Cr¨®nica del alba
Mientras Sender convalece de su pierna, rota en casa de Cela, nosotros, aqu¨ª en Madrid, hemos vivido nuestra Cr¨®nica del alba capitaneados por Arespacochaga, que no hab¨ªa enviado sus camiones de basura a luchar contra los elementos subversivos y huelgu¨ªsticos, pero que tuvo su noche triste, como Hern¨¢n Cort¨¦s, porque aqu¨ª, siempre estamos repitiendo el modelo hist¨®rico, y si un director general hace de Guzm¨¢n el Bueno, un alcalde hace de Felipe II. O de Cort¨¦s. O hace de s¨ª mismo, que ya es bastante.Eran las cuatro y media de la madrugada. Nosotros sal¨ªamos del Gay Club de ver a Paco Espa?a, que dice que est¨¢ marcada por el odio, y el se?or Arespacochaga arengaba a los recogedores de basura. Le fallaron, mecachis, los regadores del General¨ªsimo, que estaban en plan lucha de clases, y que son los que le ponen un arco-l¨ªrico y acu¨¢tico a nuestra retirada a la cama (generalmente solo). Pero el se?or Arespacochaga, con el abrigo abierto, sigue las f¨®rmulas demag¨®gicas, paternalistas y arrogantes de los viejos tiempos del franquismo: m¨¢s vale un gesto que una subida de salarios. No dijo A m¨ª la legi¨®n porque no va tanto al cine como don L¨ªcinio de la Fuente. Pero casi.
En mitad de la huelga de un servicio municipal duro y mal pagado, en mitad de la noche oto?al y golfa, cuando la gente sal¨ªa de cenar de Bogui y la izquierda festiva se tomaba el primer whisky de la conspiraci¨®n, el se?or alcalde sali¨® a inspeccionar personalmente la recogida de basuras. Soledad Bravo cantaba su protesta en el coliseo del alba; Antonio Gala (Ulises con bast¨®n), conversaba con su Nausica despechada en la calle de la Bola; Nadiuska se acostaba temprano para empezar un rodaje al d¨ªa siguiente y el se?or Arespacochaga, v¨ªctima de una enajenaci¨®n hist¨®rica, se les aparec¨ªa a los barrenderos, como el espectro del padre de Hamlet, en la Dinamarca de los cubos de basura, que naturalmente huele a podrido.
Al quiosquero y al panadero, que se acuestan temprano (el pueblo siempre se acuesta temprano, y esa es la ventaja que nos lleva en la historia), les gusta escucharme estas historias de madrugada
-Pues ¨¦rase que se eran unos trabajadores buenos que entregaron a Arespacochaga una placa con nombramiento de presidente de honor...
Y dicen los cronistas de la noche que el se?or alcalde, en reciprocidad, recogi¨® por s¨ª mismo una raspa de sardina del asfalto cosmopolita, y la puso en su sitio.
-Ser¨ªa una raspa de oro.
Los madrile?os tienen que colaborar con este esp¨ªritu de servicio que nos demostr¨¢is, dijo el alcalde.
Eduardo y Lola Rico cenaban dulcemente. Chumy Ch¨²mez estaba emocionado porque va a dirigir su primera pel¨ªcula, titulada Dios bendiga cada rinc¨®n de esta casa.
Dios bendiga cada rinc¨®n de esta ciudad, tan sucia. Y a no poder ser Dios, que nos bendiga el se?or alcalde.
-Un horizonte de perros ladraba lejos del r¨ªo, all¨¢ en Vallecas, y los trabajadores le dieron la placa al regidor. Pero las huelgas no se paran con gestos, sino con la llamada justicia social. El alcalde hab¨ªa recorrido la noche vasta de la ciudad en un cami¨®n de basura. En Bocaccio se recog¨ªan firmas a toda prisa, en un manifiesto escrito en una c¨¢scara de pl¨¢tano, para que el alcalde se lo encontrase al vaciar un cubo. El manifiesto era de los actores y ped¨ªa urgencia y buen criterio en lo del Teatro Espa?ol, ya que el di¨¢logo Marsillach-Arespacochaga ha quedado en suspiros que son aire y van al aire...
Los hombres de Calvo Serer volv¨ªan de cenar con el jefe, que hab¨ªa bendecido el champ¨¢n de la celebraci¨®n por el futuro del Madrid. Carmen Sevilla, bella y claudicante, sal¨ªa del estreno de su pel¨ªcula, y el se?or Arespacochaga, con el abrigo abierto y el coraz¨®n municipal al aire, iniciaba el gesto bizarro e in¨²til de su Operaci¨®n Caca, frente al piquete de los fot¨®grafos para tapar la verdad hist¨®rica de la lucha de clases y la huelga del servicio. As¨ª fue, m¨¢s o menos, la noche triste del se?or alcalde.
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