Las elecciones americanas

LOS NORTEAMERICANOS van a ejercer hoy la alegre man¨ªa de votar para elegir un presidente que gobierne el pa¨ªs durante los pr¨®ximos cuatro a?os. Un presidente que ser¨ªa nuevo, en el caso de Carter, o veterano si triunfa Ford.Aparte la repercusi¨®n planetaria de la elecci¨®n, no conviene olvidar su car¨¢cter dom¨¦stico, prueba de fuego de un mecanismo democr¨¢tico seguramente imperfecto, pero que hasta ahora ha demostrado ser el menos malo de los posibles en la gran federaci¨®n americana. Esta mezcla de fiesta y de competici¨®n deportiva, de combate ideol¨®gico y de ejercicio dial¨¦ctico, no representa ninguna utop¨ªa inalcanzable para pa¨ªses que pretenden moverse en parecidos esquemas de representaci¨®n; tampoco puede, desde luego, calificarse de ant¨ªdoto totalitario o de burla, como ha sucedido, a veces, en este pa¨ªs nuestro.

Hay una primera evidencia en la elecci¨®n de hoy: la mediocridad personal de los dos candidatos, en contraste con la complejidad creciente de la democracia bicentenaria y el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa del liderazgo mundial. Pero esta es tambi¨¦n la lucha de dos equipos, y es preciso inclinarse por la imaginaci¨®n, la creatividad y la juventud de los cerebros de Carter, frente al realismo torpe y tozudo de los muchachos de Ford.

Watergate es otra clave de la confrontaci¨®n ?En qu¨¦ medida pesar¨¢ sobre el electorado la herencia de sobornos, ocultaciones y trampas tramadas desde la c¨²pula del poder por el ¨²ltimo presidente republicano elegido? Una sociedad todav¨ªa penetrada de rigor moralista, m¨¢s ¨¦tica y menos pragm¨¢tica de lo que se cree sopesar¨¢ sin duda el tema a la hora de depositar el voto.

La recuperaci¨®n econ¨®mica, patente en la mayor¨ªa de los sectores, juega no obstante a favor del partido en el poder. Hay una zona extensa de indiferencia en el electorado juvenil y agr¨ªcola y un codo a codo en los porcentajes que prueba la buena salud de la democracia estadounidense: una vez m¨¢s la elecci¨®n puede decidirse por fracciones m¨ªnimas. Si las zonas cat¨®licas y las minor¨ªas ¨¦tnicas acent¨²an su tendencia a la abstenci¨®n, perjudicar¨¢n la candidatura de Carter, cuya eventual victoria parece m¨¢s dif¨ªcil cada minuto que pasa.

Queda el frente exterior. Las elecciones americanas son decisivas no s¨®lo para la sociedad estadounidense sino para el equilibrio de poderes mundial y la paz de los pueblos. Eso ha llevado a decir a muchos soci¨®logos y moralistas -no sin raz¨®n- que en un r¨¦gimen de democracia bien entendido alguien m¨¢s que los americanos deber¨ªa elegir a su presidente. La suerte de los pa¨ªses del Mediterr¨¢neo o del Cercano Oriente, la de los habitantes de Rodesia y Africa del Sur, la de los ciudadanos de centroeuropa o el continente sudamericano, depende en gran manera de la decisi¨®n electoral en los Estados Unidos. En este sentido una victoria de Carter podr¨ªa alejar hoy a Washington de la tendencia hegem¨®nica hoy en declive y abrir paso a un esp¨ªritu m¨¢s moderno y justo en las relaciones entre los pa¨ªses. La desaparici¨®n de la escena mundial de un hombre como Henry Kissinger -que se empe?a en convertir los problemas de los pueblos en objetos de compra-venta- ser¨ªa as¨ª una consecuencia encomiable de la derrota de Ford. Y un rayo de esperanza para que las naciones menores volvieran a ser tratadas por los preponentes Estados Unidos con el respeto debido hacia si soberan¨ªa.