¡°No quiero ser un personaje consorte¡±
Carmen Men¨¦ndez, la esposa del secretario general del Partido Comunista de Espa?a, Santiago Carrillo, en sus primeras declaraciones a su llegada a Madrid
Carmen Men¨¦ndez, la esposa del secretario general del Partido Comunista de Espa?a, Santiago Carrillo, en sus primeras declaraciones a su llegada a Madrid, tras treinta y ocho a?os de exilio, explicaba sus proyectos y sus experiencias al lado del l¨ªder pol¨ªtico en el extranjero. Esta es la entrevista publicada en EL PA?S el 21 de octubre de 1976. Sin duda, una joya de nuestra hemeroteca.
Hoy a las 11 de la ma?ana, en el despacho de un abogado madrile?o, Carmen Men¨¦ndez, la mujer del secretario general del Partido Comunista de Espa?a, Santiago Carrillo, celebrar¨¢ una rueda de prensa. Ayer, pocas horas despu¨¦s de su llegada a Madrid, Rosa Mar¨ªa Pereda, la visit¨® en su casa.
Cuando llegamos a su casa, Carmen Men¨¦ndez, la mujer de Santiago Carrillo, navega entre montones de libros, ropas, cuadros y trastos, con las maletas a medio deshacer. Hace s¨®lo unas horas que han llegado, ella, su hijo peque?o y su perro (una fabulosa loba negra). Y ahora, con toda la casa a cuestas, est¨¢ algo desconcertada. Responde, con todo, a las preguntas de EL PA?S
Pregunta- ?Ha tra¨ªdo tambi¨¦n las ropas de su marido?
Respuesta- Hemos dejado s¨®lo lo indispensable, y para poco tiempo. El pasaporte se lo dar¨¢n antes o despu¨¦s, ?no? El es ciudadano espa?ol. Nosotros hemos venido defnitivamente porque suponemos que lo suyo es para poco tiempo, as¨ª que en nuestra casa de Par¨ªs hemos dejado s¨®lo los cachivaches que no merec¨ªan la pena traer. Bueno, y los muebles, esta casa la hemos conseguido amueblada, y en buenas condiciones econ¨®micas. S¨®lo hemos traido las estanter¨ªas, que son de madera sencilla; pero es que comprar otras resulta muy caro.
P.- Efectivamente, hay enormes estantes, vac¨ªos todav¨ªa, y aut¨¦nticos ?containers? de libros, adem¨¢s de figuras de cer¨¢mica, y cuadros, y almohadines y s¨¢banas y trajes, que vamos viendo mientras nos ense?a la casa. Un enorme sal¨®n, una cocina amplia (?es importante, aunque no pasar¨¦ muchas horas en ella. No soy buena cocinera?) y una habitaci¨®n para cada uno.
R.- Volver a Madrid es la realizaci¨®n del sue?o de toda la vida; desde que en el 36, reci¨¦n cumplidos 15 a?os, cruc¨¦ la frontera. Y es tambi¨¦n, la constataci¨®n de los cambios que ha habido en Espa?a y que han hecho posible nuestra vuelta. Y que nos hacen prever la de Santiago en el menor tiempo posible. Es el fin del exilio, que de verdad, tiene m¨¢s sinsabores que alegr¨ªas.
>P.- ?Ya tienen ustedes trabajo?
R.- Mi hijo mayor, Santiago, dar¨¢ clases en la Aut¨®noma, de matem¨¢ticas; Pepe, el segundo, que se ha quedado en Par¨ªs para pasar unos ex¨¢menes, est¨¢ pendiente de que le contesten de una empresa, como matem¨¢tico tambi¨¦n. Y Jorge, el peque?o, que es economista, le han ofrecido algo. Para mi, va a ser lo m¨¢s dif¨ªcil. Envi¨¦ un ?curriculum? y rellen¨¦ un cuestionario, pero no s¨¦ nada.
Carmen trabajaba en Par¨ªs en una farmacia. ?De todos modos -dice- de momento no estoy preocupada. Tengo que ver a mucha gente, y pasear por Madrid, que apenas lo conozco?.
P.- ?Qu¨¦ significa lo que dejan en Par¨ªs??Nostalgia?
R.- No.
El no es rotundo. Sin ninguna duda.
R.- No s¨¦ si alguna vez recordar¨¦ aquello con nostalgia. Hoy no. Han sido muchos a?os de pensar cada d¨ªa en la vuelta, dedicados a nuestra tarea diaria: educar a nuestros hijos como espa?oles, cuando ten¨ªa m¨¢s ventajas ser franc¨¦s... Hacerles comprender que el hecho de vivir en Par¨ªs era circunstancial, que su futuro, all¨ª o en otra parte, hab¨ªa de estar ligado al de Espa?a, al hecho de ser espa?oles. Efectivamente, ellos podr¨ªan haber elegido ser franceses; pero felizmente, han sido conscientes de todo, y aqu¨ª estamos, sin ninguna nostalgia por parte de ninguno.
P.- Educar a unos hijos en Par¨ªs como espa?oles, habr¨¢ tenido problemas concretos. La lengua, la escuela..
R.- Si, claro. El d¨ªa que naci¨® el mayor de mis hijos, pusieron fuera de la ley al PC espa?ol en Francia. Nosotros tuvimos que empezar a vivir como una familia francesa, y en la calle ten¨ªamos que ser franceses. Entonces nos llam¨¢bamos Giscard.
P.-?Giscard?
R.- S¨ª. Di ese nombre en una tintorer¨ªa, creo, y seguimos con ¨¦l. Mucho antes de que sonara el presidente, claro. Es un apellido com¨²n en el centro de Francia, en el campo, donde viv¨ª los a?os de la guerra mundial, con mi familia. As¨ª, con el nombre Giscard, vivimos hasta el 68, en que, cuando eligieron al azar una serie de liceos franceses para comprobar el estado civil de los alumnos, descubrieron que el mayor, que iba a pasar el BAC -equivalente al examen de grado espa?ol- no exist¨ªa, como Giscard... Decidimos entonces volver a nuestro nombre, y felizmente, pas¨® todo sin traumas.
P.- ?Como conoci¨® usted a Santiago Carrillo?
R.- Pas¨® una tarde por el local de juventud, que yo frecuentaba normalmente. Y as¨ª fue todo, normal.
P.- ?Y no le dio miedo la dificultad de la vida con un secretario general?
R.- Bueno, entonces, en 1947, no lo era. Y yo era militante tambi¨¦n. Realmente no ha habido dificultad para vivir con Santiago. Claro, es dif¨ªcil si partes del principio de que vives como todo el mundo; la vida de un dirigente con responsabilidad en un partido pol¨ªtico como el comunista es un poco irregular, as¨ª que hay viajes, las vacaciones son imprevisibles, no se cena todas las noches a las ocho. Pero enseguida se acostumbra una. Yo recuerdo que, cuando uno de mis hijos era peque?o, le encargaron una redacci¨®n en la escuela sobre su padre. ?Mi padre, escribi¨®, es bueno con nosotros, y trabaja para que podamos vivir y todas esas cosas?. Y luego dec¨ªa: ?pero cuando se va de viaje, vuelve siempre 15 d¨ªas despu¨¦s de lo previsto?... Entonces ¨¦ramos Giscard. Piense usted qu¨¦ pensar¨ªa el maestro.
P.- ?Los hijos, se sent¨ªan extra?ados?
R.- Viv¨ªamos entonces en un apartamento en el centro de Par¨ªs, no en el chalet de Champigny sur Merne, y las paredes eran finas y se o¨ªa todo, as¨ª que impusimos el franc¨¦s, incluso en casa... Fue dif¨ªcil, pero conseguimos que los chicos comprendieran que en la calle ¨¦ramos franceses y en casa, espa?oles. Por otra parte, mis hijos ten¨ªan amigos de confianza, y siempre fueron muy responsables. No hubo problemas de seguridad.
P.- ?Usted ha venido antes a Espa?a, no?
R.- S¨ª, tengo el pasaporte desde el 71, y he hecho tres viajes, en navidades del 72 y 73 y en noviembre del 74. Vi muchos amigos y apenas vi la ciudad a la que tendremos que acostumbrarnos ahora. Para mi, fueron un poco terribles, sobre todo el primero. Por poco me muero al entrar en Espa?a, por la excitaci¨®n y los nervios. Iba conduciendo el coche yo... Y al volver, estaba trist¨ªsima. Pero me iba convencida de que ten¨ªa un pasaporte en regla y que podr¨ªa venir cuando quisiera. Y as¨ª lo hice. Ahora ya es la vuelta definitiva. S¨®lo nos queda esperar que Santiago reciba su pasaporte y venga a reunirse con nosotros.
Carmen Men¨¦ndez, se?ora de Carrillo, ha ido perdiendo el recelo ante la entrevistadora. Y habla de muchas cosas, mientras coloca libros y l¨¢mparas y almohadines.. "Ahora, dice, a conocer esto y a buscar algo de trabajo. No quiero convertirme en un personaje consorte".
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