L¨®pez Rod¨® y el desarrollo espa?ol
En relaci¨®n con el editorial de EL PAIS publicado ayer debo hacer las siguientes puntualizaciones:1. Se afirma que: ?Otros medios informativos han recogido unas declaraciones de nuestro antiguo planificador, que habr¨¢ que dar por ciertas mientras no sean rectificadas.? Pues bien, estas supuestas declaraciones son totalmente ap¨®crifas y han sido rectificadas por m¨ª en carta al director del peri¨®dico aludido, cuya copia le acompa?o, y que el citado peri¨®dico se ha negado a publicar, coloc¨¢ndome en la indefensi¨®n. Espero que no haga usted otro tanto.
2. Se afirma que ?el se?or L¨®pez Rod¨® cree que hay que transformar unas estructuras que ¨¦l no se atrevi¨® a rozar cuando fue comisario y ministro del Plan durante once a?os (1962-1973)?.
Los cambios de estructuras durante ese per¨ªodo han sido muy importantes y sobre ello existe abundante informaci¨®n estad¨ªstica. Me limitar¨¦ a citar algunos datos.
Somos la d¨¦cima potencia industrial del mundo, y esto no ha podido conseguirse sin reformas estructurales. Lo que ahora producimos no es lo mismo que hace doce a?os.
El porcentaje de la producci¨®n industrial respecto a la total, pas¨® del 30 al 41 %.
La poblaci¨®n activa empleada en la agricultura baj¨® del 42 al 20%.
La participaci¨®n del factor trabajo en la renta nacional se elev¨® del 50 al 64 %.
La transformaci¨®n en regad¨ªo durante dicho per¨ªodo alcanz¨® la cifra de medio mill¨®n de hect¨¢reas, la repoblaci¨®n forestal cubri¨® un mill¨®n de hect¨¢reas y la concentraci¨®n parcelaria afect¨® a tres millones de hect¨¢reas, y se acometi¨® la importante obra de infraestructura del trasvase Tajo-Segura.
La estructura de la demanda de energ¨ªa primaria acusa un descenso de la procedente de combustibles s¨®lidos y la aparici¨®n del gas natural y de la energ¨ªa nuclear.
En orden a la reestructuraci¨®n industrial se ha llevado a cabo una importante acci¨®n en los sectores de la miner¨ªa de hierro, hulla, siderurgia, construcci¨®n naval, textil, papel, piel y conservas vegetales, con apreciables resultados que est¨¢n a la vista. En siderurgia se ha ordenado el sector ?integral?, hoy reducido a dos empresas y tambi¨¦n el no integral mediante agrupaciones y asociaciones, lo que nos permite integrarnos sin temor en la CECA.
El sector del autom¨®vil no se parece en nada al de hace doce a?os. Actualmente es la industria de s¨ªntesis m¨¢s importante del pa¨ªs. Proporciona cientos de miles de empleos y exporta cifras considerables.
3. Se afirma en el editorial: ?El hecho es que ninguno de los tres Planes se cumplieron.? Tan rotunda afirmaci¨®n es inexacta. Basta con examinar las estad¨ªsticas para darse cuenta de que fue muy alto el ¨ªndice de cumplimiento del Plan, llegando en la mayor parte de los sectores a alcanzar m¨¢s del 90% de las previsiones. El Programa de Inversiones P¨²blicas se cumpli¨® en un 86%. Las producciones de energ¨ªa el¨¦ctrica, refino de petr¨®leo, acero, cemento, fertilizantes y otras producciones industriales b¨¢sicas se han alcanzado con una desviaci¨®n inferior al 5% respecto de lo programado.
4. Frente a la afirmaci¨®n de que ?los Planes de Desarrollo de Laureano L¨®pez Rod¨® eran simples operaciones de arbitrismo realizadas al amparo de la expansi¨®n europea?, est¨¢:
a) La opini¨®n de las m¨¢s prestigiosas organizaciones econ¨®micas internacionales, singularmente la OCDE y el FMI, que en sus informes anuales sobre nuestra econom¨ªa han emitido juicios altamente favorables sobre los Planes espa?oles de Desarrollo.
b) Durante esos once a?os nuestro pa¨ªs ha avanzado ininterrumpidamente, sin que ni en un solo a?o la renta nacional haya decrecido respecto al anterior, mientras que otras naciones europeas. como Gran Breta?a, Italia, Francia e incluso la propia Alemania, han visto en uno o varios a?os disminuir su producto nacional. Adem¨¢s, la tasa de crecimiento medio anual de nuestra econom¨ªa fue del 7%, muy superior a la tasa media anual de los pa¨ªses de Europa occidental, que fue del 4,8%. De otra parte, comparando con la serie hist¨®rica de nuestro propio pa¨ªs vemos que el medio siglo comprendido entre 19 10 y 1960 ofrece veinti¨²n a?os de disminuci¨®n de la renta, sin contar, como es l¨®gico, los tres a?os de guerra civil.
5. He dicho repetidas veces que el protagonista del desarrollo ha sido el pueblo espa?ol. Es justo reconocer que gracias al esfuerzo de todos, la elevaci¨®n del nivel de vida durante el per¨ªodo de la planificaci¨®n resulta patente con la simple observaci¨®n de los siguientes indicadores de bienestar:
La mortalidad infantil baj¨® de 34%o nacidos vivos en 1963 a 15%o en 1973. El consumo de carne por habitante pas¨® de 25 kilos en 1963 a 51 kilos en 1973, y el consumo de leche, de 63 a 89 litros en el mismo per¨ªodo. El n¨²mero de autom¨®viles por mil habitantes aument¨® de 17 en 1963 a 98 en 1973, y el de televisores, de 26 a 179 entre ambos a?os.
Se han creado cuatro millones de nuevos puestos escolares y se han construido m¨¢s de tres millones de viviendas.
En definitiva, durante esos once a?os, el pa¨ªs ha avanzado en todos los ¨®rdenes. Nunca se consigui¨® tanto en tal espacio de tiempo. El crecimiento econ¨®mico alcanzado en un a?o de este per¨ªodo equivale al de cinco a?os del primer tercio de siglo. La renta por habitante, que en 1963 era de 450 d¨®lares, se elev¨® a 1.841 d¨®lares en 1973. Las exportaciones de mercanc¨ªas se multiplicaron por diez, y dentro de ellas, el porcentaje correspondiente a productos industriales subi¨® del 45 % en 1963 al 80% en 1973. Las reservas de divisas que en 1962 fueron de 1.067 millones de d¨®lares, alcanzaron en 1973 la cifra de 6.800 millones.
No quiero cansar ni a usted ni a los lectores con m¨¢s datos. Es tan evidente la transformaci¨®n que experiment¨® Espa?a de 1962 a 1973, que har¨ªa falta estar ciego para no verlo. Cualquiera que se asome con ojos limpios de prejuicios a la realidad del pa¨ªs podr¨¢ corroborar la certeza del desarrollo espa?ol en la etapa planificadora.
No deja de sorprenderme que en el espacio de 48 horas varios peri¨®dicos, con sospechosa coincidencia, se hayan rasgado las vestiduras por la versi¨®n ap¨®crifa de una conferencia m¨ªa en la que ofrec¨ª unos datos sobradamente conocidos por haber sido divulgados con anterioridad por diversos economistas e incluso por miembros del Gobierno, a quienes esos mismos peri¨®dicos aplaudieron como exponentes de sano realismo en contraste con el ?ominoso triunfalismo? de otras ¨¦pocas.
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