La vuelta de los anarquistas
Uno de los fen¨®menos palpables en la presente y confusa hora espa?ola es el que se refiere a la vuelta o resurrecci¨®n de los anarquistas. En Madrid Y Barcelona principalmente, pero tambi¨¦n en otros lugares de Espa?a, los grupos anarquistas florecen con un ¨ªmpetu sorprendente, cuando precisamente se pensaba que esto era algo ya superado en este pa¨ªs, Las siguientes l¨ªneas tratan de suministrar, un primer esbozo de an¨¢lisis sobre tal espec¨ªfico fen¨®meno de nuevo entre nosotros.?C¨®mo se explica tal fen¨®meno? En este caso, creo que no se puede emplear la manoseada locuci¨®n de que. al igual que la primavera, el anarquismo ha venido y nadie sabe c¨®mo ha sido. En mi opini¨®n, son cuatro las razones claras de tal acontecer. En primer lugar, hay que reconocer que dentro de la pobreza y carencia de originalidad, de las ideas pol¨ªticas en este pa¨ªs, el anarquismo es una de las dos -la otra es el carlismo- que ha pose¨ªdo un car¨¢cter m¨¢s marcadamente hisp¨¢nico. Las explicaciones son varias: unas. m¨¢s s¨®lidas, de naturaleza sociol¨®gica. Sea lo que fuere, el hecho es que el anarquismo casa bien con la manera de ser y de pensar de muchos espa?oles. Y, adem¨¢s, no cabe olvidar que disponemos ya, mitificada en gran medida, de la experiencia -ciertamente interesante- del anarcosindicalismo durante nuestra pasada guerra civil.
La segunda raz¨®n es muy l¨®gica. Despu¨¦s de cuarenta a?os de autoritarismo incontrolado e irracional a nivel de Estado, pero que tambi¨¦n irradi¨® a la totalidad de los escalones de la vida social, es comprensible el rechazo de todo tipo de autoridad o poder por parte de un apreciable sector de la juventud. A este respecto es sintom¨¢tico el ¨¦xito que est¨¢ conociendo la excepcional pel¨ªcula E? desencanto, plena de contenidos anarquizantes y no s¨®lo en el plano familiar. Han sido sobre todo -aunque no exclusivamente- los estudiantes los que m¨¢s se han sentido encandilar por el atractivo de este tipo de solicitaciones, como consecuencia de su disponibilidad para un mayor grado de concienciaci¨®n.
Adem¨¢s. y, en tercer lugar. este rechazo del autoritarismo y del dogmatismo afecta tambi¨¦n a cl¨¢sicas organizaciones pol¨ªticas de la izquierda. Los j¨®venes anarquistas no quieren sentirse prisioneros de una escol¨¢stica dogm¨¢tica. como sucede en muchos casos respecto de militantes que dependen de partidos marxistas en cualquiera de sus variantes. No desean estar obsesionados con la idea del dogma, de la desviaci¨®n. del revisionismo, de la agobiante burocracia, sino que apetecen permanecer m¨¢s abiertos y espont¨¢neos. privilegiando la libertad y la independencia a otros criterios tal vez m¨¢s eficaces, pero tambi¨¦n m¨¢s opresores. Por ¨²ltimo, existe otra veta de explicaci¨®n que es, propia de las sociedades industriales modernas. Los movimientos hippies, beatniks, las ideas de Marcuse, los sucesos de las universidades, americanas en los a?os sesenta, la llamada revoluci¨®n de mayo de 1968 en Francia. son botones de, muestra del rechazo de una forma de vida consumista y burocratizada, que en muchos aspectos asfixia el dif¨ªcil ejercicio del mero vivir. Todas estas corrientes, en fin. conducen a una especie de anarquismo moderno con ribetes de comunismo libertario y que, en parte por un proceso mim¨¦tico. tambi¨¦n ha llegado a ser visible aqu¨ª, en donde ya hab¨ªa terreno abonado.
Con todo. no se puede ocultar -y en mi caso no lo oculto- que desde una perspectiva meramente intelectual, la atracci¨®n de tal tipo de razonamientos es ciertamente digna de tenerse en cuenta. Pero no se trata de eso. De lo que se trata es -por utilizar la expresi¨®n m¨¢s t¨®pica, cursi y manoseada del momento - de valorar la oportunidad. ?aqu¨ª y ahora?, del renacimiento de las ideas anarquistas. Examinemos, para ello, tres aspectos que a mi juicio es posible deducir en su consideraci¨®n.
Es indudable que no se puede negar un primer aspecto folkl¨®rico en ciertas presentaciones anarquistas ¨¢cratas, repletas de un sentido estrictamente l¨²dico. Se adoptan estas ideas porque dan pie a juegos, distracciones o bamboleos que sin demasiada consistencia racional permiten entretener el ocio, recabar lo original y lo pr¨ªstino, rechazando lo molesto y tedioso de una vida rutinaria y, muchas veces, sin sentido. Pero en el fondo se trata de posiciones situacionales, suspendidas en un vac¨ªo que no conduce a parte alguna.
Hay un segundo aspecto de alcance est¨¦ril, pol¨ªticamente hablando. El n¨²cleo del mismo consiste en el rechazo de todas las formas, v¨ªas e instituciones propias de la democracia pluralista. Su sublimaci¨®n podr¨ªa ser la que manifiesta el slogan ?elecci¨®n, traici¨®n?, tan difundido en los d¨ªas del mayo franc¨¦s de 1968. Evidentemente, no resulta posible negar una cierta parte ele verdad en la denuncia de las instituciones democr¨¢ticas ?burguesas?. Pero su argumentaci¨®n radical no lleva m¨¢s que a hacer el juego a la derecha. El abstencionismo y la pasividad por parte de un amplio sector del electorado -y no me refiero al pr¨®ximo refer¨¦ndum- lo ¨²nico que conseguir¨ªa es facilitar el triunfo de las fuerzas derechistas o reaccionarias. que se instalar¨ªan en el poder y habr¨ªa despu¨¦s que sufrirlas durante a?os. ?Hace falta recordar la parte de culpa que tuvieron los anarquistas con su abstencionismo en las elecciones de 1933 y el consiguiente triunfo de las derechas en la Espa?a republicana?
Y no hablemos igualmente de su absurda faceta terrorista, hoy por cierto casi abandonada, la cual se utiliz¨® irresponsablemente durante los primeros a?os del presente siglo. No es extra?o as¨ª que para un gran p¨²blico el anarquismo se identifique todav¨ªa hoy con el caos, el desorden, la arbitrariedad y que el miedo sea el sentimiento generalizado. En consecuencia, rechazar todo tipo de participaci¨®n en las instituciones existentes no desemboca inexorablemente m¨¢s que en una absurda esterilidad Y en una anacr¨®nica marginaci¨®n pol¨ªtica.
En Fin. hay un tercer aspecto, m¨¢s defendible, que es el que se refiere a su b¨²squeda de objetivo si de naturaleza ut¨®pica. Algunos de ellos. como la fraternidad humana o la adopci¨®n de la autogesti¨®n, han tenido ya seguramente plasmaciones serias. Otros. como su creencia en la posibilidad de acabar con todo tipo de poder o el de llevar a cabo la huelga general, son mucho m¨¢s discutibles. Tal vez sea miop¨ªa intelectual. pero la verdad es que no no llega a comprender c¨®mo es posible organizar una sociedad sin ninguna clase de poder. Lo cual no quiere decir en absoluto que no haya de lucharse por la supresi¨®n de todo poder arbitra r¨ªo o incontrolado, sea ¨¦ste de la naturaleza que fuere. Las mismas dificultades de realizaci¨®n de la huelga general. y de su operatividad, posterior. aunque, en todo caso, esto sea algo m¨¢s realizable que lo anterior. En resumidas cuentas. no deber¨ªamos rechazar la b¨²squeda intelectual, todav¨ªa hoy de naturaleza ut¨®pica, de nuevas formas de vida, porque sin utop¨ªas en el horizonte la traves¨ªa por este mundo ser¨ªa m¨¢s frustrante a¨²n de lo que ya es. Pero eso no es ¨®bice para que los simpatizante, reales y potenciales, del anarquismo no deban ser conscientes en los momentos de intentar la superaci¨®n de cuarenta a?os de desierto existencial y pol¨ªtico para demasiados espa?oles, de lo que puede suponer de negativo la radicalizaci¨®n de su ideolog¨ªa en una inmediata, convivencia ciudadana. El esp¨ªritu fraternal anarquista deber¨ªa unirse as¨ª a la lucha de muchos espa?oles en el intento de imposibilitar cualquier vuelta al pasado. M¨¢s tarde, por el contrario, el camino les estar¨¢ esperando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.