Una lecci¨®n bien aprendida
Dentro de poco se estrenar¨¢ en Espa?a la ¨²ltima pel¨ªcula de Stanley Kubrick: Barry Lyndon, historia de un caballero de fortuna irland¨¦s que despu¨¦s de llevar una existencia fastuosa, culmina sus d¨ªas en ataque de ?delirium tremens? en la c¨¢rcel de Fleet, donde hab¨ªa sido encerrado por deudas. Como tantas veces el cine tendr¨¢ la virtud de popularizar una obra literaria importante, pero olvidada.Y no s¨®lo por nosotros, por supuesto. The Luck of Barry Lyndon, que este es el t¨ªtulo de la novela, publicada por primera vez en 1844, es un libro olvidado por los propios brit¨¢nicos. Durante una ¨¦poca la cr¨ªtica inglesa emparejaba a Thackeray con Dickens, especialmente por su obra maestra, Vanity Fair, posterior en tres a?os al Barry Lyndon. Thackeray sufri¨® luego esa crisis de desconsideraci¨®n que han sufrido tantos escritores del siglo XIX, que hoy m¨¢s que nunca nos parece el siglo cl¨¢sico de la novela. Escritor vers¨¢til, moralista que se expresaba a trav¨¦s del sarcasmo y la iron¨ªa, Thackeray hab¨ªa aprendido muy bien la lecci¨®n de los grandes narradores brit¨¢nicos del pasado, sobre todo Swift, Fielding, Defoe. Y, m¨¢s all¨¢, de esa gran fuente de la novela inglesa de los siglos XVIII y XIX: Cervantes y la Picaresca espa?ola. Barry Lyndon es un p¨ªcaro cl¨¢sico, originario del pa¨ªs de las hambres cr¨®nicas, del retrato invertido de la Inglaterra imperial y orgullosa: Irlanda. Es un joven pobre y sin un c¨¦ntimo, pero lleno de pretensiones. Tan hidalgo como cualquiera de los hidalgos tronados que pueblan el Lazarillo, el Guzm¨¢n de Alfarache o El Busc¨®n. S¨®lo que en vez de ser un buscavidas, que f¨ªa todo en su habilidad personal con los naipes y con la espada, tiene, adem¨¢s, un gancho que le ayuda a trepar socialmente: su hechizo sexual. Mientras que sus compinches espa?oles tan solo quieren encontrar un lugar bajo el sol donde poder calentarse los huesos y comer con cierta regularidad, Barry pica m¨¢s alto. Pese a sus rimbombantes palabras sobre su linaje tiene instinto de clase y quiere vengarse, accediendo al poder, de quienes han amargado su ni?ez con su desprecio y con su suficiencia.
Barry Lyndon,
de William Thackeray. Editorial Fundamentos. Madrid, 1976
Como Estebanillo Gonz¨¢lez, Barry Lyndon est¨¢ penetrada de una visi¨®n feroz del mundo de la aristocracia militar. Lyndon cambia de campo durante la guerra de los siete a?os con una frialdad admirable. Es valiente y capaz de cualquier cosa, pero su experiencia como soldado raso le ense?a a mirar las glorias guerreras con un profundo escepticismo. Cuando abandona el ejercicio de las armas, se hace confidente de la polic¨ªa de Federico el Grande, oficio en donde conoce a uno de los personajes m¨¢s inolvidables de Thackeray: el Chevalier de Balibari, un golfo elegante que resulta ser t¨ªo suyo. Balibari y Barry son almas gemelas. El t¨ªo ense?a al sobrino las artes de tahur y los dos pasan a formar una pareja irresistible en las timbas de las cortes europeas. Ello, unido al encanto er¨®tico de Barry, le labra la fortuna..., y la perdici¨®n.
Por supuesto, Thackeray era un victoriano y Barry ten¨ªa que terminar mal. Pero aquel extravagante escritor que record¨® toda su vida la visita que hizo a Goethe en Weimar, ten¨ªa un coraz¨®n libre. Y Barry Lyndon est¨¢ por encima de las virtudes burguesas y aristocr¨¢ticas de quienes le rodean. Barry Lyndon es un himno sutil a la libertad, una bofetada en el rostro del austero puritanismo brit¨¢nico. Borracho, pendenciero, fullero y seductor, Barry muere en la miseria, pero ha vivido. Lo cual no se puede decir de sus antagonistas en esta hermosa novela. As¨ª Thackeray supo escribir una cr¨ªtica sin piedad de las gentes de su tiempo, retrocediendo a la ¨¦poca de sus abuelos.
Un inter¨¦s adicional, pero muy importante de la versi¨®n castellana de esta novela reside en que est¨¢ a cargo de un impecable traductor y uno de los mejores conocedores de la literatura anglosajona en nuestro pa¨ªs: el fallecido Rafael V¨¢zquez Zamora.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.