El cine de la televisi¨®n
La cultura visual de nuestros d¨ªas no puede olvidar el papel fundamental representado por la televisi¨®n. Incluso el cine (y no digamos la fotograf¨ªa) necesita indispensablemente, la ayuda proporcionada por las emisoras de televisi¨®n. Las respectivas industrias -desde hace muchos a?os por supuesto-, no son ajenas a, esa realidad, y hoy se puede afirmar que uno de los mercados potenciales que m¨¢s se tienen en cuenta es el representado por todas las cadenas de televisi¨®n. Incluso planifican gran parte de sus productos para el exclusivo" consumo de la pantalla electr¨®nica.Como contrapartida, es f¨¢cil comprobar c¨®mo todas las grandes cadenas de emisi¨®n tienen en cuenta en puestos claves, el cine comercial, especialmente el producido unos pocos a?os atr¨¢s, cuando se supone agotado el canal de las salas y conviene probar otros est¨ªmulos comerciales. Radiotelevisi¨®n Espa?ola es fiel ejemplo de esta actitud y el n¨²mero de largometrajes exhibidos aunque inferior al de otras cadenas extranjeras es suficiente para calmar la sed de algunos cin¨¦filos por su cantidad, pero no siempre por la calidad.El ¨²ltimo invento magistral es el de la noche de los s¨¢bados, con un montaje barroco e innecesario, doblado por el sonido esf¨¦rico
curios¨ªsima aportaci¨®n a la est¨¦tica sonora- que, al parecer, se logra mediante la doble sinton¨ªa de la se?al sonora en los receptores de televisi¨®n y con el primer programa de Radio Nacional.
Volvemos a encontrar, en el fondo la misma desconfianza hacia las posibilidades intr¨ªnsecas del cine, al que se rodea de un aparato inicial y se prolonga en la discusi¨®n final. Ni siquiera el programa La clave -que consideraba a las pel¨ªculas programadas un mero pretexto para el coloquio- ha logrado un planteamiento m¨¢s incre¨ªble y hueco. El primer obst¨¢culo para aceptar un montaje semejante es la elecci¨®n de un presentador que sepa del tema. En nuestro pa¨ªs sobran los expertos en cine donde elegir, y Manuel Mart¨ªn Ferrand. indiscutiblemente, no es uno de ellos.
Las pel¨ªculas pueden ser programadas a palo seco. o a?adirles un comentario adecuado. que puede ser ret¨®rico. profesoral. divertido. informativo o como queramos matizarlo. Lo que estar¨¢ siempre claro o deber¨ªa de estarlo es que en cine. en televisi¨®n. como en la sala de proyecci¨®n o en el reactor en vuelo. en cassettes. o pasado a super ocho. lo importante es la pel¨ªcula y todo lo dem¨¢s sobra. Incluso se puede prescindir si se quiere del comentario prologal o del preludio. o reducirlo al m¨¢ximo pero nunca ahogar a un t¨ªtulo bien seleccionado con tantos aditamentos que estorben su contemplaci¨®n.
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