El narrador como protagonista
Cuando leemos una novela alguien nos est¨¢ contando algo. ?Qui¨¦n es ¨¦ste que cuenta? La contestaci¨®n m¨¢s simple, e incluso perogrullesca es ?el novelista? o ?el narrador?, pero la respuesta no es tan sencilla. Y, adem¨¢s, no es una cuesti¨®n sin importancia, balad¨ª o entretenimiento de eruditos.El novelista es, a veces, un peque?o Dios, un creador de mundos, de los que nos va a hacer part¨ªcipes mediante su relato. El lo sabe todo acerca de ellos y sus vidas, los episodios que las forman; las relaciones entre unos y otros se van a extender mediante un relato, que se sirve de la sucesi¨®n cronol¨®gica como medio ordenador:
Para usar un ejemplo, el comienzo de la primera novela estudiada, Elia, de Fern¨¢n Caballero: ?Brillaba uno de esos d¨ªas esplendorosos con los que se engalana Andaluc¨ªa...? De aqu¨ª, tras larga descripci¨®n cargada de elementos po¨¦ticos, la panor¨¢mica de una calle, un balc¨®n, luego los que est¨¢n en ¨¦l, y, despu¨¦s, el desarrollo de los acontecimientos novelescos.
El narrador en la novela del siglo XIX
Germ¨¢n Gull¨®n. Taurus Ediciones Madrid, 1976.
Pero no siempre es as¨ª. Otras veces el narrador desciende de su omnisciencia y quiere ocultarse, desaparecer, fundirse con el personaje creado, ser una sombra suya, nada. ?El autor no debe aparecer en la obra?, teoriz¨® Flaubert. Por recurrir a un ejemplo cl¨¢sico, el de nuestro Lazarillo: ?Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas que a m¨ª me llaman L¨¢zaro de Tormes...?
Actitud del novelista, no caprichosa, sino que como nos dice Germ¨¢n Gull¨®n, afecta al narrador de todos los tiempos y ?pertenece a la ra¨ªz de la creaci¨®n art¨ªstica escrita?. Raz¨®n por la que la cr¨ªtica, especialmente la norteamericana, ha recurrido al enfoque del narrador para entrar en el entendimiento de la novela.
Germ¨¢n Gull¨®n ha adoptado ese m¨¦todo y vali¨¦ndose de ¨¦l hace diversas y abundantes calas en algo tan rico como nuestra novela del siglo XIX. desde Fern¨¢n Caballero a Clar¨ªn y Gald¨®s. De hecho todo el siglo.
En realidad, la cuesti¨®n es m¨¢s complicada y su clave est¨¢ en el lugar donde si sit¨²e el narrador, el v¨¦rtice de su visi¨®n, o con la frase usada por la cr¨ªtica, ?el punto de vista?. En muchos casos el narrador trata de desaparecer, de dejar paso libre a sur personajes, de que veamos y entendamos por ellos mismos, de que su voz no se oiga. Casos extremos: los rom¨¢nticos, paralizando la acci¨®n para dejarse oir tonantes o insinuados. Quiz¨¢ el caso extremo pueda ser Los miserables, de Victor Hugo. El contrario, Juan Rulfo, en sus cuentos, present¨¢ndonos siempre las cosas como las conoce el personaje, sin visiones de conjunto ni omnisciencias. El autor es tan ignorante como el lector.
Germ¨¢n Gull¨®n ha elegido su m¨¦todo para llegar a la esencia de nuestra novela del siglo XIX y su consideraci¨®n met¨®dica del punto de vista le lleva a la estructura de la novela y la intenci¨®n del narrador.
As¨ª pasan ante nuestros ojos la compleja, adelantada y reaccionaria Fern¨¢n Caballero; Emilia Pardo Baz¨¢n, entre naturalismo y modernismo, ejemplar -en La sirena negra- en ajustar narrador y narraci¨®n; Pedro S¨¢nchez, de Pereda, sobre la vieja trama del Lazarillo; P¨¦rez Gald¨®s contando en La sombra, desde un testigo, cosa que de manera menos visible ocurre tambi¨¦n en Tormento, y no est¨¢ ausente del todo en Misericordia; la vuelta al narrador omnisciente, entretejido con el personaje en Su ¨²nico hijo, de Clar¨ªn. Complejidad narrativa que utiliza Juan Valera en Pepita Jim¨¦nez y Morsamor.
La diversidad y n¨²mero de las novelas observadas permite la alusi¨®n general a una novel¨ªstica que el t¨ªtulo promete. No es -no lo pretende- un an¨¢lisis de toda la novela del siglo. Podr¨ªa haber entrado Alarc¨®n en la n¨®mina de novelistas. Y podr¨ªan haberse tomado m¨¢s muestras de la rica producci¨®n galdosiana, pero no por ello queda incompleta la promesa ni incumplido el prop¨®sito del autor: ofrecemos una visi¨®n iluminadora de un vasto y vario panorama novel¨ªstico; importante, tambi¨¦n, para el estudio de cada uno de los autores analizados.
Otro aspecto interesante es el de la relaci¨®n narrador-lector, inseparable del punto de vista adoptado, pero no hay aqu¨ª lugar para entrar en ello. Qu¨¦dele al lector para conocerla por s¨ª mismo, que tambi¨¦n el que se enfrenta con textos de cr¨ªtica ha de ser captado o convertido por el que le habla.
Babelia
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