La banca tambi¨¦n prospera en reg¨ªmenes democr¨¢ticos
EL PAIS: Usted es un hombre que ha estado siempre cerca de la pol¨ªtica y de algunos de sus protagonistas m¨¢s recientes. ?Qu¨¦ opina sobre la intervenci¨®n en pol¨ªtica por parte de los banqueros. especialmente de los responsables de la gran banca?L. Valls: La acci¨®n pol¨ªtica de los ejecutivos de la gran banca me parece contraproducente. Los bancos son instrumentos muy sensibles que dif¨ªcilmente pueden no ser gubernamentales. Quiz¨¢ pol¨ªtica y banca sean profesiones sucesivas, pero no actividades complementarlas por lo peligroso que es -para la banca- compaginarlas.
Lo ideal es estar cerca de la pol¨ªtica y no sentir la necesidad de intervenir en ella. Ustedes, como periodistas, pueden entenderlo porque tambi¨¦n est¨¢n cerca de los pol¨ªticos, sin deseos de intervenir en la pol¨ªtica activa.
No conviene confundir la acci¨®n pol¨ªtica con la Intervenci¨®n pol¨ªtica y menos a¨²n con las relaciones p¨²blicas. Me explico con un ejemplo sacado de m¨ª experiencia personal.
Yo nunca he tenido ni un cargo ni una condecoraci¨®n pol¨ªtica. S¨®lo deseo poder aportar cuanto est¨¦ a mi alcance y sea valioso. En Espa?a y en estos momentos. la pol¨ªtica activa es Incompatible con la presidencia de un gran Banco. Intervine en la pol¨ªtica en 1956 con la intenci¨®n de influir en la crisis de 1957, pues aqu¨¦l era un momento dif¨ªcil para el pa¨ªs. A partir de aquella fecha mi intervenci¨®n dej¨® de ser significativa. Desde un punto de vista p¨²blico m¨¢s que pol¨ªtico, mi actividad durante la d¨¦cada de los a?os sesenta estuvo centrada en el peri¨®dico Madrid, como club de convergencia de ideas y de personas de todo color y significaci¨®n. En estos momentos de mayor apertura. sorprender¨¢ a quienes no vivieron aqu¨¦lla ¨¦poca que el hecho de haber invitado y presidido una conferencia de Ruiz Gim¨¦nez -dentro de un cielo sobre el tema de la reforma de la empresa- escandalizase a L¨®pez Rod¨®. quien se separ¨® de la sociedad y puso en venta las acciones suyas y de su familia.
Con la reforma pol¨ªtica, el pa¨ªs, y por tanto, la banca, se encuentran con un cambio que puede resultar algo brusco, cosa que no hubiera sucedido si en 1962 Franco hubiese dado luz verde al proyecto de creaci¨®n de dos grandes organizaciones pol¨ªticas una bajo un Gir¨®n entonces parad¨®jicamente aperturista y otra bajo Artajo o Navarro, conservadores, la evoluci¨®n pol¨ªtica de la ¨²ltima d¨¦cada del r¨¦gimen hubiese sido distinta.
EL PAIS: ?Qu¨¦ piensa sobre el llamado gran poder de la banca?
L. Valls: Este es un tema que sigue siendo pol¨¦mico. La banca ofrece un panorama muy distinto desde dentro que desde fuera. Cuando yo pienso que la banca espa?ola no tiene mucho poder y que esto es un hecho m¨¢s que una opini¨®n, comprendo que, con ¨®ptica extra?a, se discuta mi estimaci¨®n, porque como hecho no es f¨¢cil de comprobar.
Hablar de la banca espa?ola ya resulta de por s¨ª un tanto irreal. Poco en com¨²n tienen los grandes bancos con los que poseen los grandes y tradicionales apellidos como Fierro, March, Herrero, Masaveu, Coca, Pastor, etc¨¦tera. La banca mediana y peque?a y los nuevos banqueros tienen a su vez propio y particular marco de actuaci¨®n.
Para cualquier observador son claras las diferencias profesionales y pol¨ªticas entre un Hispano y un Banesto. Basta conocer los perfiles humanos de sus respectivos altos ejecutivos. H¨¢gase lo propio con un Central y un Santander. Los banqueros vascos tienen otros condicionamientos.
Mi estimaci¨®n personal es que la banca no est¨¢ unida ni tiene portavoz. Por eso me sonr¨ªo cuando leo en la prensa que ?en medios pr¨®ximos a la banca espa?ola se ha se?alado ... ? El acuerdo entre bancos se da en algunos -muy pocos- temas profesionales, pero no en materia pol¨ªtica. El m¨¢s d¨¦bil ministro de Hacienda -aunque proceda de un grupo bancario- puede hacer lo que quiera con el m¨¢s poderoso banquero.
EL PAIS: Para muchas personas, el franquismo ha sido sumamente provechoso para la banca, especialmente para la -tan banca. ?Cree que es cierto?. ?cree que la democracia ser¨¢ conveniente para la banca?
L. Valis: Esta pregunta, en la actual etapa de revisi¨®n pol¨ªtica. tiene mucha malicia. Por eso, aunque la conteste sin subterfugios he de enmarcar la respuesta con algunas consideraciones puramente f¨¢cticas.
Para la gran empresa es sumamente provechoso que los factores internos le sean favorables -que no haya conflictividad laboral, por ejemplo- y que sean tambi¨¦n favorables los factores externos: un pa¨ªs en fase de desarrollo el orden p¨²blico, la apertura internacional, la tutela de autoridad competente, etc¨¦tera.
Es notorio que los cuarenta a?os de franquismo han sido provechosos para el pa¨ªs para la gran empresa y tambi¨¦n para la gran banca. No sabemos si tambi¨¦n hubieran sido igualmente provechosos con otro r¨¦gimen Si el r¨¦gimen democr¨¢tico en Espa?a y en 1977 ser¨¢ conveniente para la banca, ya se ver¨¢. No puedo manejar la bola de cristal para anticipar el futuro. Lo que sabemos es que en otros pa¨ªses, la banca prospera en reg¨ªmenes democr¨¢ticos.La nacionalizaci¨®n no es ahora ni tema. Debe ser mayor preocupaci¨®n de los empleados
EL PAIS: El tema de la nacionalizaci¨®n parece que preocupa en este momento m¨¢s que en otras ¨¦pocas. ?Cu¨¢l es su posici¨®n al respecto?
L. Valls: A m¨ª me preocup¨® hace once a?os. Ahora pienso que es un problema que deben afrontar los empleados. No es ahora mi tema. Si nacionalizan el banco me dedicar¨¦ a otras cosas.
En banca, cabe nacionalizar s¨®lo el cr¨¦dito, es decir, que el Gobierno dirija la pol¨ªtica econ¨®mica y adem¨¢s decida a qui¨¦nes hay que darle el dinero y en qu¨¦ forma.
Cabe tambi¨¦n nacionalizar la propiedad es decir, quedarse con el patrimonio de las empresas bancarias. Si el Gobierno se decide por la expropiaci¨®n de las acciones bancarias, muy probablemente pagar¨¢ -como en 1962- el nacionalizar los bancos oficiales un buen precio a los accionistas, a menos que desee desprestigiarse despojando de sus ahorros a cientos de miles de espa?oles.
La tentaci¨®n de nacionalizar es grande para cualquier Gobierno. Forma parte del folklore cuando en un pa¨ªs hay serios problemas. Umbral escrib¨ªa hace poco a prop¨®sito del pasodoble dedicado a Fraga que la pol¨ªtica es sustituida por el folklore cuando no se quiere que haya pol¨ªtica. Hace quince a?os se aseguraba que Franco dec¨ªa que no quer¨ªa pasar a la historia como c¨®mplice del capitalismo. Que por eso ¨¦l no dejar¨ªa a su sucesor la baza de la nacionalizaci¨®n de la banca. Eso s¨ª, no pensaba utilizar esta carta tontamente. La guardar¨ªa hasta que creyera inecesario jugarla. La nacionalizaci¨®n puede servir de carnada en una revuelta callejera. Lo que nadie sabe todav¨ªa es c¨®mo reaccionar¨¢n los empleados de banca.
EL PAIS: ?Financiar¨ªa usted a partidos pol¨ªticos?
L. Valls: Mi condici¨®n de administrador de bienes ajenos. me inhabilita para hacer donativos con el dinero del banco. Que el fin sea pol¨ªtico en lugar de ben¨¦fico o religioso, no cambia las cosas. Pero, adem¨¢s, coinciden personalmente con dicha inhabilitaci¨®n: mantengo un criterio contrario a dar dinero a fondo perdido. Ahora bien, si de lo que se trata es de prestar dinero, habr¨¢ que contemplar al partido pol¨ªtico como a una emppresa de servicios m¨¢s. En tal supuesto, cabe, por ejemplo, anticiparle el dinero que el Gobierno vaya a concederle, si ¨¦ste acepta la sugerencia que Gil Robles ha hecho sobre la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos.
EL PAIS: ?Qu¨¦ piensa de la reciente Alianza Popular?
L. Valls: A pesar del nombre, no existe parentesco alguno con el banco. Me enter¨¦ por la prensa de la cocci¨®n del pastel en la cocina, y segu¨ª tambi¨¦n por la prensa -quiz¨¢ por haber estado fuera de Madrid la semana en que se produjo- las incidencias posteriores, hasta la firma del manifiesto, despu¨¦s del famoso ?acuerdo de los barones?.
Con la terminolog¨ªa inglesa podr¨ªamos afirmar que ya tenemos a una parte de los conservadores. Si apareciera el laborismo, tendr¨ªamos a dos pilares fundamentales de la estabilidad pol¨ªtica. Es probable que aqu¨ª, como en la Francia actual, tenga su raz¨®n de ser el movimiento de los independientes, con un Giscard espa?ol a la cabeza.
No he llegado a saber por qu¨¦ se intenta mezclar a la banca con motivo de la magna coalici¨®n pol¨ªtica. No parece que haya habido conversaciones con los grandes banqueros, sino s¨®lo con los propietarios de bancos medianos. Por eso. el hablar tanto de la banca parece obedecer m¨¢s bien al intento de conseguir desmentidos y de provocar el alejamiento de los bancos de la operaci¨®n conservadora. Estimo que el planteamiento hecho desde la prensa puede ser: ?Aunque no sea cierto, no dejaremos de empujar, por si acaso.? Como estrategia pol¨ªtica de ataque no est¨¢ mal pensada. sobre todo si se tiene por v¨¢lido el aforismo... ?M¨¢s vale prevenir que curar.?Si el PC trabaja mejor en la clandestinidad, mantenerle fuera de la Ley no parece buena pol¨ªtica
EL PAIS: ?Cree oportuna o necesaria la pol¨ªtica actual de mantener al Partido Comunista fuera de la Ley?
L. Valls: Si es cierto, como parece, el Partido Comunista trabaja mejor en la clandestinidad, mantenerle al margen de la Ley no ser¨ªa buena pol¨ªtica. En el banco, por ejemplo, hemos podido comprobar este a?o que los activistas pol¨ªticos internos han perdido muchos seguidores a partir del momento en que p¨²blicamente se manifestaron dependientes de Comisiones Obreras.Son tantos los problemas que el Partido Comunista plantea de hecho a la sociedad espa?ola, que la cuesti¨®n de d¨®nde situarle legalmente, me parece secundaria.
El PAIS: ?Cree oportuna la regulaci¨®n de la huelga?L. Valls: La huelga tiene su raz¨®n de ser. Todos tendemos a abusar de nuestra situaci¨®n. Cuando el que detenta un puesto de mando no atiende a razones s¨®lo cabe la acci¨®n de la fuerza. En ese contexto, la huelga tiene sentido. Pero s¨®lo se justifica si antes se han agotado todos los recursos intermedios, ya que la huelga produce trastornos y da?os para terceros que deben evitarse o paliarse al m¨¢ximo).Cuentan que los trabajadores en Jap¨®n cuando van a la huelga, lo hacer no dejan o de trabajar sino poni¨¦ndose un brazale e amarillo, signo externo de su protesta colectiva. Igual ejemplo nos dieron los taxistas de Madrid, exteriorizando su malestar con el uso de una camiseta alusiva a su principal reivindicaci¨®n. He o¨ªdo contar muchas veces el modo como el alcalde de un pueblo gallego logr¨® llamar la atenci¨®n del ministro correspondiente con el objeto de que se interesara por la designaci¨®n de la nueva maestra. ?No nos han mandado todav¨ªa la prostituta? le dije, el alcalde al ministro de Educaci¨®n. El error intencionado en el empleo de la palabra sustituta, le vali¨® al alcalde solucionar algo que llevaba tiempo sin resolver.
Regular la huelga es encauzar la rebeld¨ªa. Pero en las empresas hay dos clases de rebeldes: los que act¨²an s¨®lo por motivos profesionales y lo que se mueven con una finalidad pol¨ªtica. De los primeros se puede decir lo mismo que con esto no hace mucho sobre un tema similar, el alcalde de Madrid: ?No producen preocupaci¨®n.? Por tratarse de una rebeld¨ªa generalmente sana y enriquecedora para el conjunto empresa.
Los que juegan a la pol¨ªtica dentro de la empresa sin importarles la profesi¨®n, se ir¨¢n desacreditando con la libertad.A la Bolsa hay que dejarla a su aire. Intervenir s¨®lo para suavizar alzas y bajas
EL PAIS: Sobre la Bolsa. ?cu¨¢l cree que debe ser la actitud de la autoridad monetaria, en estos momentos?
L. Valls: El Gobierno no debe caer en la trampa de estimar que el ¨ªndice de la Bolsa coincide con el ¨ªndice de su popularidad. A la Bolsa hay que dejarla a su aire. La intervenci¨®n es casi siempre mala, para el fin que se propone. Lo ¨²nico que cabe a mi entender es suavizar las alzas y las bajas, intentando. adem¨¢s, que se cotice a diario. Pero de ninguna forma -porque es contraproducente- frenar, animar o sostener. Alg¨²n banco ha practicado la t¨¦cnica de la cotizaci¨®n de prestigio, se ha empapelado todo, lo que ha querido y ha colocado fuertes paquetes de acciones a personas que ha tenido que llevar a sus consejos de administraci¨®n. Como contraste. otro banco ha descuidado excesivamente la cotizaci¨®n de sus valores en las bolsas oficiales. La escalada en los cambios y el que no haya contrataci¨®n es malo para el accionista que quiere entrar o salir de su inversi¨®n con agilidad. Popular ha seguido siempre la l¨ªnea de Banesto, la de la libertad vigilada. Esta ortodoxa pol¨ªtica burs¨¢til, acompa?ada de una pol¨ªtica de ampl¨ªaciones adecuada a la situaci¨®n de cada momento, ha dado muchas veces frutos positivos, de los que puede ser ejemplo la reacci¨®n de los inversores que, como hace poco m¨¢s de un mes, pudieron entrar a cambios bajos al iniciarse en Bolsa la ¨²ltima ampliaci¨®n del Popular. A partir de entonces la Bolsa reaccion¨®.
Una baja prolongada de la Bolsa es un azote porque desanima o asusta al ahorrador medio. S¨®lo al profesional de Bolsa le gusta jugar a la baja. Pero tambi¨¦n se retira, si la baja es prolongada. El ahorrador que lo pasa mal es aquel que se ve forzado a vender a menores cambios de los que invirti¨®. Si son muchos los escaldados, nuestra Bolsa como la italiana, puede quedarse sin vida comercial
.EL PAIS: ?Qu¨¦ opina sobre la posible apertura a la banca extranjera?
L. Valls: En Espa?a operan cuando menos siete bancos extranjeros. Cuatro lo hacen directamente a trav¨¦s de sucursales propias. Ameribank, el Comercial Trasatl¨¢ntico y el Aresbanck operan con influencia americana, alemana y ¨¢rabe. Llevan a?os -unos m¨¢s, otros menos- trabajando bancariamente y nada desfavorable ha pasado. Es un dato a tener en cuenta.
Para los bancos espa?oles la posible competencia extranjera y especialmente la de los colosos americanos es un tema preocupante para el Gobierno tambi¨¦n lo ha de ser. Que Am¨¦rica domine, por ejemplo, el sector alimenticio no es para preocupar. Tampoco lo es que tenga su red de telecomunicaciones. Pero si lo ser¨ªa, si con su propia red pusiera en peligro a la Telef¨®nica: no por razones econ¨®micas sino de seguridad nacional. Desde este punto de vista, la actual red bancaria extranjera puede ampliarse, si los nuevos bancos operan con la misma prudencia con que actuan los que ya est¨¢n establecidos. No es previsible que el ahorrador espa?ol quiera irse a refugiar masivamente a esos bancos por el mero hecho de que gocen de una cierta protecci¨®n diplom¨¢tica extranjera.
En algunos caos habr¨¢ quienes piensen como mi amigo el ge¨®grafo cuando dice, con aparente seriedad, que ?lo bonito ser¨ªa dejarnos conquistar por los Estados Unidos?.Es una pena que el Banco de Espa?a pueda someterse al vaiv¨¦n de la pol¨ªtica
EL PAIS: ?Qu¨¦ juicio le merece la intervenci¨®n oficial en la mec¨¢nica bancaria? ?Cree que la actuaci¨®n de la autoridad monetaria es correcta?
L. Valls: La constante y creciente intervenci¨®n profesional en la banca me parece inevitable. De hecho siempre ha habido intervenci¨®n, Antes era paternalista e intuitiva. Ahora aplica modernas t¨¦cnicas de direcci¨®n y de control. De ah¨ª que el Banco de Espa?a tenga actualmente autoridad y poder sobre los bancos, en especial sobre los grandes. Los ha investigado a fondo y conoce lo que es oficial y lo que es confidencial. El Popular padeci¨® la primera inspecci¨®n peri¨®dica. Fue decidida hace seis a?os en Copenhague despu¨¦s del cambio de gobernador. El equipo de inspecci¨®n del Banco de Espa?a estuvo ocho meses seguidos en el banco. Despu¨¦s hubo expediente y m¨¢s tarde alguna sanci¨®n. Un proceso que dur¨® un par de a?os y que quiz¨¢ explique con detalle en otra ocasi¨®n. A pesar de todo, y salvo los trastornos que produce una visita de este tipo, salimos bien de la prueba. Es unatranquilidad grande la que se consigue cuando se comprueba, incluso por la autoridad monetaria, que pese a la complejidad del negocio la dispersi¨®n de oficinas y el gran n¨²mero de empleados, las normas bancarias son cumplidas muy satisfactoriamente.
Es una pena que el Banco de Espa?a pueda estar sometido al vaiv¨¦n de la pol¨ªtica. El molde italiano de autonom¨ªa respecto al Gobierno por ser el Parlamento quien designa y revoca al gobernador del Banco de Emisi¨®n, me parece que re¨²ne mejores condiciones de ef¨ªcencia. No es bueno para nadie que el cargo de gobernador dependa de los deseos coyunturales de la pol¨ªtica gubernamental.La libertad de establecimiento y expansi¨®n, hace veinte a?os hubiera ahorrado especuladores y aficionados
EL PAIS: Junto a la nacionalizaci¨®n el tema de la libertad de expansi¨®n bancaria ha sido uno de los que m¨¢s han ocupado los discursos ¨²ltimamente. ?Cu¨¢l es su posici¨®n?
L. Valls: Mi posici¨®n ante el tema de la libertad es que hay que acostumbrarse a vivir con ella. Los problemas se producen en las situaciones de cambio, porque el miedo es un mal consejero para tomar decisiones. Una banca que quiera ser s¨®lida no procede a saltos ni a empellones, tampoco busca la brillantez de una estad¨ªstica que lendr¨¢ que basarse sobre el corto plazo anual. Por eso la expansi¨®n se ha de medir, en el tiempo, por sus resultados. Quienes por miedo al frenazo, al cambio de normas, abrieron sucursales sin medir el coste y, por su escasa dimensi¨®n, no puedan digerir el exceso cometido, habr¨¢n apostado a una carta perdedora. Si hace veinte a?os se hubiera decretado la libertad de establecimiento y de expansi¨®n, nos hubi¨¦ramos ahorrado la aparici¨®n en escena de muchos especuladores y aficionados, atra¨ªdos m¨¢s tarde al sector bancario como el oro atrajo en su d¨ªa al Oeste americano a los aventureros de aquella ¨¦poca.
EL PAIS: El Gobierno est¨¢ emplazado leaalmente para impulsar un proyecto de ley de reforma de la empresa. El Popular hace ostentaci¨®n de una gran preocupaci¨®n sobre este tema. ?Cu¨¢l es su posici¨®n?
L. Valls: La de ir por delante, si podemos. Las Cortes, en efecto, emplazaron al Gobierno para que acometa la reforma de la empresa. Hasta ahora el legislador no se ha metido con la empresa frontalmente. El Banco est¨¢ en una coyuntura ¨®ptima para afrontar el tema de su propia reforma -como empresa- si el ordenamiento jur¨ªdico no te coarta excesivamente. Es una buena ocasi¨®n para respetar la justicia, para evitar que nadie se quede o se lleve lo que no es suyo. Cuando los accionistas, los empleados, y los clientes se cuentan por millares, y sus intereses est¨¢n muy interrelacionados, la estructura de dependencia entre ellos. y de ellos con el poder p¨²blico, no puede ser tratada de modo desaprensivo o con ligereza, ni por el Gobierno ni por la subversi¨®n. Al fin y a la postre, el banco acabar¨¢ siendo de quien lo trabaja, de quienes sienten la profesi¨®n bancaria y la empresa como propias, y para toda su vida. A todo se llegar¨¢ antes de que el Gobierno quiera, en un mal pronto, quedarse con la Banca.
La prensa me ha tratado bien, especialmente con sus silencios
EL PAIS: Usted es uno de los pocos banqueros que se han asomado con firma a las p¨¢ginas de opini¨®n de los peri¨®dicos (3? de A BC) y que abiertamente ha participado en su financiaci¨®n (Madrid). ?Qu¨¦ opina de la prensa? ?Por qu¨¦ comenz¨® a escribir?
L. Valls: Que es un inapreciable instrumento de comunicaci¨®n con amigos y adversarios. La lectura de la prensa ha venido a sustituir la tertulia del casino. El que lee, conversa a su modo con los que escriben. Creo entender muy bien el trabajo del escritor, y, en particular, el que realiza el periodista. Su labor supone el mayor freno que existe al abuso de poder pol¨ªtico o econ¨®mico. Comprendo cu¨¢nta verdad encierra el refr¨¢n de que cada cual habla de la feria seg¨²n le va en ella. La prensa me ha tratado siempre bien, especialmente con sus silencios, que agradezco mucho. No he tenido en mi vida otro incidente que el del diario Madrid. Pero el encontronazo fue con la propiedad, no con la redacci¨®n. Ning¨²n redactor e haya pasado por el Madrid podr¨¢ recordar una sola an¨¦cdota que implique interferencia en su labor por mi parte. Creo que nadie podr¨¢ contar en su haber con un hecho con el que poder desmentirme. Tuve s¨®lo discusiones con la propiedad, con los accionistas de uno y otro signo, porque ambos quisieron quejarse con lo que no era suyo en ¨¦poca de plena censura, hace casi una veintena de a?os, compr¨¦ el peri¨®dico a la familia Pujol. Para tener la informaci¨®n prohibida, para disponer de un centro de discusi¨®n pol¨ªtica y para afrontar los grandes temas nacionales alrededor de un rotativo, ten¨ªa su inter¨¦s poseer la propiedad compartida del independiente vespertino madrile?o. Siempre he cre¨ªdo que en pol¨ªtica, en prensa y en las grandes sociedades, hay que renunciar a querer ser el due?o mayoritario del pa¨ªs o de las empresas. Hoy, a¨²n m¨¢s que entonces, vivimos en una sociedad compartida entre trabajo, capital y Gobierno. Mi primer escrito en prensa es de hace tres a?os. Naci¨® una noche calurosa de aquel verano que vio nacer al Gobierno Carrero: el nuevo ministro de Hacienda convoc¨® para una reuni¨®n a nueve presidentes de bancos. El ministro expuso en un largo, brillante y sibilino informe su visi¨®n de la evoluci¨®n econ¨®mica general, e invit¨® a la Banca a participar. Pens¨¦ que la Banca se jugaba mucho si su reacci¨®n no estaba a la altura de lo solicitado. Es sabido que en toda reuni¨®n unos no recogen el mensaje del que habla porque se entretienen en preparar su intervenci¨®n y, otros porque no les agrada entender lo que no est¨¢ de acuerdo con sus deseos. Con estos antecedentes aquella noche llegu¨¦ a la conclusi¨®n que la ¨²nica forma viable de comunicarme con los colegas presentes y con los ausentes a la reunion era publicar un art¨ªculo en la prensa. Era lo que estaba en mi mano hacer para que el contenido de la reuni¨®n -importante para todos- no quedara silenciado. Esta experiencia me hizo comprender los sinsabores a que est¨¢ sometido todo escritor. No puede contentar a todos.
De siempre me ha merecido un gran respeto el que escribe. Quiz¨¢ por ser hijo de escritor, he cuidado desde que estoy en el banco toda carta, intorme o nota que ha tenido que pasar por mis manos. La ¨²ltima le¨ªda ha sido hecha a la luz de lo que pasar¨ªa si alguna vez se llegase a publicar. Este h¨¢bito se adquiere con facilidad, igual que el de hablar por tel¨¦fono con el condicionante de que pueden estar grabando en cinta la conversaci¨®n. M¨¢s de un disgusto me he ahorrado por tener en cuenta esta cautela.
Por haber procedido siempre as¨ª, podemos permitirnos en el banco tener establecida la libertad de opini¨®n. Cualquier empleado de una oficina puede poner el escrito que quiera en su tabl¨®n de anuncios, con dos condiciones: que no sea an¨®nimo el escrito y que no contenga literatura de insulto. A todos y, en primer lugar, al banco como empresa, les favorece la protesta de los representantes sindicales por los errores que deban ser corregidos o los hechos que procedan de una situaci¨®n de abuso.
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