Meditaci¨®n de Quevedo
Lo que este, libro nos da es una meditaci¨®n seguida a todo lo largo de la vida v la obra de Quevedo. En el fondo, el prop¨®sito del autor no es trazar una biograf¨ªa, ni hacer un estudio cr¨ªtico de la ingente producci¨®n quevedesca. Como Quevedo fije poeta y sinti¨® po¨¦ticamente, la literatura, corre a lo largo de toda su vida. Pero Quevedo fue mucho m¨¢s: novelista sat¨ªrico, moralista -casi se podr¨ªa decir te¨®logo-, y pol¨ªtico. Una vida completa Y contradictoria, con risotadas y amarguras, con gloria cortesana y prisiones crueles. Vida en conflicto, que por ello se aproxima a nosotros y nos exige un menos entendimiento, lejos de f¨¢ciles dicotom¨ªas entre lo popular y lo culto, o la derecha y la izquierda. ?M¨²ltiple -le define Garc¨ªasol- contradictorio, o mejor, complejo, riqu¨ªsimo de humanidad, de duda, hielo y fuego.? O, como ¨¦l mismo dice de otra manera, ?hombre de la decadencia espa?ola, del atardecer del Imperio. De ah¨ª, sus claroscuros, sus luces y tenebrosidades, sus delirios y sus corduras?.Quevedo, es ejemplo de hombre de su tiempo, llevando la ejemplaridad al l¨ªmite. Ejemplo, sobre todo, del intelectual de su ¨¦poca, con barreras tan inevitables e invisibles que hacen m¨¢s sorprendente su cr¨ªtica de la sociedad y del momento hist¨®rico.
Quevedo
Ram¨®n de Garciasol. Madrid. Espasa Calpe (Austral) 1976.
Es asombroso que en aquel momento ¨¦l viera con angustia y pesar que Espa?a hab¨ªa entrado en un camino de decadencia, poco remediable. La importancia de su obra literaria, de su dominio y capacidad de distorsionar o quebrar el lenguaje, ha dejado, atr¨¢s, su tarea pol¨ªtica, todav¨ªa hoy no averiguada. Como no lo es la "causa grave ? de su no menos grave prisi¨®n en San Marcos.
Garc¨ªasol, que admira al poeta y al pensador Quevedo, no olvida, nunca, su calidad humana. Es el hombre de otro tiempo, que intenta ser entendido por el hombre de hoy, sin torcer la biograf¨ªa o las interpretaciones, como m¨¢s de una vez se ha hecho. Intenta entender, al tiempo que sigue, la doble v¨ªa, entrecruz¨¢ndose, de la biograf¨ªa y la obra. La interrogaci¨®n sustituye en ocasiones a la afirmaci¨®n del d¨®mine que no quisiera ignorar nada de su personaje. Sirve esta meditaci¨®n para comprender a Quevedo, pero tambi¨¦n para comprender a la Espa?a de aquellos. Austrias, que manten¨ªan con quebrantos la enorme herencia imperial, descubriendo ?el env¨¦s real del tapiz oficial?.
Por el libro pasa, una y otra vez, la sombra de Cervantes, otro hombre clave para un tiempo, que surge viva en medio de sus contradicciones en este libro escrito a un tiempo, con garbo y gravedad por Ram¨®n de Garc¨ªasol.
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