Rocinante vuelve al camino
Los Estados Unidos cumplen dos siglos: ?mis? Estados Unidos, solo un cuarto. Llegu¨¦ por primera vez a este pa¨ªs en el oto?o de 1951; lo he observado, he escrito sobre ¨¦l, con intervalos, con idas y venidas, con nuevos enfoques, durante veinticinco a?os. Durante muchos, sus movimientos internos, sus cambios de estructura y contenido, aun siendo r¨¢pidos, ten¨ªan una singular continuidad. Es lo que refleja mi primer libro, Los Estados Unidos en escorzo, escrito entre 1951 y 1956. Cuando, en 1967, empec¨¦ a escribir el segundo, An¨¢lisis de los Estados Unidos, percib¨ª por vez primera un cambio de actitud que envolv¨ªa un elemento de discontinuidad o ruptura. No en los estratos m¨¢s profundos, ciertamente. Me esforc¨¦ en mostrar que se trataba de los ?mismos? Estados Unidos, aunque pocos lo creyeran.Cada vez se fue acentuando m¨¢s la diferencia. Los j¨®venes americanos cre¨ªan, porque as¨ª lo dec¨ªan algunos mayores, que todo era nuevo, y que el pa¨ªs apenas ten¨ªa que ver con el pasado. Cuando en 1970 se publicaron mis dos libros juntos en ingl¨¦s, con un ep¨ªlogo escrito en aquel momento, insit¨ª en que, por debajo de la variaci¨®n, lat¨ªa la continuidad, en un sentido muy, preciso: casi todo lo que yo hab¨ªa visto en los primeros a?os del decenio de los cincuenta segu¨ªa siendo verdad; aunque, ciertamente, hab¨ªan aparecido muchas novedades.
?Y ahora? No, olvidemos que hace dos a?os, en 1974, hab¨ªa anunciado para este a?o un cambio considerable. ?Anote el lector -escrib¨ªa en Literatura y generaciones, p. 178- la modest¨ªsima y cercana profec¨ªa: en 1976, 1974 parecer¨¢ extra?amente lejano." a los viajeros que van a tomar un avi¨®n -pero esta medida no tiene en cuenta primariamen-
cen. Y las buenas intenciones del Rey no cambian nada.
El aparato policial es el mismo que bajo el caudillo: 120.000 polic¨ªas y gendarmes, m¨¢s de 80.000 agentes d¨¦ informaci¨®n, 25.000 informadores y 350.000 auxiliares; en cuanto a los miembros de grupos de extremaderecha se han reagrupado en el seno de una junta de coordinaci¨®n. Contra este arsenal en manos de los franquistas ?qu¨¦ ha hecho el Rey? Nada o casi nada. En 1976, 276 denuncias han sido puestas contra activistas de derecha p¨®r delitos terroristas: no ha habido m¨¢s que cuatro detenciones.
En cuanto a la ley sobre asociaciones pol¨ªticas, presentada por algunos como la primera prenda de una democracia futura, basta leerla para comprender: toda asociaci¨®n pol¨ªtica debe llevar un registro donde se consignan los nombres de cada adherente y el detalle de su contabilidad. El ministro del
-Interiortiene el derecho de consultar este registro en cualquier momento.
El poder financiero est¨¢ tambi¨¦n en manos de los franquistas: los m¨¢s grandes bancos espa?oles acaban de entregar m¨¢s de 3.000 millones de pesetas a Alianza Popular, nuevo movimiento pol¨ªtico que dirige Fraga Iribarne, ex ministro del Interior del Rey, que reagrupa'a los franquistas fervientes, muy ligeramente empolvados de reformismo.
( ... ) Una lecci¨®n que Michel Poniatowski ha debido escuchar, pues se ha apresurado a deportar ate a los americanos, sino a posibles terroristas de otras partes- El que en un pa¨ªs se cometa cierto n¨²mero de actos de violencia no quiere decir que elpa¨ªs sea violento: son ?excepciones? (y pueden ser muchas). Espa?a es un pa¨ªs divertido, aunque haya no pocos espa?oles pl¨²mbeos, y acaso aumenten. En los hoteles de Nueva York ya no se advierte que se cierre bien la puerta y se tenga cuidado con las propiedades, como amonestaba un cartelito hasta el a?o pasado.
Pero no es esto solo. No se nota enemistad, animosidad pol¨ªtica; la temperatura electo1ral es m¨¢s bien tibia. Son muy pocos los que aborrecen a Gerald Ford o a Jimmy Cartes; es probable que no sean muchos los que se entusiasman con ellos. Hay m¨¢s respeto que hostilidad. Apenas se pone en duda la honestidad, la buena fe de los dos candidatos presidenciales. Nadie ve el posible triunfo del ?otro? como una desgracia, m¨¢s bien como un contratiempo.
Las Universidades est¨¢n pac¨ªficas -la verdad es que la mayor¨ªa de ellas lo estuvieron la mayor parte del tiempo, pero las perturbaciones introdujeron una profunda alteraci¨®n en la convivencia y en la vida acad¨¦mica-. Los profesores ense?an e investigan; los estudiantes siguen los cursos, llenan las bibliotecas, hacen sus ex¨¢menes, ven cine, hacen deporte. El carnaval va desapareciendo: ya se ven muy pocos pies descalzos, contados peinados ?afro?, ni siquiera en los negros, no digamos entre rubios (!), los peluqueros han vuelto a tener clientela, y las melenas y barbas se han hecho infrecuentes, aunque todav¨ªa se puede ver una ocasional trenza rubia que hace pensar en Gretchen, violentamente desmentida por una barba inesperada. En el campus se viste con cierto desali?o, sweaters y camisas y pantalones vaqueros, pero en la ciudad se ven bastantes m¨¢s faldas que pantalones femeninos, no son raras las muchachas esmeradamente vestidas y peinadas, y hasta se vuelven a ver huellas de rojo en algunos cigarrillos.
Yo dir¨ªa, para resumir estas impresiones en pocas palabras, que la vida privada ha vuelto a predominar en este pa¨ªs, despu¨¦s de una fase de politizaci¨®n, en que los temas p¨²blicos (y en general abstractos, incluso ut¨®picos) hab¨ªan ocupado el primer plano.
En esto se parecen los de ahora a mis primeros Estados Unidos. En esto se diferencian de los m¨¢s recientes. Pero vuelvo a preguntarme si puede ser eso que veo. ?Han retrocedido? Nunca he cre¨ªdo que en la historia haya ?marcha atr¨¢s? (es el error de todos los asustadizos: cuando las cosas van mal, hay que seguir en otra direcci¨®n, pero adelante).
?Y si fuera al rev¨¦s? Quiero decir, ?y si el retroceso hubiera sido precisamente el de los a?os que acaban de pasar? Llevo varios debati¨¦ndome con un tema que me parece grav¨ªsimo: el del arca¨ªsmo. Mi impresi¨®n es que Europa y Am¨¦rica han pasado un decenio sumergidas en ¨¦l, recayendo en el pasado lejano, con olvido del inmediato. El arca¨ªsmo no es la presencia de lo antiguo -esto es esencial, pero como antiguo-, sino el olvido ? de lo reciente para tomar lo anterior comopresente. rn otros t¨¦rminos, la discontinuidad hist¨®rica.
El arca¨ªsmo es lo contrario de aquello en que consiste la vida humana, y por tanto la historia: innovaci¨®n. Dediqu¨¦ un libro entero a ese tema: Innovaci¨®n y arca¨ªsmo. El mundo occidental lleva un decenio aproximadamente jugando a vivir en el siglo pasado: en sus modas, en sus estilos ornamentales, en sus ideas pol¨ªticas, en su filosofia (o su falta de filosof¨ªa). Por eso parece un gigantesco carnaval que no termina el mi¨¦rcoles de ceniza, sino que se arrastra el a?o entero, y varios a?os.
Si no me enga?o, los Estados Unidos est¨¢n saliendo ya del arca¨ªsmo. Por eso se parecen a los de ?antes? (antes del arca¨ªsmo). Pero -se dir¨¢- si ahora no- es posible el retroceso, ?c¨®mo fue posible entonces? Tampoco fue posible. Hay momentos en la historia en que pasan cosas imposibles (es decir, no pasan de verdad, son falsas). Nunca cre¨ª que los Estados Unidos fueran de verdad lo que parec¨ªan, lo que se dec¨ªa -lo escrib¨ª entonces, no atestiguo con muertos- Ahora empieza a verse que no estaba enteramente equivocado.
Recuerdo aquel t¨ªtulo de John dos Passos: Rocinante to the Road Again, Rocinante vuelve al camino. No podr¨ªa decir con menos palabras mi primera impresi¨®n de estos Estados Unidos, un cuarto de siglo despu¨¦s.
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