Ventaja para Carter en su segundo debate con Ford
Una nueva victoria ?por puntos?, esta vez de Jimmy Carter, unas declaraciones comprometidas del presidente Ford y el aburrimiento de casi cien millones de telespectadores como tel¨®n de fondo, fueron los aspectos m¨¢s destacables del segundo debate televisado entre los dos candidatos presidenciales que se celebr¨® en San Francisco en la madrugada del jueves, hora espa?ola.
Seg¨²n la opini¨®n general, reflejada en los primeros sondeos de opini¨®n, Carter estuvo m¨¢s agresivo y oblig¨® a su adversario a mantenerse a la defensiva, durante todo el debate. Sin embargo, el mayor da?o sufrido por el presidente se lo infligi¨® ¨¦l mismo con unas inesperadas afirmaciones que pueden tener graves consecuencias en su campa?a electoral.Al contestar a una pregunta sobre la influencia de la URSS en Europa del Este, Ford afirm¨® que no exist¨ªa dominaci¨®n sovi¨¦tica en Europa Oriental y que ?nunca la habr¨¢ bajo la Administraci¨®n de Ford?. Queriendo reforzar su tesis con ejemplos, el presidente dijo que no cre¨ªa que los yugoslavos, los rumanos y los polacos se considerasen ellos mismos dominados por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Carter, h¨¢bilmente, le respondi¨® que tratase de convencer de ello a los polacoamericanos, o a los h¨²ngaro-americanos que se refugiaron en Norteam¨¦rica, huyendo de sus pa¨ªses.
Los resultados de estas declaraciones no han podido ser m¨¢s desastrosos. La prensa ha coincidido en admitir, con reservas, la independencia de Yugoslavia y Rumania respecto a Mosc¨², pero ha recordado al presidente que el r¨¦gimen polaco es uno de los m¨¢s afines a la l¨ªnea pol¨ªtica de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Nadie se extra?¨®, sin embargo, de que el presidente Ford incluyera en la lista de ¨¦xitos de su pol¨ªtica exterior la situaci¨®n actual de Portugal, ni de que se evadiera, por el poco original sistema de ignorar la pregunta, de hablar sobre su pol¨ªtica hacia la junta militar chilena.
Minor¨ªas oprimidas
Despu¨¦s de que el candidato republicano hubiese destacado los triunfos de su pol¨ªtica internacional y, concretamente, de su gesti¨®n mediadora en el Africa Austral, tendente a establecer gobiernos de mayor¨ªa negra y a conseguir el respeto de las minor¨ªas, uno de los periodistas encargados de la realizaci¨®n del debate, le pregunt¨® acerca de las minor¨ªas opresoras que existen en varios pa¨ªses aliados de los Estados Unidos, como Corea del Sur, Formosa y Chile. Ford ignor¨® totalmente la referencia a Chile y se limit¨® a responder que hab¨ªa manifestado recientemente al presidente Park, de Corea, su disgusto por la pol¨ªtica represiva seguida por ¨¦ste. La amonestaci¨®n de Ford, se comentaba ayer en Washington, no debi¨® hacer mucha mella en el dictador surcoreano, porque la represi¨®n contra los disidentes se increment¨® en los ¨²ltimos meses y las denuncias sobre violaciones de derechos humanos en Corea del Sur llegaron hasta el propio Congreso de los Estados Unidos, que ha celebrado varias sesiones para tratar el tema.Carter se aprovech¨® nuevamente del silencio de su adversario y dijo en su turno de r¨¦plica que ?el se?or Ford no comenta el tema de las prisiones en Chile. Esto es un t¨ªpico ejemplo, entre otros muchos, de c¨®mo esta Administraci¨®n derroc¨® un Gobierno electo y ayud¨® a establecer una dictadura militar?.
A diferencia del anterior debate, en esta ocasi¨®n ambos candidatos se atacaron directamente y con bastante energ¨ªa. Carter, que se refiri¨® siempre al ?se?or Ford?, sin utilizar nunca la palabra ?presidente?, utiliz¨® un vocabulario duro para referirse a las gestiones de la Administraci¨®n Ford. ?Error?, ?pol¨ªtica desgraciada?, ?mentira? y ?confusi¨®n?, fueron algunos de los t¨¦rminos empleados por el candidato dem¨®crata, que en alguna ocasi¨®n tuvieron el efecto de crispar a Ford en su pupitre. Carter estuvo m¨¢s relajado en este segundo debate.
Pese a que las preguntas fueron variadas y los dos contendientes se refirieron a numerosos temas, desde el canal de Panam¨¢ a la ?distensi¨®n? con la URSS, pasando por las relaciones con Pek¨ªn y el Oriente Pr¨®ximo, el debate fue casi tan aburrido como el anterior y estuvo salpicado de las tan temidas cifras y estad¨ªsticas que tan prolijamente utilizaron Ford y Carter en la anterior ocasi¨®n.
Para ser un tema en el que Carter es manifiestamente inferior a su adversario, el georgiano se bande¨® con habilidad, insistiendo en sus cr¨ªticas a la falta de liderazgo de Ford, de la pol¨ªtica exterior ?inmoral? de su Administraci¨®n y de la absoluta libertad de movimientos del se?or Kissinger para construir ?su? diplomacia sin consultar con Ford.
Nada m¨¢s terminar el debate, y apenas finalizado el apret¨®n de manos de Ford y Carter en el escenario del Palacio de Bellas Artes de San Francisco, los estados mayores de cada candidato prorrumpieron en los esperados gritos de victoria. Para cada uno de ellos su candidato fue el mejor, el m¨¢s natural ante las c¨¢maras, el m¨¢s agresivo y el que mejores opciones present¨®.
Los sondeos de opini¨®n, esa especie de or¨¢culos a los que tan a menudo se consulta en la pol¨ªtica norteamericana, daban la respuesta provisional poco despu¨¦s: 38,2 por 100 para Carter, 32,6 por 100 para Ford y un 29,2 por 100 de indecisos que o no saben qui¨¦n fue el ganador, o no vieron el debate, aleccionados por la experiencia anterior.
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