Cautela del Gobierno y los sindicatos ante la crisis social italiana
El comit¨¦ interministerial de precios que ayer ten¨ªa que ratificar el aumento de la luz el¨¦ctrica y de los tel¨¦fonos contemplado por el plan de austeridad del gobierno Andreotti, aplaz¨® sus decisiones, tras una reuni¨®n de los l¨ªderes sindicales con los subsecretarios de la presidencia del consejo, Franco Evangelisti, y de la industria, Gianurario Carta.
Los sindicatos afirman que se trat¨® de un encuentro ?interlocutorio?. La verdad es que el gobierno Andreotti demuestra prudencia y voluntad de no tirar excesivamente de la cuerda de la austeridad con unos sindicatos que, por lo pronto, demuestran no saber coordinar su t¨¢ctica con la estrategia pol¨ªtica general de la izquierda.
Mientras el parlamento est¨¢ discutiendo el presupuesto para el a?o que viene, los sindicatos se est¨¢n, en realidad, dejando llevar por un debate interno del que surgen posiciones muy diversas. La mayor¨ªa de la Uni¨®n Italiana del Trabajo (UIL), socialista, quiere la huelga general, mientras la minor¨ªa republicana se opone. La Confederaci¨®n General Italiana del Trabajo (CGIL) tambi¨¦n es partidaria de la huelga, pero con modalidades diversas. La CISL, fundamentalmente democristiana, estar¨ªa disponible para manifestaciones articuladas de protesta, pero no para una huelga general inmediata.
Ayer, en resumidas cuentas, se reuni¨® la secretar¨ªa confederal de CGIL—CISL—UIL para preparar las decisiones ¨²ltimas que ser¨¢n adoptadas por el directivo el 19 y 20 pr¨®ximos. La base sindical empuja por su cuenta y en Mil¨¢n se ha anunciado ya una huelga general para el 20 de octubre. Por su cuenta se ha reunido tambi¨¦n el m¨¢s poderoso sindicato de la federaci¨®n, el del Metal, parte de cuyos trabajadores (sector electr¨®nico) han parado ayer dos horas para defender el nivel de empleo.
El marco pol¨ªtico general sigue, mientras tanto, sustancialmente inmutable. Aldo Moro ha sido nombrado presidente de la democracia cristiana y ha confirmado su apoyo al gobierno Andreotti. Los socialistas siguen insistiendo en que la situaci¨®n se desblocar¨¢ s¨®lo con un gobierno de emergencia con socialistas y comunistas. Los republicanos, que quisieran conquistarse un espacio de mediaci¨®n entre los dos grandes partidos dominantes, comunista y democristiano, pasan lentamente a una oposici¨®n activa al gobierno, pero pr¨¢ctica y no ideol¨®gica, juzgada caso por caso. Los socialdem¨®cratas vuelven a entender de nuevo que el ¨²nico camino de la supervivencia como partido es hacer frente com¨²n con los socialistas.
Se tiene la impresi¨®n de que un gobierno d¨¦bil, apoyado en una mayor¨ªa de ?no desconfianza?, comience a realizar lo que el verano de 1974 no se permiti¨® hacer a gobiernos de centro-izquierda: reducir el cr¨¦dito, aumentar la gasolina, aumentar los impuestos sobre los consumos de lujo: champagne, flores y bebidas, y adecuar de un modo u otro las tarifas a los costes para contener los d¨¦ficit de gesti¨®n y gasto p¨²blico. Los comunistas quieren hoy, despu¨¦s de la victoria del 20 de junio, que los sacrificios, los precios, los cortes, las renuncias no sean s¨®lo una medida para contener la hemorragia y la cat¨¢strofe, sino una condici¨®n suficiente para superar la crisis.
Por su lado, Andreotti acaba de dedicar un inesperado elogio a Berlinguer: ?He notado —dijo en un programa de televisi¨®n un gran sentido de responsabilidad en Ber linguer, que ha antepuesto los intereses del pa¨ªs a los de su partido. Mi aprecio hacia ¨¦l ha crecido despu¨¦s de nuestras largas conversaciones con motivo de las ¨²ltimas crisis, y por su postura de dejar abierto el camino al gobierno?.
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