Escucha, payo
Nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, acaba de firmar en la sesi¨®n inaugural de la ONU, en nombre del Gobierno de la Monarqu¨ªa (quisi¨¦ramos poder escribir que en nombre de todas las yentes y pueblos de Espa?a) los Pactos de Naciones Unidas sobre Derechos Civiles y Pol¨ªticos, convirtiendo as¨ª en firme, vinculante y legalmente responsabilizante ante el ordenamiento jur¨ªdico internacional y ante los ciudadanos de este pa¨ªs nuestro el manifiesto prop¨®sito del Gabinete Su¨¢rez de hacer carne de la carne de sus proyectos democr¨¢ticas el fundamental respeto a la persona humana con que hace tiempo se vienen alumbrando las naciones civilizadas. ?M¨¢s vale tarde que nunca!Para Presencia Gitana el acontecimiento es, en el terreno especulativo de la teor¨ªa y en el ¨¢mbito concreto de los hechos, liminar y jubilar. Es una fecha hist¨®rica que nos llena de gozo porque pone fin -creemos, queremos creer en la esperanza- a medio milenio de persecuci¨®n ininterrumpida, de discriminaciones criminosas, de vejaciones incre¨ªbles, de negaciones que el m¨¢s elemental sentido de humanidad, libertad y dignidad quisieran lamentar como definitivamente pasados y ahogados en los Iodos de la m¨¢s triste y condenable historia.
Pero no nos hacemos demasiadas ilusiones. Hechos sobre los hechos y que los hechos canten. Aqu¨ª y hasta -ahora han sonado s¨®lo las palabras. En adelante, las responsabilidades de los compromisos contra¨ªdos deben mover las acciones.
Para quienes racional, humilde pero tesoneramente, venimos luchando desde Presencia Gitana por reivindicar los m¨¢s elementales derechos de la minor¨ªa gitana, tan vergonzante como pertinazmente excluida de la n¨®mina de los ciudadanos espa?oles, una firma no supone la panacea de las soluciones. Representa s¨®lo el principio del principio. El peque?o ¨¦xito de nuestras aspiraciones, el m¨ªnimo triunfo de nuestras exigencias a los poderes p¨²blicos, la ¨ªnfima victoria de nuestra lucha y el eco logrado -parece que ?por fin!- por nuestras llamadas alienta nuestro esfuerzo, recompensa nuestra tarea. Pero no nos ilusiona en demas¨ªa. Los gitanos vienen de tierras de te¨®sofos y est¨¢n secularmente acostumbrados a, no creer ni esperar en el ma?ana, a no creer ni en lo que ven si no ponen en ello sus ganas de creer. Y queremos creer.
Contemplamos con perplejidad no exenta de soterraneos temores, el panorama de nuestra Espa?a actual en el contexto jur¨ªdico-pol¨ªtico, econ¨®mico-social e hist¨®rico-cultural de nuestra realidad de hoy, y no somos, no podemos ser ni mucho menos optimistas. No es ¨¦sta hora, triunfalista de echar campanas al vuelo ni empacharnos de orondos discursos compuestos por deteriorados verbos sonoros, pero muertos, vac¨ªos de entra?a y de sentido, para engoladas gargantas alimentadas por est¨®magos satisfechos. Es la hora de la verdad. Tan s¨®lo nos conmueve la elocuencia de las obras. Es la hora de lavar a la luz colectiva nuestros sucios trapos hist¨®ricos, nuestras seculares m¨¢culas y acabar con los harapos. Seria y calladamente. Con decisi¨®n y sin huera palabrer¨ªa oficialista.
Presencia Gitana no puede ni quiere decirle gracias al Gobierno, porque su gesto y su acto no son ning¨²n regalo, sino el estricto cumplimiento de sus obligaciones, am¨¦n de una demanda de justicia no atendida hasta ahora. Para eso est¨¢ el Gobierno y a nadie debe agradec¨¦rsele que haga lo que tiene que hacer. Ni el se?or Oreja, ni el se?or Su¨¢rez, ni Su Majestad el Rey van a recibir de los gitanos nombramientos de hijos adoptivos de ninguna tribu, flamas, oropeles o condecoraciones. Poco entienden los gitanos de esas alharacas de la diplomacia petulante, aunque les sobren las lentejuelas. Los gitanos simplemente est¨¢n contentos de que se imponga la raz¨®n de su raz¨®n. Y lisa y llanamente lo celebran en lo ¨ªntimo de su conciencia vigilante. Pero lo celebran exigentemente y a la expectativa recelosa, ni fr¨ªa ni caliente. Ha llovido demasiado sobre mojado y todo el agua les ha ca¨ªdo encima a los gitanos, que nada esperan porque nada tienen, aunque sus derechos, sobre imprescriptibles, est¨¦n sin estrenar.
No resistimos la tentaci¨®n de expresar que para los gitanos espa?oles (?) el futuro ha comenzado el 28 de septiembre de 1976.
Hemos pulsado la tecla de la interrogaci¨®n, despu¨¦s de haber escrito la palabra ?espa?oles?. Para los gitanos ¨¦sta ha sido en quinientos a?os una palabra, tan s¨®lo una palabra del idioma payo, de escasas resonancias cal¨¦s, a causa precisamente de los espa?oles.
La minor¨ªa absoluta gitana -el uno por cien de la poblaci¨®n espa?ola, si los datos confirman alguna vez nuestras intuiciones, nuestras hip¨®tesis respecto al cu¨¢nto de su poblaci¨®n real- ha sido hasta hoy ap¨¢trida dentro de su patria en medio de la indiferencia oficial y colectiva, cuando no del desprecio o del odio y la enemistad activa. La historia espa?ola, que ha hecho de los gitanos espa?oles gentes sin historia, est¨¢ llena de hitos negros, de vergonzantes documentos luctuosos para una etnia que hasta hoy, 28 de septiembre de 1976, no ha tenido derecho a figurar en m¨¢s anales que los policiales, en m¨¢s cr¨®nicas que las de sucesos (seguramente con todos los merecimientos, sin duda compelidos por las circunstancias que rodearon su existir forz¨¢ndoles muchas veces a ser como son), en m¨¢s leyendas que las nigromantes o folkloristas para pasto y divertimento de turistas o se?oritos ociosos.
?Proscrito, /ap¨¢trida / de todas las coronas, / acosado/ por toda la jaur¨ªa, / vejado, / fustigado / por decretos. / cincelados a punta de desprecio?, el gitano ha conocido en su cuerpo y en su sangre tan s¨®lo la injusticia. De los Reyes Cat¨®licos, de Felipe IV, de Felipe V, de Carlos II, de Francisco Franco...
Un ¨ªndice que parece por fin interrumpido. El cap¨ªtulo final de cinco siglos hirientes., que no han conseguido matar al pueblo gitano ni acallar su clamor, porque en medio de los desdichados avatares que se, han cebado en ¨¦l ha guardado en tan aciagos tiempos su alma en su palma.
Ya tienen los gitanos el derecho a la raz¨®n y a la palabra, signo por el que siempre se distinguieron los seres vivos dotados de raz¨®n y encarnadura humana. Y en esta hora de j¨²bilo para sus gentes, Presencia Gitana quiere prologar -o contribuir humildemente a ello- los cap¨ªtulos de la nueva historia de Espa?a que parece que por fin podr¨¢n escribirse.tambi¨¦n con las plumas cal¨¦s. Y Presencia Gitana quisiera que este pr¨®logo fuese una reflexi¨®n, fruto de su amarga experiencia, dictada desde el hond¨®n de las almas que re¨²ne por el amor y el deseo de dicha, madre del olvido de las penas pasadas.
No pretendemos un planteamiento emotivo -hoy que tan encontradas emociones nos embargan- que rinda pleites¨ªa a partes iguales al estilo literario y al humanismo libresco, aunque busquemos las palabras sencillas y las cultas para que nos entiendan los simples y los sabios.
Vive Espa?a, ciertamente, cr¨ªticos momentos que precisan, antes que nada, amor, di¨¢logo y comprensi¨®n de todos.para llevar adelante la dif¨ªcil tarea de la convivencia ciudadana, de la concordia armoniosa en pie de igualdad, respetuosa y tolerante de cada uno para con todos los dem¨¢s, que son nuestros iguales. En esta dif¨ªcil hora de Espa?a quiere Presencia Gitana enviar un saludo fraternal a todos los marginados espa?oles.
Nuestra m¨¢s reciente historia es, vista desde la ¨®ptica de los marginados, racionalmente y sin rencores, el problema visceral del abandono social y la mala entra?a hist¨®rica de unos seres humanos para con otros. En Espa?a puede decirse, a grandes rasgos, que ha estado marginada la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles. Marginada en principio para la libertad y la democracia de que otros pueblos gozaban mientras, Y hoy, que se trata de devolver la soberan¨ªa a la inmensa mayor¨ªa, nuestro coraz¨®n y nuestra voluntad est¨¢n con todos los marginados.
Pero tambi¨¦n queremos estar con todos los espa?oles no marginados de los distintos pueblos y nacionalidades que constituyen el mosaico de Espa?a. Ya estamos contigo, espa?ol, con el amor y el respeto de quienes desde hoy lo quisieras t¨² o no, lo hayas pensado, deseado o ayudado, o incluso en contra de tus opiniones o deseos- van a ser en adelante como t¨² ante la ley, aunque t¨¢l vez tarden en serio todav¨ªa ante tu conciencia.
Escucha, payo, desde nuestro silencio obligado, por fin roto en esta hora para todos trascendental: Hay que, acabar con las marginaciones en la ley y en la costumbre, en los papeles y en los corazones, incluso por ego¨ªsmo social: por la eficacia y la rentabilidad que suponen el incorporar a la tarea del desarrollo, crecimiento y enriquecimiento colectivo -cuantitativo y cualitativo, econ¨®mico y cultural, humano en suma- a todas las fuerzas en presencia de nuestro-pa¨ªs; porque en la b¨²squeda de soluciones para los problemas generales hay que contar con todos, absolutamente con todos los ciudadanos, sin exclusiones discriminatorias de ninguna laya, si de veras se trata, antes que nada, de establecer plena- y verdaderamente la democracia.
.Escucha, payo: ay¨²danos a olvidar y perm¨ªtenos con tus obras perdonarte. Perd¨®nanos tambi¨¦n y deja que hoy, Espa?a, te hable el coraz¨®n millonario de los pobres gitanos que durante cinco centurias tu has negado. Coraz¨®n sin estrenar, cercado por el odio y por la muerte que sembraron en ¨¦l. Coraz¨®n que est¨¢ ansioso de abrirse y abrazarte, deseoso de Amarte y darse a ti, si t¨² le ayudas y te dejas ayudar.
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