La escultura escapa de la arquitectura
Presentaci¨®n de un libro sobre Jos¨¦ Luis S¨¢nchez
Se celebr¨® en la galer¨ªa de arte Rayuela la presentaci¨®n del libro Jos¨¦ Luis S¨¢nchez: El rescate de los signos, de Andr¨¦s Trapiello.La presentaci¨®n del texto sobre el escultor corri¨® a cargo del arquitecto Fern¨¢ndez Alba, quien ley¨® unas notas breves?, emotivas, literarias -y muy aplaudidas. Entre los que aplaud¨ªan estaban Canogar, Sempere, Vaquero padre, Peinado, Farreras, Manuel Rivera, Ech¨¢uz, Gabino, Vicent Vela, y m¨¢s. Estaban los Sanz y los Garc¨ªa-Ochoa y hab¨ªa, adem¨¢s de printores y escultores, cr¨ªticos como Jos¨¦ Luis Jover y Marcos Barnat¨¢n.
El acto, que termin¨® con unas copas de champagne seco, se convirti¨® en algo como el ¨²ltimo desarrollo del texto, del que el primer paso son las esculturas de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez. Efectivamente, ¨¦ste dijo a EL PAIS: ?Mi obra ha estado condicionada siempre por un servicio a la arquitectura, o lo que es lo mismo, a la sociedad. Al final tengo que confesar que esta servidumbre me agobiaba, y me he ido autonomizando. En parte me he liberado. Y el caso es que ahora. se plantean esos otros eternos problemas. Trabajar para la gente -la sociedad- que entiende, y para la que no... Yo intento que mi trabajo art¨ªstico revierta en el mundo social, si ¨¦l me deja.?
Sobre esta obra progresivamente aut¨®noma, abstracta y elaborada de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez, fabric¨® el libro Andr¨¦s Trapiello, que dijo a EL PAIS: ?Este trabajo me ha obligado a plantearme, no s¨®lo la obra, sino cuestionarme todo el arte. El trabajo empez¨® con cinco deliciosos d¨ªas en casa de Jos¨¦ Luis, que sirvieron para comer muy bien, para hablar todo el d¨ªa, y para entrar en contacto con muchos temas que ignoraba. Luego vino la escritura y el estudio, y el resultado es este libro. Medianamente cr¨ªptico, que no pretende explicar nada ni valorar: si la escultura es cr¨ªptica, el discurso debe ser cr¨ªptico.?
Y el tercer paso que les dec¨ªa, la explicaci¨®n m¨¢s literaria, la que toma el libro mismo como pretexto, fueron esas palabras llenas de Holderlinn del presentador.
Lo que queda ya es leerlo. Y una cr¨ªtica: el libro, perfecto de factura, es car¨ªsimo. Un problema grave que, en realidad, nos aleja los buenos libros de arte.
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