El ¨²ltimo Borges
Reci¨¦n aparecido en Buenos Aires, no Ilegado a¨²n por tanto a nuestras librer¨ªas ni a las dem¨¢s de Europa, y casi simult¨¢neo a Cosmogon¨ªas (que en realidad es un trabajo gr¨¢fico ilustrado por una corta recopilaci¨®n de textos), el ¨²ltimo libro de J. L. Borges, La moneda de hierro (Ed., Emec¨¦, 76), reafirma la conveniencia de no confundir ajos con huevos respecto al maestro argentino, confusi¨®n promovida por declaraciones y actitudes pol¨ªticas, frescas y remotas, con las que no pueden concordar numerosos sectores de opini¨®n, pero que no ata?en a la obra borgiana salvo en l¨ªneas contad¨ªsimas y junto a las cuales -por otra parte y por ejemplo- cabr¨ªa invocar sus ataques al nazismo. Criterios tan atendibles como los de un Cort¨¢zar, un Carpentier o un Pablo Antonio Cuadra, ciertamente no tildables de reaccionarios, convienen, creemos que con raz¨®n, en que la obra de Borges es cosa aparte y esencialmente progresista, tanto por su calidad y riqueza como por el car¨¢cter revolucionario y renovador que, en el plano literario, aport¨® y a¨²n aporta. Compru¨¦bense asimismo, aqu¨ª como en Calcuta, Par¨ªs o El Plata (y, sobre todo, en la Academia Sueca), estas l¨ªneas del propio Borges en su pr¨®logo a El informe de Brodie, su pen¨²ltimo libro de relatos: No he disimulado nunca mis opiniones, ni siquiera en los a?os arduos, pero no he permitido (notemos la expresi¨®n) que interfieran en mi obra literaria.La moneda de hierro abarca 36 poemas -la mayor¨ªa sonetos, en los que el endecas¨ªlabo castellano ve mudado su acento pros¨®dico con tres textos en prosa e incluye sue?os directa Y brevemente transcritos, como el Kubla Kahn de Coleridge, y aun pesadillas; Ein Traum, con Kafka como protagonista, es acaso el m¨¢s extra?o y notable de estos poemas on¨ªricos, due?o de un leit-motiv que se prodiga y cuya construcci¨®n, como la de En Islandia el alba, comporta una variaci¨®n expresiva hasta ahora in¨¦dita en la poes¨ªa de Borges. Recordando el desd¨¦n con que fustig¨® Ortega, en materia de arte, el uso de los t¨¦rminos estimativos ?Mejor? y ?peor? (como si se tratara de comparar dos clases de jam¨®n), dir¨ªamos que este poemario no desdice de los tres ¨²ltimos de JLB (Elogio de la sombra, 69; El oro de los tigres, 72, y La rosa profunda, 75) y que, al igual que en ellos, Borges reitera sus mundos de siempre: el pasado argentino y el pasado de Inglaterra, de Espa?a y de Islandia, antiguas sabidur¨ªas orientales y hebraicas, laberintos del tiempo y del mundo, esta vez sin efusi¨®n de tigres ni de espejos.
La moneda de hierro
J.L. BorgesEdi. Emec¨¦. Buenos Aires, 1976
Hay, como en los libros anteriores, tres, cuatro, seis poemas especialmente memorables; de La moneda de hierro pudieran serlo Eleg¨ªa del recuerdo imposible, La v¨ªspera, No eres los otros o El remordimiento, texto cuya nombrad¨ªa est¨¢ precediendo, fuera de la de la Argentina y sobre el mar de sus mayores, al conocimiento del soneto que la ha causado. Y, tambi¨¦n como en los libros anteriores, terminamos no intuyendo si, finalmente, los infortunios de la soledad y la ceguera del autor se imponen o no a las dichas de su caudal de memorias y percepciones. No me juzgar¨¢n por este libro -detalla Borges en el acostumbrado prefacio- sino por la imagen. indefinida, pero suficientemente precisa, que se tiene de m¨ª. Y, en las notas de cierre, se?ala la analog¨ªa del poema Her¨¢clito con su cuento La busca de Averroes, y la de La suerte de la espada con Juan Mura?a y El encuentro. Nos permitiremos indicar otras dos: la Llave en East Lansing es tambi¨¦n El pu?al de Evaristo Carriego, y el Episodio del enemigo recuerda poderosamente la espera de El Aleph.
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