a?os, no pueden en ning¨²n momento caer en la desmoralizaci¨®n. Compa?ero y amigo, no desfallezcas y sigue pensando que tu misi¨®n es una de las m¨¢s dignas y elevadas que existen. No claudiques ni te entregues s¨®lo por comprobar que raro es el d¨ªa que no te obsequian con un insulto.
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