Con talante democr¨¢tico
Naci¨® en 1923 en Noez (Toledo). Licenciado en Derecho, ingres¨® en el Cuerpo de Abogados del Estado en 1950. Vicepresidente del Gobierno y ministro de Trabajo desde enero de 1974 hasta marzo de 1975. Es consejero nacional del grupo de los cuarenta?. Es uno de los promotores de la reci¨¦n creada Alianza Popular.
Para quienes, con la mejor buena fe y esp¨ªritu de servicio a nuestra Patria, iniciamos el s¨¢bado, con la promoci¨®n de Alianza Popular, la andadura dificil pero ilusionada de ofrecer a Espa?a una opci¨®n pol¨ªtica importante, armonizando posturas personales y limando discrepancias, para llegar a constituir un grupo pol¨ªtico de amplia base, como suelen ser los partidos que hacen viables las democracias la lectura del editorial del domingo de EL PAIS constituy¨® una triste sorpresa. Yo, al menos, intu¨ªa, por otros comentarios anteriores, la discrepancia del peri¨®dico con nuestra postura, con lo que somos y representamos, y esperaba una acogida no demasiado favorable. Sin embargo no esperaba ni el tono, ni la agresividad del comentario, que supone incluso juicios, descalificaciones y matices personales que, al da?arnos a nosotros, da?an tambi¨¦n, a mi entender, la objetividad del peri¨®dico. Un peri¨®dico que en tan breve espacio de tiempo se ha abierto camino en el panorama informativo espa?ol, lo que dice mucho de la capacidad profesional de quienes lo hacen.
Me ha disgustado leer el editorial por un doble motivo. Por nosotros y por el peri¨®dico. Pero hay un motivo superior para mi disgusto: sentir¨ªa que ¨¦ste fuera el talante con el que se dirimieran nuestras futuras discrepancias pol¨ªticas, en esta nueva democracia que intentamos construir.
Pero este no va a ser ni un art¨ªculo de queja, ni un articulo pol¨¦mico con el peri¨®dico al que Alianza Popular ha contestado ya como grupo. El pol¨ªtico, por otra parte, tiene que ?encajar? losjuicios adversos, incluso cuando sean tan duros como los de EL PAIS. O quedarse en casa ocup¨¢ndose de sus cosas. Tal ha sido mi manera de entender la labor informativa en mi ya larga vida de responsabilidades p¨²blicas. Creo que son muchos Ios profesionales del periodismo que podr¨ªan atestiguarlo. En cuanto a lo que nosotros y nuestra alianza pueda llegar a ser dejemos que el juicio siga a los hechos, y no hablemos desde los ?prejuicios?, que es lo que algunos est¨¢n haciendo para descalificarnos de antemano.
Lo que me propongo, esencialmente, en este art¨ªculo, es tomar este incidente como pretexto, pata hacer algunas consideraciones acerca de lo importante que es el talante democr¨¢tico, para construir una democracia.
Somos muy dados a pensar que todo o casi todo depende de las leyes y poco de las conductas. Modifiquemos la Constituci¨®n, pensamos, y tendremos un nuevo estilo de vida, una nueva e ideal, democracia. As¨ª nos hemos pasado siglo y medio, desde aquella primera Constituci¨®n de C¨¢diz, que defin¨ªa a Espa?a como una naci¨®n de hombres justos y ben¨¦ficos, sin perjuicio de que estos hombres justos y ben¨¦ficos estuvieran todo el siglo XIX y parte del XX persigui¨¦ndose y mat¨¢ndose ¨²nos a otros, entre revueltas, pronunciamientos y guerras civiles.
La nueva democracia que entre todos vamos a intentar construir, se va a basar, por supuesto, en cambios importantes en nuestra Constituci¨®n, de acuerdo con lo que decida nuestro pueblo. Nosotros hemos reconocido que esos cambios son necesarios y convenientes. Yo lo dije p¨²blicamente en un art¨ªculo que escrib¨ª el mismo d¨ªa de la muerte de Francisco Franco y los que hab¨ªa venido propiciando desde tiempo antes. Pero, importa subrayar, que el car¨¢cter de la vida democr¨¢tica en Espa?a no va a depender s¨®lo de las reformas constitucionales.
Una amplia gama de opciones pol¨ªticas va a ser ofrecida al pueblo espa?ol en relaci¨®n con la soluci¨®n de sus problemas y la organizaci¨®n de su futura convivencia. Si por la superaci¨®n de personalismos, estas opciones fueran pocas e importantes como ocurre en la mayor parte de los, pa¨ªses Occidentales, se facilitar¨ªa Ia elecci¨®n del pueblo y Gobierno del pais, y enello hemos pensado nosotros al constituir la alianza. Ser¨ªa deseable que los diversos grupos afines llegaran a articularse tambi¨¦n otras dos o tres coaliciones de las que se habla por ah¨ª. Por ejemplo, una importante opci¨®n socialista y alguna otra de las que est¨¢n en proyecto. A m¨ª todo esto me parecer¨ªa positivo. Y evitar¨ªa o reducir¨ªa los grupos radicalizados de extrema izquierda o de extrema derecha.
En cualquier caso, tres o cuatro grandes formaciones pol¨ªticas, acompa?adas de algunos otros peque?os partidos, constituir¨ªan el espectro electoral deseable, en las circunstancias actuales, cara a las pr¨®ximas elecciones. Aceptar esto y tratar de contribuir a que, esto se produzca, puede ser tan importante como las puras. modificaciones constitucionales en el futuro democr¨¢tico de Espa?a.
Conseguir, adem¨¢s, que, la diversidad, de opciones no se consideren como ejercitos en pie de guerra. Aceptar al contrario como discrepante y no como enemigo. Discutir las ventajas y los inconvenientes de las distintas soluciones con objetividad desde los problemas y los intereses de Espa?a, y no,desde los ¨¢ngulos puramente personalistas... Todo esto forma parte,de lo que yo llamo el talante democr¨¢tico, que, para m¨ª es tan importante, o m¨¢s que las leyes que configuren las nuevas instituciones o los procedimientos electorales.
Llegar a que las posiciones de izquierda tengan una fuerte dosis, de sentido nacional, de respeto por la Iey, y,-el orden, por la seguridad y la paz; y las de derechas, una profunda sensibIdad por los problemas sociales y el realismo suficiente para resolverlos haciendo los sacrificios econ¨®micos que sean necesarios; y conseguir que unos y otros no tengan sentido revanchista, sino de continuidad (lo que no excluye cambios y reformas), nos llevar¨ªa de verdad a una democracia de corte occidental, en la que puede cambiar el partido dominante, sin convulsiones, ni cambios radicales en la pol¨ªtica nacional.
Todo esto necesita no s¨®lo leyes; no s¨®lo normas. Necesita grandes dosis de respeto, comprensi¨®n y tolerancia para las posturas discrepantes, grandes dosis de superaci¨®n de toda clase de personalismos, grandes dosis de talante democr¨¢tico. Podr¨ªa resultar que de nuestro talante democr¨¢tica para afrontar la nueva situaci¨®n dependa mucho m¨¢s de lo que creemos nuestro futuro pr¨®ximo.
Y como quiero alejar del lector la idea de cualquier clase de "oportunismo? o veleidad circunstancial en estos criterios, quiero terminar repitiendo lo que dije en 1969 en mi primera intervenci¨®n en las Cortes como ministro de Trabajo. Dije entonces, y repito ahora, que ?tengo la conviccion profunda de que el di¨¢logo y el entendimiento entre todos ha de ser la base de nuestra convivencia; de que siempre puede haber un punto de entendimiento y concordia entre posicionesinicialmente discrepantes y de que el servicio a la comunidad exige de nosotros ese entendimiento y esa concordia; exige de nosotros la generosidad de renunciar a una parte de lo que consideramos nuestra verdad, para encontrar lo que pueda ser la verdad de todos".
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