Una econom¨ªa en desaceleraci¨®n
Ford se vio desagradablemente sorprendido por la publicaci¨®n, en las semanas anteriores a las elecciones, de una serie de indicadores que parec¨ªan se?alar una flexi¨®n en el ritmo de expansi¨®n de la econom¨ªa americana. Tras diecisiete meses de recuperaci¨®n ininterrumpida, estas noticias apenas pod¨ªan ser m¨¢s inoportunas para Ford ni m¨¢s ventajosas para Carter, quien se apresur¨® a manejarlas como anuncio de una pr¨®xima detenci¨®n de la reactivaci¨®n de la econom¨ªa americana. En todo caso, cualquier presagio de debilitaci¨®n en el ritmo de actividad ha de causar serios temores en una sociedad que a¨²n padece una tasa de paro del 7,7%Lo cierto es que los indicadores publicados registran una clara desaceleraci¨®n del ritmo de avance de la econom¨ªa americana a partir del mes de agosto. El progreso de la demanda de consumo ha perdido fuerza Y el movimiento de reconstituci¨®n de existencias ha comenzado a mostrar menor vigor; y este debilitamiento de los dos componentes de la demanda que -hab¨ªan venido dominando la reactivaci¨®n empresarial hubiera cobrado ¨ªmpetu.
?Se avecina, en efecto, una nueva fase de recesi¨®n? Los economistas americanos son casi un¨¢nimes en rechazar esta posibilidad. Aunque han rebajado sus previsiones anteriores, a¨²n piensan, en general, que este trimestre de 1976 registrar¨¢ una tasa de crecimiento real del 4,5 o del 5% (lo cual completar¨ªa un incremento del producto nacional real del orden del 6,3% para el conjunto del a?o) y que la econom¨ªa americana alcanzar¨¢ una tasa ce expansi¨®n algo superior al 5 % en 1977.
Problema distinto es el de si este ritmo previsto de crecimiento es el adecuado para una econom¨ªa que a¨²n soportar¨ªa a finales del a?o pr¨®ximo, si las previsiones indica das se cumplieran, una tasa de paro del 7% de su poblaci¨®n activa. Para la econom¨ªa americana y, en general, para la econom¨ªa mundial, agobiada a¨²n por el paro y 19,s desequilibrios exteriores y frenada en sus ajustes por la moderaci¨®n impuesta a la recuperaci¨®n internacional por la lenta expansi¨®n de Estados Unidos, Alemania y Jap¨®n. Tambi¨¦n la Comunidad Econ¨®mica Europea a registrando la desaceleraci¨®n observada en Estados Unidos; y su tasa de crecimiento real, que fue del 6,5% en los seis primeros meses del a?o, apenas alcanzar¨¢ un 4% en la segunda p arte del mismo. Las grandes econom¨ªas occidentales se transmiten los efectos de sus pol¨ªticas de contenci¨®n con la consecuencia de que los resultados obtenidos son incluso inferiores a los ya modestos que se programaron inicialmente. ?Son realmente necesarias estas penalidades? ?No est¨¢n las grandes econom¨ªas industriales, con Estados Unidos a la cabeza, en condiciones de abordar, sin graves riesgos, ritmos de expansi¨®n m¨¢s intensos que los actualmente contemplados? Este es el tema econ¨®mico central de las elecciones presidenciales americanas, relevante para el resto del mundo tanto como para Estados Unidos.
La administraci¨®n Ford ha desarrollado una pol¨ªtica econ¨®mica dominada por el temor a un recrudecimiento dejas tensiones inflacionistas. Y las autoridades alemanas y japonesas comparten esa estrategia que se expresa en el mantenimiento de tasas muy modestas de expansi¨®n de la cantidad de dinero en el deseo de endurecer las condiciones fiscales, en busca del restablecimiento del equilibrio presupuestario, a medida que se consolida la recuperaci¨®n. Esa es la causa que est¨¢ detr¨¢s de la desaceleraci¨®n del ritmo de expansi¨®n observada tanto por Estados Unidos como en las dem¨¢s econom¨ªas industriales durante los ¨²ltimos meses. Y esa es la estrategia que Ford se propone mantener en el futuro si gana las elecciones. Si vence, la econom¨ªa americana registrar¨¢ una tasa de expansi¨®n lenta sin pretender una absorci¨®n sustancial de los m¨¢rgenes de infrautilizaci¨®n de su capacidad productiva hasta finales de la d¨¦cada.
El problema consiste en pensar si est¨¢n fundados los temores de que un mayor ritmo de expansi¨®n llevar¨ªa a la econom¨ªa americana a una aceleraci¨®n del proceso inflacionista, hoy situado a una velocidad de un 5% anual; y si la prudencia hoy mantenida no es excesivamente costosa en t¨¦rminos sociales en forma de paro y p¨¦rdida de producto potencial. Los economistas cercanos al Partido Dem¨®crata -Samuelson, Okun, Heller- piensan que la actual pol¨ªtica peca, en efecto, de un exceso de prudencia y que las pol¨ªticas monetaria y fiscal podr¨ªan adoptar una t¨®nica m¨¢s expansiva sin suscitar nuevos impulsos inflacionistas. Y Carter -en medio de las contradicciones que le llevan a prometer simult¨¢neamente una pol¨ªtica m¨¢s expansiva y un r¨¢pido reequilibramiento del presupuesto- parece dispuesto a buscar un mayor ritmo de crecimiento al tiempo que promete combatir los problemas espec¨ªficos del paro en determinados grupos y ¨¢reas cuyas dificultades quedan m¨¢s all¨¢ de lo que puede obtenerse mediante un simple aumento de la demanda global.
Si las estrategias prometidas por uno y otro candidato se expresaran en pol¨ªticas econ¨®micas coherentes y bien instrumentadas, el resto del mundo deber¨ªa estar interesado, desde el punto de vista econ¨®mico, en la victoria de Carter. Pero aqu¨ª, como en otros muchos aspectos, las diferencias program¨¢ticas de los candidatos no hay que exagerarlas. Carter ser¨ªa, probablemente, algo m¨¢s expansivo que Ford; pero no mucho m¨¢s. Al menos esto es lo que cabe deducir de las declaraciones de Laurence Klein, principal asesor econ¨®mico de Carter, quien se ha limitado a decir que, en su opini¨®n, la pol¨ªtica monetaria de la Reserva Federal deber¨ªa ser ?Iigeramente m¨¢s acomodante ?.
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